Horizonte ciudadano
Rosa Esther Beltrán Enríquez
Septiembre
25 de 2014
En primera plana
El domingo pasado algunos diarios locales y
regionales nos sorprendieron con la insólita noticia de que, “Por primera vez
en la historia, el Congreso de Coahuila será ocupado por más mujeres que
hombres” siendo así el primer estado del País en tener
un Congreso con mayoría absoluta femenina, ya que la próxima
Legislatura estará conformada por 13 mujeres y 12 hombres; la sala
regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación resolvió
así la impugnación presentada por el PAN contra la asignación de diputaciones
plurinominales en el Estado.
De manera que en la próxima Legislatura que iniciará
en 1 de enero de 2015 estarán: Martha Garay, Lilia Isabel Gutiérrez,
Verónica Martínez, Irma Leticia Castaño, Ana Isabel Durán, Carolina Morales,
Georgina Cano, Sonia Villarreal y las pluris Claudia Morales, Larisa
Montiel, Yolanda Acuña, María de Jesús Martínez y Patricia Garza.
Por supuesto que la decisión del Trife levantó
ámpulas; los que conocen a David Aguillón afirman que estuvo a punto de
arrancar su cabellera a tirones de no ser porque Rubén Moreira lo conminó a la
mesura; igualmente, Sergio Garza Castillo de la UDC pretende impugnar el
dictamen ante la sala superior del TEPJF, al depuesto diputado electo se le
olvidó que la paridad de género es válida solo para las mujeres.
A pesar de que
la equidad de género se incluyó en la Ley Electoral estatal desde el
2002 (art. 20) en el Congreso local la participación de las mujeres como
diputadas ha sido inestable y mínima, veamos: en la LV Legislatura las mujeres
lograron 6 curules, con 18.7 por ciento , en la LVI lograron 7, y 20 por ciento, en la LVII el
porcentaje cayó hasta un 8.5 con sólo 3 diputadas, en la LVIII con 6 diputadas y
un 19.5, y en la actual LIX, el
porcentaje volvió a caer al 12 por ciento, con sólo 3 diputadas, los datos son reveladores,
en 5 elecciones de 14 años las diputadas no fueron más de 7; ¿a qué obedeció
esa discriminación, ese rezago a pesar de las continuas reformas que incluían
la equidad y la paridad de género?
Una respuesta obvia es la misoginia imperante en los
partidos políticos y en los gobernantes que intervienen, éstos indebidamente,
en la selección de candidatas y candidatos a los puestos de elección popular.
Si bien es un
hecho histórico el que en la próxima Legislatura cuente con más mujeres
que hombres, es lamentable que haya sido mediante una impugnación a las
decisiones del IEPC y del Tribunal Estatal Electoral y no por la participación
directa de los electores.
Veo imposible
que por sí mismo el mayor número de diputadas pueda cambiar la dinámica del
Congreso respecto a la urgencia de liquidar
el autoritarismo corrupto y edificar una nueva arquitectura parlamentaria
sustentada en la ética, para que los diputados dejen de ser los
verdugos del pueblo, aprobando deudas públicas y reestructurándolas a modo así
como romper la hegemonía del gran legislador Rubén Moreira o abolir la congeladora.
Pero es cierto que este hecho termina de súbito con
la hegemonía masculina, además la acción sienta jurisprudencia que tendrá que
observarse en los próximos casos que se presenten en los Congresos estatales;
las priistas acostumbradas a acatar la “línea”
deberán cuidarse para no ser exhibidas como participes de la corrupción y
elevar con sus pares la calidad de la representación política porque todas van
a estar en la mira.
Lo menos que se puede esperar de ellas es que
establezcan una agenda legislativa de género en la que se incluyan las
cuestiones que lastiman e interesan a las mujeres, sobre todo a las que padecen
mayor pobreza.
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