Vanguardia
09 abril 2012
Afirma especialista que el pintor barroco fue asesinado por orden de los Caballeros de la Orden Malta, en complicidad de la Curia romana
Según un nuevo estudio, el pintor barroco italiano “Caravaggio”, cuyo nombre real es Michelangelo Merisi, probablemente murió por asesinato y no debido a la peste en una solitaria playa; y el siniestro fue realizado por sicarios de los Caballeros de la Orden de Malta, en complicidad de la Curia romana.
Así lo afirma en un estudio Vincenso Pacelli, quien es un investigador del artista, quien tras el 400 aniversario del “pintor maldito” se dedicó a examinar a fondo las razones de la muerte y el resultado lo publicará próximamente en un libro.
Pacelli declaró en exclusiva a la agencia de noticias ANSA estas conclusiones a las que llegó luego de haber leído documentos del Archivo vaticano y del Estado italiano. Según el portal Ansa.it, Caravaggio habría sido asesinado en Palo de Ladispoli, “a pocos kilómetros de Civitavecchia, que era el puerto de Roma sobre el mar Tirreno, y no en una playa solitaria de Porto Ercole”.
“Según la versión hasta ahora conocida, allí lo desembarcaron los tripulantes de la embarcación que lo transportaba a Roma cuando el artista mostró los primeros síntomas de una fiebre tifoidea.
“Para Pacelli se trató en realidad de un asesinato ‘de Estado’, cometido por sicarios enviados por la Orden de los Caballeros de Malta, decidida a vengar una ofensa a un oficial de alta jerarquía con la connivencia de la Curia romana”.
Según se describe en el portal, a la Curia “le convenía eliminar a un artista que ponía en tela de juicio los dogmas de la Iglesia Católica asimilándolos a su manera en el retrato de figuras de santos y mártires, incluyendo a la misma Virgen María y Jesús.
“Terminados los festejos por los 400 años de la muerte de Caravaggio, Pacelli decidió barrer los mitos y falsedades que se han tejido a lo largo de los siglos en torno al ‘pintor maldito’ por excelencia: bebedor, pendenciero, amigo de prostitutas y algo más que un simple admirador de la belleza juvenil masculina.
Pacelli descartó por comlpeto “el supuesto descubrimiento de los restos del pintor en el pequeño cementerio de San Sebastián en Porto Ercole, un año atrás. Según el investigador Caravaggio partió en julio de 1610 de Nápoles, ciudad en la que había empezado y terminado un largo periplo por el sur de Italia, escapando a la pena de muerte que le había conminado un tribunal eclesiástico en Roma.
“El pintor viajaba a bordo de una falúa, llevando consigo tres telas terminadas que esperaba le sirvieran de salvoconducto para salvarse de la pena capital. Mientras en Palo de Ladispoli existe un documento que certifica el paso de Caravaggio por el puerto al ser detenido por la policía para averiguaciones, ningun documento médico llegado hasta nuestros días prueba el hallazgo de un cadáver en la playa de Porto Ercole.
“Existe, eso sí, un documento firmado por el médico de Caravaggio, Giulio Mancini, que dice que el pintor murió de muerte violenta en Civitavecchia. Sin embargo una mano borró el nombre, reemplazándolo con el de Porto Ercole. También el bibliotecario de la Orden de los Teatinos, Francesco Bolvito, habla de asesinato, mientras un documento encontrado en 2001 que refiere de la muerte de Caravaggio en Porto Ercole es apócrifo, y además fechado un año antes de la verdadera muerte del pintor, ocurrida el 18 de julio de 1610”.
Tales misterios, se indica, son debidos a tres personajes que se quedarían con las telas del pintor: “el virrey de Nápoles, el cardenal Escipión Borghese y Costanza Sforza Colonna, todos protectores y mecenas de Caravaggio. Hace dos años Silvano Vincenti había anunciado el hallazgo de los huesos de Caravaggio afirmando que lo confirmaban todos los exámenes disponibles para la identificación de cadáveres: desde el carbono 14 hasta el ADN y los metales pesados presuntamente procedentes de las pinturas que maniobraba el artista”.
Pacelli considera, por su parte, que el cadáver de Caravaggio “fue hecho desaparecer por sus propios asesinos, que lo habrían arrojado al mar”.
“En su opinión, los ciudadanos de Porto Ercole se apropiaron de una ‘leyenda falsa y tendenciosa, circulada en su época, para poder vanagloriarse de poseer los restos mortales de uno de los pintores más famosos de la historia del arte’, indica el portal.
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