PARÍS.- Casi 400 muertos y mil 700 heridos en sólo cuatro días, del 27 al 30 de diciembre. Edificios, casas, escuelas, comercios, mezquitas, puertos, centros administrativos, policiales y militares destruidos. Es el saldo de la operación Plomo Endurecido lanzada por Israel contra la Franja de Gaza, la más sangrienta desde 1967, año en el que el ejército hebreo conquistó ese pequeño territorio palestino.
¿Qué buscan el gobierno encabezado por Ehud Olmert y las fuerzas armadas israelíes con ese ataque? Sus motivaciones parecen complejas.
Llevan meses preparándose para resistir un ataque masivo hebreo. Hasta donde se puede saber viven en refugios subterráneos; sólo algunos salen para lanzar misiles y todos esperan la invasión terrestre del ejército israelí, con la certeza de que les infligirá graves pérdidas.
Explica Barah Mikail, investigador del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas, de París: "Los israelíes no se hacen ilusiones de que podrán desarticular a Hamas o sacarlo del poder. Saben que esta organización cuenta con una base social sólida y una popularidad real en la Franja de Gaza. No pretenden destruirlo. Su meta es neutralizarlo y demostrar que son ellos, y sólo ellos, quienes deciden cuáles deben ser las regla del juego".
¿Lograrán su cometido? Mientras más desate su poderío militar contra ese territorio minúsculo donde se encuentran apresados 1 millón y medio de personas, a Israel le será imposible argumentar que se limita a defenderse.
Al comienzo del operativo Plomo Endurecido las reacciones de Estados Unidos y de la Unión Europea no fueron muy severas con Israel; sin embargo, ahora ejercen presión para lograr una tregua. El 30 de diciembre Francia propuso un cese al fuego de 48 horas "para crear un clima de calma". Al parecer, el planteamiento llamó la atención del ministro de Defensa, Ehud Barak, pero fue rechazado por los altos mandos militares y los responsables de los servicios de seguridad.
El momento escogido por Ehud Olmert para lanzar la operación Plomo Endurecido dista de ser anodino. El próximo 10 de febrero se realizarán en Israel importantes elecciones legislativas anticipadas, que permitirán la formación de un nuevo gobierno. La batalla ente los aspirantes al puesto de primer ministro es implacable.
Oportunismo
Los ataques que Hamas empezó a lanzar contra civiles israelíes el pasado 19 de diciembre favorecieron a Benjamín Netanyahu, candidato ultraderechista del Likud, y llevó a sus contrincantes a endurecer aún más su posición en torno a estos islamistas electos democráticamente en 2006 en Gaza, quienes acabaron por apoderarse de la franja en junio de 2007, luego de haber derrotado a las fuerzas del Fatah.
Tzipi Livni, actual ministra de Relaciones Exteriores, líder del partido Kadima en el poder y que sueña con dirigir el país, participó activamente en todos los preparativos del ataque contra Gaza.
Por su lado, Meretz, partido de izquierda que hasta hace poco se vanagloriaba de sus posiciones pacifistas, emitió discursos de corte militarista contra Hamas. Los palestinos de la Franja de Gaza pagan un precio exorbitante por esa competencia electoral.
Pero también sufren por la lucha férrea entre Hamas y Fatah. El próximo 9 de enero terminará legalmente el mandato del presidente Mahmud Abbas. Hamas exige que se realicen nuevas elecciones presidenciales. No obstante, Fatah, con base en la ley básica enmendada por el anterior parlamento de la Autoridad Nacional Palestina, afirma que las elecciones legislativas y presidenciales deben efectuarse al mismo tiempo, es decir en enero de 2010. Hamas replica que anuló esa enmienda en 2006, cuando era mayoritario en el parlamento.
Mientras más se acerca el fin del mandato de Abbas, más aguda se torna la crisis al interior del movimiento palestino. La estrategia política y militar de Hamas es clara. Sabe que la violencia israelí le sirve, pues agudiza la radicalización de sus seguidores tanto en Gaza como en Cisjordania.
Apuesta a que su firmeza ante Israel aumente su prestigio entre los palestinos y desacredite aún más a Abbas. De hecho, el presidente palestino se nota rebasado por los acontecimientos.
El período de transición entre Bush y Obama también ha desempeñado un papel importante en el lanzamiento de la operación Plomo Endurecido. Israel aprovechó la coyuntura en que se encuentra el Ejecutivo estadunidense para que cuando Obama llegue a la Casa Blanca los hechos estén consumados.
En los albores de 2009 nadie sabe en qué puede desembocar la crisis actual. ¿Invadirá la Franja de Gaza la fuerza de 6 mil 500 soldados israelíes desplegados en la frontera con el enclave palestino? ¿Corren el riesgo de empantanarse como les ocurrió en Líbano en 2006? ¿Cómo reaccionará la comunidad internacional ante un baño de sangre todavía más terrible que el actual, que traería consigo semejante invasión? ¿Se prenderá el polvorín regional?Israel ya tuvo que desplegar fuerzas a lo largo de su frontera con Líbano, pues sabe que el Hezbollá logró reconstituir su fuerza militar gracias a la ayuda de Irán y de Siria. De agravarse aún más la situación en Gaza es probable que el movimiento libanés se lance a la guerra; para ello contaría con el apoyo de Teherán y Damasco. De hecho, Siria decidió interrumpir las negociaciones indirectas que sostenía con Israel bajo la égida de Turquía.
Proceso 04/01/2009
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