■ Para mi padre el periodismo era una mezcla de técnica y oficio con llama sagrada: Taibo II
■ Fue alguien que rendía tributo y homenaje constante a la vida, manifestó su hijo Benito
Arturo Jiménez
Arturo Jiménez
Siempre abierta para recibir a decenas de amigos y admiradores en innumerables tertulias, la puerta de la casa de Paco Ignacio Taibo I, en la calle de Culiacán, en la Condesa, permaneció de nuevo franca ayer para que este escritor y periodista asturiano y mexicano pudiera ser despedido por última vez, al fallecer a los 84 años a causa de una neumonía y luego de varios años de padecer el mal de Parkinson.
Pero, como él mismo lo hubiera deseado –según dijeron dos de sus tres hijos: el narrador Paco Ignacio Taibo II y el poeta Benito Taibo, así como su nieta Marina Taibo III, fotógrafa–, la atmósfera de la casa fue envuelta más por el buen ánimo y la evocación que por la tristeza, pues Taibo I vivió de manera “intensa, apasionada, generosa, honesta, congruente y con un sentido del humor muy potente”.
El cuerpo de Paco Ignacio Taibo I (19 de junio de 1924-13 de noviembre de 2008), colocado en ataúd en la sala de su casa, cubierto con un sarape, fue velado ayer y este viernes será cremado a las 11 horas en ceremonia privada.
Siempre una sonrisa
Generosos como su padre, Paco Ignacio Taibo II y Benito recibieron y atendieron a amigos y periodistas, y destacaron valores del fallecido y de la familia, como el espíritu de tribu, el cual, dijeron, es colectivo, comunitario.
“Para mi padre el periodismo era una mezcla de técnica y oficio con llama sagrada; no lo consideraba un negocio sino una misión, la voz de quienes no la tienen; él decía: trinchera que agarres, úsala”, dijo Taibo II, y compartió que siempre le enseñó “las artes de resistir”.
Recordó “su extraño respeto por la televisión”, su crítica a la izquierda por sólo satanizar a ese medio y dejar libre esos espacios para que “se cuele toda la mediocridad”, su conflicto con Emilio Azcárraga o sus aportes cuando dirigió los noticiarios del Canal 13.
“También usó el cine y la gastronomía para hacer sociología”, dijo, y resumió: “Fue un privilegio haber sido hijo de Paco Ignacio Taibo I, desde todos los puntos de vista: profesional, personal, amoroso.”
El poeta Benito Taibo dijo: “Mi padre deja una enseñanza moral y ética, que es lo más importante. Ha sido un privilegio ser su hijo y un verdadero honor, porque no era sólo un padre sino un maestro. Papá siempre pensó que este era un mundo maravilloso, a pesar de algunos de los habitantes del mismo. Él fue alguien que hacía un tributo y un homenaje constante a la vida. Pese a sus muchas enfermedades en los años recientes, te acercabas a él y siempre seguía sonriendo”.
Incluso la nieta, Marina, hija de Taibo II y de la promotora cultural Paloma Sáiz, directora de la Feria del Libro del Zócalo, compartió varias anécdotas, como cuando viajó toda la familia a Nueva York, ciudad que le gustaba sobremanera a Taibo I, o cuando ella visitó por primera vez París con sus abuelos.
Escribió varias novelas y deja una obra inconclusa que Benito y Paco II revisarán para publicarla.
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