Mario Balotelli fue el hombre de la noche al anotar los goles que cambiaron la historia del encuentro.
Dpa
Publicado: 28/06/2012 15:48
Varsovia. Italia combinó hoy el peso de la historia y un oportunismo letal para frenar por 2-1 a la entusiasta selección alemana y avanzar a una final de la Eurocopa en la que el domingo le disputará el título a la actual campeona, España.
El excéntrico y frecuentemente criticado Mario Balotelli fue el hombre de la noche en el Estadio Nacional de Varsovia al anotar a los 20' y 36' los goles que cambiaron la historia del encuentro. Mesut Özil puso de penal a los 90'+2 las cifras definitivas. En plena reformulación de su identidad futbolística, Italia tiene una oportunidad de oro el domingo en la final de Kiev.
Así, a los dolorosos recuerdos de México '70, España '82 y Alemania 2006, los alemanes, incapaces de vencer a Italia en Mundiales o Eurocopas, le suman ahora el de Polonia/Ucrania 2012.
Cesare Prandelli tendrá las mejores intenciones, abominará del "catenaccio" y buscará en sus hombres una "ética" que vaya incluso más allá del trato que se le dé al balón. Todo muy cierto, pero el seleccionador italiano no podrá negar que la "azzurra" ganó hoy con mucho del espíritu de la "vieja Italia".
No porque haya vuelto a tener alergia a la pelota, sino porque sacó a relucir esa cualidad a la que Joachim Löw, entrenador alemán, temía en la previa del encuentro: ante una oportunidad, los italianos no la dejan pasar. Todo lo contrario de lo que les sucedió en los cuartos en la agónica victoria en penales sobre Inglaterra.
En el minuto 20 los dioses del futbol debían darle claramente la victoria a un equipo: Alemania, porque los de Löw venían asfixiando a Italia contra su arco. Andrea Pirlo salvó sobre la línea un tiro defectuoso de Mats Hummels y Gianluigi Buffon despejó con esfuerzo uno más potente y de media distancia de Toni Kroos, una de las novedades entre los germanos, que recuperaron a Mario Gómez en la delantera.
Alemania quería ganar la batalla del mediocampo, y lo venía logrando hasta ese minuto 20 en el que el futbol demostró una vez más que la "justicia" es relativa, que hay mucho más que eso en un partido.
El defensa Giorgio Chiellini le puso la pelota a Antonio Cassano sobre la izquierda, cerca del área, y el delantero del Milan se ocupó del resto: de media vuelta puso un centro perfecto al área chica dejando a Hummels girando como un trompo. Balotelli, al que Holger Badstuber sólo pudo ver saltar, puso el cabezazo franco en las redes de un Neuer petrificado.
Alemania comenzó a sentir el peso de la historia, le volvía el recuerdo de no haber sido capaz de derrotar nunca a los italianos en un partido de Mundial o Eurocopa. Italia ganaba así en confianza y Alemania en nervios.
Cassano se sentía cada vez más cómodo en el callejón que le dejaban Jerome Boateng y Hummels, y enseguida Alemania volvió a comprobar que el trabajo duro y la insistencia no son garantía de éxito. Italia, otra vez, sacó petróleo del césped polaco.
Corrían 35' y un potente tiro de media distancia de Sami Khedira que Buffon despejó al córner se convirtió en el inicio del segundo gol de Italia. El despeje cayó a los pies de Riccardo Montolivo, el italiano de corazón alemán.
Quizás por eso Montolivo fue cerebral como un alemán y sutil como un italiano: oteó el panorama sin apresurarse y recién entonces le puso un soñado pase de 40 metros al solitario Balotelli, que le ganó la espalda a toda una selección alemana adelantada aún en "modo córner".
El esfuerzo del pequeño Lahm por alcanzar al gigante del Manchester City no sirvió de nada. Balotelli lanzó un derechazo seco y potente arriba, a la izquierda de Neuer, y festejó como sólo él puede hacerlo: quitándose la camiseta y trabando toda su musculatura con gesto fiero. Enseguida recibiría la amarilla.
Löw hizo entrar a Marco Reus en lugar de Lukas Podolski y a Miroslav Klose, nacido en Polonia, en lugar del inexistente Gómez, que volvió a tener una de esas noches que ponen en duda su categoría.
Y a los 62' Reus le dio la razón a Löw con un gran tiro libre sobre la barrera que iba al gol antes de que surgiera el gran arquero que es Buffon.
La afción alemana venía siendo generosa en el aliento, pero no había mucho que hacer, porque Italia ya había "matado" el partido con aquellos dos mazazos de Balotelli, reemplazado a los 69' por Antonio Di Natale. Si incluso Badstuber terminó en el piso ante un hábil Claudio Marchisio, que a los 75' casi pone el 3-0. El penal que convirtió Özil en la agonía del encuentro selló el 2-1, resultado avaro con las oportunidades italianas.
Detalle menor, lo que le importó a la "azzurra" fue que volvió a confirmarse como un equipo que sabe competir como pocos: de las 11 semifinales de Mundiales o Eurocopas que jugó, ganó nueve. Sólo la Unión Soviética, en 1988, y Argentina, en 1990, la dejaron fuera de una final, ésa que en la noche del domingo, ante España, centrará la atención de todo el "planeta futbol".
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