Decenas de muertos por la represión del Ejército a una protesta en la provincia de Homs
El Ministro de Exteriores francés califica de “masacre” la muerte de decenas de sirios
Al menos hay 25 niños muertos
Ban Ki-moon afirma que la situación es muy seria y denuncia la existencia de grupos terroristas
Ana Garralda Jerusalén 26 MAY 2012 - 16:57 CET122
Las condenas internacionales a la violencia en Siria se suceden desde el exterior tras la matanza el viernes de decenas de sirios en la provincia de Homs. El último en sumarse ha sido el titular de Exteriores francés, Laurent Fabius, que incluso ha propuesto una nueva cita del grupo Amigos de Siria en París, tras conocerse que decenas de personas perdieron ayer la vida en una nueva envestida del régimen de Bachar Al Asad.
Los civiles de la región de Hula, en la provincia de Homs, eran masacrados este viernes, víctimas de un bombardeo, cuando se manifestaban contra la élite gobernante en el poder. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede Londres, cifraba el número de muertos en 90, entre ellos 25 niños, y se hace eco de la huida masiva de los habitantes de esta ciudad, cercana a otra ya fantasma y desierta que ostenta el mismo nombre de la provincia. Por su parte, el Ejército Sirio Libre, integrado por desertores de las fuerzas regulares en el terreno, reducía la cifra de víctimas a 75, incluyendo entre ellas también a soldados sirios.
Las imágenes de los cadáveres eran inmediatamente colgadas en Internet y difundidas por la televisión oficial del régimen, señalando a “bandas terroristas” como autoras de la sangría. La oposición, en cambio acusa directamente a los soldados del ejército regular. Informaciones contradictorias imposibles de contrastar desde hace meses ante la imposibilidad de libre entrada en el país de la prensa internacional.
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Según fuentes de la oposición, se trata del ataque más letal desde que se acordara el alto el fuego (auspiciado por la ONU y la Liga Árabe) entre el régimen y las fuerzas rebeldes, firmado a mediados del pasado mes de abril. Sin embargo, la violencia no ha cesado por ninguno de los dos bandos “y la situación continúa siendo extremadamente seria”. Así lo aseguraba este viernes el Secretario General de Naciones Unidas , Ban Ki-moon, en una carta enviada al Consejo de Seguridad, difundida en la misma jornada en la que se conocían las muertes. En el texto, Ban también remarca la sofisticación en el armamento utilizado en los últimos ataques, lo que sugiere que hay “grupos terroristas establecidos”. “Aquellos que contemplen apoyar a cualquiera de las partes con armas, entrenamiento militar o cualquier otro tipo de ayuda, deben reconsiderar estas opciones para permitir un cese de la violencia sostenible”, rezaba el documento enviado por el Secretario General.
Durante meses, esa ha sido la tesis utilizada por el régimen sirio, que los ataques son perpetrados por grupos terroristas financiados desde el exterior, en acusación directa las monarquías suníes del golfo Pérsico de las que los asesores del presidente sirio sospechan que puedan estar financiando a la mayoría suní de las fuerzas opositoras. También se ha tenido conocimiento de la presencia de oficiales iraníes en suelo sirio, que estarían ayudando al régimen de los Asad.
La realidad es que las armas entran por todas partes al país, especialmente por el vecino Líbano, que ya está sufriendo en propias carnes un conflicto sectario que no le es ajeno y que afecta ya a sus nacionales.
Nada se sabe aún de la decena de libaneses secuestrados esta semana en el norte de Siria cuando regresaban, a través de Turquía, de una peregrinación por los lugares de Irán sagrados para los chiíes. Los mensajes de su pronta liberación han sido constantes en los últimos días, el último el viernes por parte de primer ministro Libanés, Nayib Mikati, sin que hasta ahora haya tenido lugar. Nuevamente se espera su llegada en la noche de hoy al aeropuerto de Beirut, en un vuelo procedente de Turquía, a donde habrían sido trasladados desde Siria.
La ONU calcula que desde que estalló la revuelta en este país en marzo de 2011, habrían muerto más de 10.000 personas. La agencia para los refugiados de este organismo, ACNUR, cifra en más de 70.000 los desplazados internos por los enfrentamientos.
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