Roberto Garduño y Enrique Méndez
La descomposición de las estructuras sociales en México han propiciado que el país se encuentre hoy en el quinto lugar mundial con altos índices de delincuencia organizada, y en el decimotercer sitio en delitos de orden común. Esta situación se debe a que uno de cada cuatro mexicanos es víctima de un crimen cada año.
Durante el foro Hacia la prevención del delito en México, organizado por el PRD en la Cámara de Diputados, Irvin Waller, experto en criminología de la Universidad de Ottawa, sostuvo que uno de cada cuatro mexicanos es víctima de un crimen del fuero común.
Tal incidencia obedece, dijo Waller, a las complicadas condiciones que enfrenta la juventud, pues vive en relativa pobreza, violencia familiar, padece exclusión o deserción escolar y desempleo, cultura de violencia, alcoholismo en su entorno y relativa facilidad para acceder a las armas.
Frente a tal calamidad, dijo el académico, la Organización de la Naciones Unidas (ONU) propone crear una oficina permanente que busque reducir el delito, al contar con un sistema de información acerca de las tendencias y causas de violencia y capacitar a recursos humanos.
El consultor de la ONU, Edgardo Buscaglia, expuso la urgencia de instaurar un gabinete operativo con funcionarios que sean asesores técnicos-operativos que se encarguen de implementar las estrategias.
De acuerdo con un reciente estudio, la criminalidad aumentó en 107 países que focalizaron la lucha contra la delincuencia organizada con mecanismos represivos y no con preventivos –cómo sucede en México.
Por su parte, la diputada del PRD, Claudia Cruz Santiago, refirió que una de las conclusiones del encuentro celebrado en San Lázaro fue que “aprendimos que la prevención no está estructurada ni en las secretarías de seguridad ni en instituciones del Poder Judicial, sino en otros factores que van encaminados en el desarrollo de las personas, como salud, educación, trabajo y desarrollo social”.
Waller insistió en que en México el 2 por ciento del dinero que se gasta en represión debe canalizarse a la prevención. “Esto es esencial para frenar el aumento de la delincuencia”, dijo.
La Jornada24/01/2009
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