sábado, 3 de enero de 2009

Blues, blús, bluuuussss

Disquero


Pablo Espinosa (disquero@jornada.com.mx)



Cataratas de rocas en la voz, ríos de sudor en las mejillas, lagunas brillantes de lágrimas en los iris, un coche rojo y una guitarra que suena a relámpago rompiendo el alba. Merced a tales atributos el mundo lo llama Maestro, aunque él prefiere llamarse Taj Mahal, como aquella maravilla arquitectónica que emblematiza a la India y que el Maestro eligió para hacer on-dear el mensaje revolucionario de paz de Mahatma Gandhi.

En la realidad se llama Enrique Santa Clara Federicos, es decir Henry St. Clair Fredericks, nombre de pila que le fue impuesto cuando nació en Harlem hace 66 años, y desde entonces no ha perdido conexión con el modo en que suena el planeta y le ha puesto más sonidos todavía con su guitarra veloz, su armónica como locomotora de medianoche y su banjo de sonido campirano y hondo.

Don Taj celebra 40 años 40 de estar metido en los estudios de grabación pariendo discos a placer y por doquier. La fiesta que se armó se titula precisamente Maestro e invitó a algunos de sus alumnos, entre ellos los mismísimos Los Lobos, contramaeses de la música chicana y aulladora. También suenan la kora del gran Toumani Diabate, la voz de Angelique Kidjo y el reggae del hijo de Bob Marley, Ziggy. Está de rechupete este festejo.

Y junto a este disco esplenden otros dos que, si bien no están recién salidos del horno, lucen entre las novedades discográficas locales porque los avatares de la aduana los hicieron llegar apenas: Jammin’blues, del maestro Buddy Guy, sin duda el mejor blusista del momento, y si a esas vamos, ahí está el álbum Queen of the blues, de la maestra Koko Taylor, heredera de las grandes shouters de la historia (Bessie Smith, Big Mama Thornton) y que canta como solamente lo hacen las rocas perladas de lluvia y musgo al rodar por entre el agua inquieta de un arroyo transparente.

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