viernes, 19 de septiembre de 2014

Toledo repite gesto de amistad; dona grabado a La Jornada

El maestro acompaña la celebración de los 30 años de La Jornada
Si hubiera perseverado quizá sería caricaturista de este diario, dice en entrevista

Se trata de la figura de un elefante, en edición de 30 reproducciones, como símbolo de longevidad
El artista desarrolla una actividad febril y prosigue sus batallas culturales; ahora pide que las portadas de los cuadernos escolares sean acordes con nuestros valores artísticos
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“Cuando abro las páginas de La Jornada, lo primero que hago es buscar las caricaturas”, dice Francisco Toledo, quien en 1984 donó un grabado para apoyar la fundación de este periódico, cuyo primer número apareció el 19 de septiembre de ese año. En imagen del pasado febrero, el artista en el Centro de las Artes de San Agustín, en Etla, OaxacaFoto Jorge A. Pérez Alfonso
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Francisco Toledo en el centro de las artes fundado por el pintor en Etla, Oaxaca. Entre sus múltiples actividades, el artista diseña una reja que será emplazada en algún espacio de la ciudad de México y acaba de lanzar una nueva colección de aretes con diseño de cocodrilosFoto José Antonio López
Mónica Mateos-Vega, Merry MacMasters y Jorge Pérez
Reporteras y corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 19 de septiembre de 2014, p. 2
San Agustín Etla, Oax.
“Si hubiera perseverado tal vez sería caricaturista de La Jornada”, dice Francisco Toledo, uno de los grandes artistas de México, quien participó –con varios de sus colegas– en la fundación de este diario, hace 30 años, al donar mil ejemplares de un hermoso grabado, unintaglio, mezclado con serigrafía, dividido en cuatro variantes de 250 piezas cada una.
Hoy el gesto de solidaridad y amistad se repite: el maestro acompaña la celebración por las tres décadas de La Jornada, que se cumplen este viernes,con la edición de 30 grabados (un elefante, como símbolo de longevidad) y narra que cuando abre nuestra páginaslo primero que hago es buscar las caricaturas.
Toledo recuerda que en su niñez “había una revista de chistes y caricaturas llamada Ja Ja. Para entretenernos en la peluquería, a uno le daban esa publicación mientras le cortaban el cabello. Ese fue mi comienzo de querer ser caricaturista.
“Incluso me busqué un sobrenombre, así como Magú o El Fisgón, pero ninguno me gustó y lo dejé por la paz. Mandé algunas colaboraciones a la revista Ja Ja, pero no sé si las hayan publicado. Tenía 11 o 12 años. Entonces, cuando leo La Jornadasiempre voy hacia ese grupo de caricaturistas bastante bueno. De algún modo me hubiera gustado ser parte de ese equipo, pero no practiqué.”
Mientras sube y baja escaleras, recorre pasillos, entra y sale de varios talleres, y supervisa cada detalle en el Centro de las Artes de San Agustín Etla (CaSa), uno de sus grandes proyectos culturales, Toledo muestra a La Jornadala efervescente actividad creativa que ahí se desarrolla.
No le gustan las entrevistas formales ni el acoso constante de los fotógrafos. Es reacio a hablar de su vida privada. Pero se encuentra de buen humor los minutos previos a la inauguración de la exposición de su colega invitado, el cubano Kcho, quien ha pasado varios días en Oaxaca ofreciendo charlas y creando las piezas de la muestraExtraño día en la playa (cuyos detalles se difundieron en La Jornada el pasado 7 de septiembre).
Toledo prefiere comentar sus batallas culturales, antes que platicar de su salud o de sus espacios íntimos a los que muy pocos tienen acceso, y que él añora cuando sale a su frenética vida pública.
En esta ocasión, llega apurado al CaSa. No se detiene a desayunar, como acostumbra, en el restaurante ubicado a pocos pasos del recinto, donde la cocinera Adriana le prepara su queso con salsa, con frijoles enteros, totopos y agua de jamaica, sin azúcar, como le gusta. En general, el maestro no es nada exigente para comer, lo que hagamos está bien para él, señala la joven.
Así es como crece el papel
¿Vivir cien años? ¡No, no! Eso es para gente ordenada, tranquila, trabajadora. ¿Quién de Juchitán ha durado mucho? Solamente don Andrés (Henestrosa), dice con firmeza Toledo cuando alguien le desea larga vida mientras él insiste en que, a sus 74 años, se encuentra ya en la recta final.
Quien no lo conoce a fondo se preocupa ante esas palabras, pero sus colaboradores de inmediato intervienen y explican que así es el maestro, desde hace al menos una década viene diciendo que ya se va, pero no hay que asustarse, aquí andará un rato más, se encuentra muy bien.
En el CaSa, en el taller de afelpado, Toledo se trepa a una silla para cepillar un gran tapiz que cuelga de la pared. Después de echar un vistazo a la nueva producción de gorros y sombreros de fieltro que diseñó, se va a paso veloz al taller de papel.
–¿Quién va a continuar con toda su labor de promoción del arte, con sus batallas culturales, cuando usted se retire?
–Pues lo tendrán que hacer los hijos o quien surja por ahí. A estas alturas son muchos los que ya saben el rumbo, no faltará quién –dice el pintor mientras da vuelta por un pasillo rumbo a un galerón enorme donde están sus diseños de lámparas.
Toma un cartón donde se aprecian cortes de grecas, lo revisa a detalle, las comienza a separar como un acordeón y, a la manera de un mago que revela su truco, expresa: Ven, así es como crece el papel.
También da el visto bueno a los paliacates estampados con el dibujo de un chango: Con estos se van a hacer manteles.
