El titular del Ejecutivo, Enrique Peña Nieto. Foto: Germán Canseco |
MEXICO, D.F. (apro).- Enrique Peña Nieto llega al primer informe de su sexenio, el domingo 1 de septiembre, en el peor de los escenarios: Resguardado por la tropa, con la economía a pique, en ascenso la violencia, crispada la política, en auge la corrupción y harta la sociedad de la impunidad que hace justicia por sí misma.
Con instituciones inoperantes, secuestradas por los grupos de poder criminal, político, económico, religioso y mediático, es imposible conciliar tantos intereses en colisión que, al acumularse y mezclarse con la impericia gubernamental, son sólo la antesala del caos.
Esto es lo que ha ocurrido en el conflicto del poder político con el magisterio que se resiste y que, aun con toda la iracundia que ha generado —hasta niveles fascistas desde los ámbitos oficiales y oficiosos—, será muy menor al que ya se va configurando contra los proyectos de privatización del petróleo y aumento de impuestos, como el IVA en alimentos y medicinas, sin tocar los privilegios empresariales.
A la demanda social de educación pública de calidad, el magisterio se atrinchera para defender sus puestos de trabajo. Se pasa luego a la negociación y se asumen compromisos que traicionados, como es el caso, sólo exacerban las protestas que afectan a terceros y cuyas autoridades temen prevenir y sancionar.
Intereses contrapuestos, legítimos y espurios, se juntan en el tema educativo para detonar un conflicto que no se ve cómo puede terminar bien si se mezcla con otros como la resistencia a la reforma energética y fenómenos sociales tan explosivos como las guardias comunitarias que han proliferado en varios territorios.
Ejemplo de estos intereses antagónicos en el tema educativo es que los más iracundos detractores de los maestros que defienden su trabajo son los que gozan de los más indignantes privilegios fiscales que los han enriquecido.
Claudio X. González Guajardo, presidente del Consejo Directivo de Mexicanos Primero, preside también la Fundación Televisa y es hijo de Claudio X. González Laporte, copropietario de la trasnacional Kimberly Clark de México y presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios.
Televisa y Kimberly Clark de México son dos de los principales grupos empresariales que se han beneficiado con el régimen de consolidación fiscal para evadir y eludir el pago de impuestos por miles de millones de pesos, lo que constituye un monumental privilegio, no tonterías.
Pero estos dos grupos, como otros 400 que involucran a unas 4 mil 800 empresas, no sólo no pagan impuestos —a veces sólo de manera simbólica—, sino que además se les devuelven lo que pagaron, como los 63 mil millones de pesos que Felipe Calderón entregó a 20 firmas. Una infamia a los mexicanos.
El apoyo que los directivos de Mexicanos Primero han dado al gobierno federal con su campaña contra el magisterio movilizado no es, desde luego, desinteresado, porque además ambicionan hacer más dinero con la privatización del sector energético, en particular el petróleo.
Por ejemplo, Guillermo González Guajardo, otro hijo de Claudio X. González Laporte —a su vez exasesor de Carlos Salinas y accionista de Televisa—, participa en una red de empresas dedicadas al sector energético, entre ellas Protama, S.A. de C.V.
Exsocio de Emilio Azcárraga Jean, dueño de Televisa, en restaurantes como Hard Rock Café y Hollywood Planet, Guillermo González Guajardo ha construido hidroeléctricas en varias partes del país y proyecta ensanchar su influencia en Petróleos Mexicanos (Pemex).
Los hijos de Claudio X. González Laporte, presidente en dos ocasiones del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) —organismo cúpula del sector privado—, sólo siguen las enseñanzas de su padre, quien fue uno de los principales promotores —junto con Enrique Krauze— de sumarse a la guerra de Estados Unidos contra Irak, en 2003.
Ese año, cuando Vicente Fox valoraba dar su apoyo a Washington en la ONU para invadir Irak, González Laporte declaró que trasnacionales como General Electric, Uniliver y Kimberly Clark estarían muy decepcionadas si México vota en contra. Y agregó: “Doscientos años de principios en política exterior no le han servido de nada a México, porque los principios no se comen ni generan empleos”.
