La detención del mayordomo de Ratzinger no frena el flujo
El diario ‘La Repubblica’ publica tres nuevas misivas
Nido de cuervos en el Vaticano
Pablo Ordaz Roma 3 JUN 2012
Hay más cuervos en libertad. La detención de Paolo Gabriele, el mayordomo del Papa, no ha resultado suficiente para acabar con la filtración a los medios de comunicación de la correspondencia privada de Benedicto XVI. Más bien al contrario. Supuestos compinches de Paoletto amenazan con ir desvelando gota a gota “centenares” de cartas que dicen tener en su poder. Y, para demostrar que la cacería en el Vaticano no ha hecho más que empezar, ahora sitúan el foco de la sospecha sobre monseñor George Gäenswein, el secretario personal de Joseph Ratzinger.
El secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, y el citado padre George serían, según una carta enviada por un supuesto cuervo al diario La Repubblica, “los verdaderos responsables”. La fuga de cartas obedecería a un siniestro pacto entre ellos. “Del archivo privado de monseñor Georg Gäenswein salen continuamente documentos reservados a favor del cardenal Bertone”. En consecuencia, el mayordomo —que continúa detenido e incomunicado en las dependencias de la Santa Sede— solo habría jugado el penoso papel de “chivo expiatorio”.
Para demostrar que muerto el cuervo no se acabó la traición, el nuevo filtrador hace llegar al periódico italiano dos misivas entre Gäenswein y Bertone y una tercera que tiene como protagonista al movimiento neocatecumenal del español Kiko Argüello.
El 14 de enero de 2012, el cardenal Leo Raymond Burke, máximo responsable del Tribunal Supremo de la Santa Sede, le escribe una carta subida de tono al secretario de Estado vaticano, Tarcisio Bertone, que la lee dos días después. Monseñor Burke se muestra indignado porque, sin él haber sido consultado, se vaya a aprobar por parte de la Santa Sede una liturgia propia para el Camino Neocatecumenal. “Como cardenal miembro de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, no puedo dejar de expresar a Vuestra Eminencia el asombro que me ha causado (…)”. Y añade que, como fiel conocedor de los gustos litúrgicos de Ratzinger, puede asegurar que la liturgia que se va a aprobar no coincide con la línea marcada por Benedicto XVI para “la nueva evangelización”. Mal rollo, en suma.
No obstante, la versión oficial sigue siendo negar la mayor. El portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, aseguró: “El Papa conoce los problemas de la Iglesia, que son muchos. No se asusta por la situación creada con la filtración y la publicación de documentos reservados”. Preguntado por si esperaba ver nuevas cartas sobre el papel de los periódicos, dijo que no le sorprendería, y añadió: “Está claro que quien ha recibido esa cantidad de documentos sigue con su estrategia para lograr sus objetivos”. ¿Qué objetivos? Esa pregunta, que seguramente se la habrán formulado al mayordomo Paoletto por activa y por pasiva en su misterioso cautiverio, sigue sin ser respondida oficialmente.
Durante el fin de semana, el Papa —acompañado por los cardenales protagonistas de la guerra abierta— presidió en Milán el VII Encuentro de las Familias, al que, según los medios italianos, asistieron más de un millón de personas.
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