Víctor Ballinas
El ombudsman nacional, José Luis Soberanes Fernández, afirma a La Jornada que al gobierno del presidente Felipe Calderón Hinojosa “no le preocupa el tema de los derechos humanos. No son su prioridad”.
Abunda: los problemas políticos y los cuestionamientos “impidieron que el Ejecutivo pudiera entrar con el empuje que normalmente llegan los gobernantes de este país. Ello motivó que no hubiera un planteamiento presidencial para avanzar en el rubro”.
Aunado a ello, continúa, “desde el comienzo del gobierno Calderón se ha visto enfrascado en los temas de seguridad pública y lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Está metido en otros problemas y no le preocupa el de los derechos humanos”.
Soberanes Fernández, con casi una década como titular de la CNDH –es el primero que concluye el periodo de cinco años y logra una relección, que terminará en noviembre próximo–, apunta en entrevista: “mi aprendizaje en estos años ha sido ser tolerante. Muchas veces eso nos falla como seres humanos, al no saber reconocer en el otro valores innatos, al menospreciar o al injuriar al que es diferente. Me llevo ese aprendizaje”.
El deseo de portarse bien...
–Le tocó estar al frente de la comisión con tres presidentes. ¿Cómo evalúa esas gestiones?
–Con Ernesto Zedillo me tocó sólo un año y era el electoral, en el cual siempre hay el deseo de portarse bien, de dar buena cara. La CNDH no tenía el impacto que consiguió después, porque era una dependencia de la Secretaría de Gobernación muy acotada y eso hacía que no tuviera mucha credibilidad.
“En el gobierno de Vicente Fox parecía al comienzo que las garantías básicas iban a ser prioridad, pero la realidad se encargó de desmentirlo. Todos sabemos que los colaboradores del Presidente eran muy pequeñitos, no estaban a la altura de los retos que el país enfrentaba en ese momento. Por tanto, el cambio que requería la nación, que implicaba un avance de los derechos humanos, no se dio.
“Al principio –del gobierno foxista– muy bien, la luna de miel, pero después le importó poco el tema. Luego vino el desorden en el gabinete, la desilusión generalizada de la población sobre Fox, lo que llevó a un deterioro de la vida política del país, y acabó mal el sexenio.
“El inicio de la administración de Calderón estuvo marcado por problemas políticos y cuestionamientos, y no hizo un planteamiento en la materia.”
–¿Dónde ubica el quiebre en materia de derechos humanos en el gobierno de Vicente Fox?
–Fox había generado muchas expectativas. En burla me gusta decir que fue como el gran Makakikus. ¿Se acuerda de aquella película de Pardavé? Que no era más que una farsa. Bueno, su compromiso no quedó mas que en palabras o discursos bonitos que nunca se concretaron. Cuando se le planteaba avanzar en el tema nunca hubo respuesta. Muchas veces sentí que nos veía como mal necesario.
–En la recomendación 26/2001 sobre los desaparecidos en la guerra sucia se señala la responsabilidad del Estado en esas acciones, pero no pasó nada.
–En el trabajo que hizo la CNDH están perfectamente señalados los responsables, pero todo quedó en agua de borrajas. Fue muy decepcionante.
–¿Y en la recomendación sobre las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez?
–También está incumplida. Fue culpa del gobierno al haber puesto como responsable del asunto a una persona que no tenía facultades ni capacidad para sacar el buey de la barranca. Fue una oficina carísima, con magros resultados, total y absolutamente desilusionantes. La fiscalía que creó la PGR no ha metido a nadie a la cárcel. Es desilusionante, pero se convirtió en botín político.
–¿Hay deuda del Estado con los familiares de los desaparecidos, las mujeres asesinadas y la sociedad?
–Por supuesto hay una deuda política que cada vez va a ser más difícil pagar. Creo que quedan también como baldón en la historia de México esos dos temas por la negligencia de los que tuvieron a su cargo esas cuestiones.
–Pero los mayores cuestionamientos al ombudsman nacional por la sociedad indudablemente se han dado en este gobierno, con el caso de la indígena Ernestina Ascencio.
–Sí, evidentemente Calderón se precipitó al hacer declaraciones sin fundamento. Para mí, los informes se los dieron los médicos que estuvieron presentes en la segunda necropsia de la mujer. Fue una declaración precipitada, pero también es muy lamentable que mucha gente de izquierda, en lugar de asumir una actitud razonable y querer ver los hechos tal como fueron, se cerrara y tomara una actitud de mofa. Ahora dicen que yo aseguré que la señora había muerto de gastritis, y eso nunca lo expresé. Claramente señalé que había fallecido de un cuadro de trombosis mesentérica.
–Ese hecho marcó a la CNDH y fue el comienzo del descrédito.
–Es una actitud de obstinación, cerrazón, de gente vinculada a la izquierda. Cuando estuve en la Cámara de Diputados para explicar el caso solicité a los peritos que hablaran. Hubo una legisladora que dijo: “No queremos oírlos”. Ésa es la verdad: nunca quisieron escuchar, ver ni razonar. Entonces, esto quedó convertido en un pleito de dimes y diretes, nunca en el ejercicio razonable de una investigación.
–Ese capítulo no se cerraba aun cuando la CNDH volvió a ser motivo de severos cuestionamientos en un informe.
–Sí, lo recuerdo muy bien. Fue muy lamentable la actitud de Human Rights Watch, porque en lugar de volverse defensora de los derechos humanos se convirtió en agente de las luchas por el botín, porque para muchos eso representa la CNDH. O sea, el informe de la organización es una vergüenza. No entiendo cómo una institución que se supone tiene prestigio en la defensa de las garantías se prestó a hacer afirmaciones sin sustento, simple y sencillamente para seguir un juego politiquero. Para mí es muy lamentable.
–¿Qué episodios recuerda como decepcionantes en la defensa de esos derechos?
–Hubo muchos casos. Uno fue el de Lázaro Cárdenas en Michoacán, donde se investigó, se hizo un buen trabajo y no se aceptó la recomendación. Ahí quedaron homicidios impunes. Otro fue Atenco. Más recientemente el caso del periodista Bradley Will, en el cual un inocente está en la cárcel por una actitud de soberbia (de la PGR) de no querer aceptar la recomendación.
Los casos Oaxaca y Atenco no están cerrados
–¿Oaxaca ya es caso cerrado?
–No, porque ahí están las causas, las cosas pendientes. Todavía hay heridas abiertas.
–¿Los casos de los desaparecidos, Atenco y Oaxaca siguen siendo asignatura pendiente?
–Atenco y Oaxaca continúan pendientes, están en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
–¿Se siente satisfecho de su trabajo al frente de la comisión?
–Sí, hicimos muchas cosas, pero faltaron muchas.
–¿Cuáles son los pendientes?
–Se tiene que hacer una buena reforma constitucional, la cual tendría que ir en dos líneas: avanzar en la reglamentación de las garantías individuales, y que las comisiones nacional y estatales puedan promover controversias constitucionales y perfeccionar el sistema de designaciones de ombudsman.
–Este año habrá elección de presidente de la comisión. ¿Espera que se incrementen las tensiones y las descalificaciones a su trabajo?
–Creo que tendrían que hacer propuestas y no descalificaciones, porque ya no voy a competir. ¿Qué ganan con cuestionar lo que pude haber hecho o dejé de efectuar? Ahí están las constancias de mi trabajo.
La Jornada11/01/2009
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