No es desinteresado, entonces, el linchamiento de estos personajes al magisterio ni su apoyo al gobierno federal. ¿O alguien ha escuchado a Azcárraga, a los González, a Ricardo Salinas Pliego, a Carlos Slim y otros magnates pedir la eliminación de los regímenes fiscales de privilegio y pagar impuestos como lo hacemos los contribuyentes cautivos? Yo tampoco…
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
Con instituciones inoperantes, secuestradas por los grupos de poder criminal, político, económico, religioso y mediático, es imposible conciliar tantos intereses en colisión que, al acumularse y mezclarse con la impericia gubernamental, son sólo la antesala del caos.
Esto es lo que ha ocurrido en el conflicto del poder político con el magisterio que se resiste y que, aun con toda la iracundia que ha generado —hasta niveles fascistas desde los ámbitos oficiales y oficiosos—, será muy menor al que ya se va configurando contra los proyectos de privatización del petróleo y aumento de impuestos, como el IVA en alimentos y medicinas, sin tocar los privilegios empresariales.
A la demanda social de educación pública de calidad, el magisterio se atrinchera para defender sus puestos de trabajo. Se pasa luego a la negociación y se asumen compromisos que traicionados, como es el caso, sólo exacerban las protestas que afectan a terceros y cuyas autoridades temen prevenir y sancionar.
Intereses contrapuestos, legítimos y espurios, se juntan en el tema educativo para detonar un conflicto que no se ve cómo puede terminar bien si se mezcla con otros como la resistencia a la reforma energética y fenómenos sociales tan explosivos como las guardias comunitarias que han proliferado en varios territorios.
Ejemplo de estos intereses antagónicos en el tema educativo es que los más iracundos detractores de los maestros que defienden su trabajo son los que gozan de los más indignantes privilegios fiscales que los han enriquecido.
Claudio X. González Guajardo, presidente del Consejo Directivo de Mexicanos Primero, preside también la Fundación Televisa y es hijo de Claudio X. González Laporte, copropietario de la trasnacional Kimberly Clark de México y presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios.
Televisa y Kimberly Clark de México son dos de los principales grupos empresariales que se han beneficiado con el régimen de consolidación fiscal para evadir y eludir el pago de impuestos por miles de millones de pesos, lo que constituye un monumental privilegio, no tonterías.
Pero estos dos grupos, como otros 400 que involucran a unas 4 mil 800 empresas, no sólo no pagan impuestos —a veces sólo de manera simbólica—, sino que además se les devuelven lo que pagaron, como los 63 mil millones de pesos que Felipe Calderón entregó a 20 firmas. Una infamia a los mexicanos.
El apoyo que los directivos de Mexicanos Primero han dado al gobierno federal con su campaña contra el magisterio movilizado no es, desde luego, desinteresado, porque además ambicionan hacer más dinero con la privatización del sector energético, en particular el petróleo.
Por ejemplo, Guillermo González Guajardo, otro hijo de Claudio X. González Laporte —a su vez exasesor de Carlos Salinas y accionista de Televisa—, participa en una red de empresas dedicadas al sector energético, entre ellas Protama, S.A. de C.V.
Exsocio de Emilio Azcárraga Jean, dueño de Televisa, en restaurantes como Hard Rock Café y Hollywood Planet, Guillermo González Guajardo ha construido hidroeléctricas en varias partes del país y proyecta ensanchar su influencia en Petróleos Mexicanos (Pemex).
Los hijos de Claudio X. González Laporte, presidente en dos ocasiones del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) —organismo cúpula del sector privado—, sólo siguen las enseñanzas de su padre, quien fue uno de los principales promotores —junto con Enrique Krauze— de sumarse a la guerra de Estados Unidos contra Irak, en 2003.
Ese año, cuando Vicente Fox valoraba dar su apoyo a Washington en la ONU para invadir Irak, González Laporte declaró que trasnacionales como General Electric, Uniliver y Kimberly Clark estarían muy decepcionadas si México vota en contra. Y agregó: “Doscientos años de principios en política exterior no le han servido de nada a México, porque los principios no se comen ni generan empleos”.
No es desinteresado, entonces, el linchamiento de estos personajes al magisterio ni su apoyo al gobierno federal. ¿O alguien ha escuchado a Azcárraga, a los González, a Ricardo Salinas Pliego, a Carlos Slim y otros magnates pedir la eliminación de los regímenes fiscales de privilegio y pagar impuestos como lo hacemos los contribuyentes cautivos? Yo tampoco…
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