Pero lo que más le importa mostrar son las portadas de cuadernos escolares, en papel reciclado y decoradas con un ajolote o una tortuga, su propuesta ante las libretas comerciales.
A finales de agosto, Toledo envió una carta al empresario Claudio X. González, dueño de Scribe, la mayor fabricante de artículos escolares en México, en la que señala que las portadas de los cuadernos que se venden en todas las papelerías de Oaxaca y otras ciudades no son precisamente educativas y no contribuyen a la formación de los niños ni se relacionan culturalmente con nosotros.
En la misiva, el artista añade:Creemos que la educación visual de los niños de México es muy importante, y que este tipo de portadas no son las adecuadas para los niños de primaria. Sabiendo de su interés por la educación, nos gustaría que nos mandara su opinión al respecto. Tal vez la SEP podría proponer algo diferente a estas imágenes al emprender algún proyecto al respecto.
En el mismo sentido, Toledo envió otra carta al gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, para criticar la publicidad desmedida de los cuadernos de marcas comerciales que se distribuyen en Oaxaca, y en los que se ven personajes de caricaturas transmitidas por televisión, superhéroes, escenas de películas de Hollywood y mujeres rubias que nada tienen que ver con nuestra cultura.
También le solicita que emprenda una campaña de creación de portadas que promuevan una educación visual infantil acorde a nuestros valores estéticos y artísticos.
Para apuntalar esta protesta y propiciar la reflexión, se instaló en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (Iago), una exposición con esas portadas en las que se aprecian chicas en bikini en poses sensuales, imágenes para adultos de la tercera edad, ¿a poco no?, insiste Toledo, antes de salir de nuevo, como hormiguita hiperactiva, a otro rincón del CaSa.
Alguien tiene que surgir
Como es día de inauguración, los trabajadores del CaSa vertieron grana cochinilla en las fuentes de la escalinata, porque al maestro le gusta que el agua se tiña durante el transcurso del día de todos los tonos de rojo que ofrece ese pigmento natural. El artista también mira de reojo lo bien que luce el nenúfar del estanque, tan parecido a los que abundan en su natal Juchitán.
Entra al taller de hilados donde el sonido de las máquinas que tejen calcetines blancos, con el dibujo de flores y la firma de Toledo, apenas y deja escuchar sus palabras, en tono de secreto: Sabes, estoy cansado de hacer tantas cosas, es mucha dispersión; quisiera dedicarme sólo a una cosa.
–Pero, ¿está enfermo?
–¡Huy, si te contara todo lo que tengo, todos los problemas! Pero no es el momento.
–Lo vemos muy bien, con mucha energía.
–Sí, pero son ya 74 años.
–Los oaxaqueños viven cien.
–Pero yo soy de Juchitán –y suelta una suave carcajada.
–Rufino Tamayo dijo que cuando él ya no estuviera, aquí nos dejaba a Toledo. ¿Usted a quién nos dejará?
–¡Ay!, ¿eso dijo? No sé, yo no podría dar nombres. Los pintores oaxaqueños tienen mucho talento, hay muchos jóvenes, cada quien ya agarró un rumbo. No sé, tiene que surgir alguien por ahí.
–Entonces, ¿celebrará en 2015 sus 75 años un poco más tranquilo, concentrado en una sola cosa?
–Si es que llego –y se queda mirando con picardía.
Por si todas las actividades anteriores fueran pocas, Toledo diseña una reja para ser colocada en algún espacio de la ciudad de México, aún por definir, que será incluida en el catálogo, que está a punto de publicarse, con todas las que ha hecho, en materiales tan diversos como vidrio, metal y madera.
También supervisa su participación en la celebración de los 20 años del Museo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público del Antiguo Palacio del Arzobispado, donde mostrará, a finales de noviembre, los hermosos dibujos al pastel que realizó para ilustrar el cuentoPinocho, exhibidos por primera vez en 2011 en el Festival Internacional Cervantino y publicados por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes en un catálogo.
Además, acaba de lanzar una nueva colección de aretes con diseño de cocodrilos, elaborados en cuero de cabra, trabajados artesanalmente por el taller de curtiduría de la familia Córdova Palacios en Ocotlán de Morelos, cortados en láser, pintados con óleo y aplicación de hoja de oro de 24 kilates, cuyos fondos recaudados irán al DIF de Oaxaca para la compra de aparatos auditivos, sillas de ruedas y apoyo a personas con capacidades diferentes.
–Ya ve, maestro, por qué dicen que si hubiera un Toledo en cada estado México sería diferente.
–Dígale a Gabriel Macotela que ya no bromee con eso, con uno basta (las declaraciones de Macotela se publicaron en estas páginas el 23 de agosto de 2014).
¿Después de Toledo? ¡El diluvio!
–¿Qué nos quedará cuando se vaya?
–¿Después de Toledo? ¡El diluvio! –suelta entre risas y alza las manos para pedir paz, que cese el fuego de los disparos fotográficos, para huir de la prensa e irse corriendo a la inauguración de la exposición del cubano Kcho, revisar junto con su colega las primeras impresiones litográficas hechas con las piedras que le trajeron de La Habana, saludar a los pescadores que vendieron sus barcas para la construcción del enorme lagarto que se exhibe en la sala principal del CaSa, luego, escaparse a tomar un vaso de agua de guanábana y de nuevo escabullirse de los invitados que lo persiguen, rumbo a su casa, a su taller en la ciudad de Oaxaca, refugio en el que anhela recluirse.

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