PRESENTAN LIBRO HOMÓNIMO
El Programa de Acción Diferida les permite seguir estudiando, trabajar legalmente y viajar fuera del país
domingo, 05 de octubre de 2014
MÉXICO, DF (Apro).- El 28 de septiembre Nancy Landa ingresó junto con otros 40 jóvenes al edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), en la avenida Juárez de la Ciudad de México, para celebrar un encuentro con el canciller José Antonio Meade. Como los demás chicos, Nancy nació en México, pero también es estadounidense. Pasó la mayor parte de su vida en aquel país, a donde llegó indocumentada cuando era menor de edad. Y como los demás, hoy está de vuelta en su patria natal después de muchos años. La diferencia es que los 40 jóvenes vienen de visita, y Nancy no: a ella la deportaron hace cinco años, llegó sin nada y no puede volver. Los otros muchachos, en cambio, atravesarán la frontera el siguiente fin de semana.
Un hecho fortuito provocó que fueran tan diferentes las situaciones de los dreamers (soñadores, visionarios) que visitaron México con la que viven Nancy y otros 500 mil jóvenes deportados o retornados desde Estados Unidos en la última década. Hasta agosto de 2012, los dreamers en Estados Unidos no tenían posibilidad de evitar la deportación o salir del país y regresar legalmente; pero en junio de ese año, el presidente Barack Obama anunció, mediante una orden ejecutiva, el Programa de Acción Diferida, conocido como DACA, que aunque no soluciona su estatus migratorio, les permite seguir estudiando, trabajar legalmente y viajar fuera del país.
Según cifras del Pew Research Center, 1.7 millones de jóvenes eran candidatos a beneficiarse de esta medida al momento de su anuncio. Hasta la fecha, poco menos de 450 mil se han acogido a ella.
Aunque muchos de los dirigentes dreamers se inscribieron al DACA —y por esa razón 40 de ellos pudieron viajar a México—, los más radicales se han negado, como una forma de resistencia ante lo que consideran una medida paliativa que agrava la situación de la comunidad indocumentada.
En 2013, un año después de la entrada en vigor del DACA, la administración Obama deportó a 430 mil personas, 20 mil más que el año previo y 51 mil más que en 2011. Muchos de ellos son padres o hermanos de dreamers. En toda su administración, la cifra supera los 2 millones, más que cualquier otro presidente en la historia del país.
MÉXICO LINDO
"Siento maripositas en el estómago y no puedo dormir. Mañana es el viaje que he estado esperando por ¡17 años! México lindo y querido, regreso a ti, y no deportada, como muchas veces lo pensé."
Érika Andiola, una de las dirigentes más activas del movimiento Dreamer en Arizona, compartía así en Facebook, el 29 de septiembre pasado, su emoción por el viaje que estaba a punto de emprender.
Unas horas antes de que Érika compartiera en internet su emoción por el viaje a México, otro grupo de jóvenes que vivieron indocumentados en Estados Unidos y están de vuelta en el país celebraban su primer gran éxito. La noche del 27 de septiembre, el grupo Los Otros Dreamers presentó el libro homónimo, escrito por la investigadora Jill Anderson e ilustrado por la fotógrafa Nin Solís. Esa obra reúne las historias de 26 jóvenes dreamers que fueron deportados o que tomaron la decisión de retornar a México ante la falta de oportunidades en el país del norte. Para ellos, el DACA llegó demasiado tarde.
Nancy Landa es una de las jóvenes perfiladas en el libro. Tras 20 años de vivir en Estados Unidos, con una exitosa vida académica y profesional, recibió una orden de deportación en 2009, a los 29 años de edad. La noche de su expulsión, Nancy se encontró en Tijuana sin amigos, sin familia, sin dominar el español, sin más pertenencias que su bolso de mano con 20 dólares y un teléfono celular. De la nada, tuvo que iniciar una vida en el país que se supone es suyo y no conocía.
En los años siguientes, Nancy enfrentó el rechazo social en México —"pocha", "gringa", "deportada", "habla bien"—, la falta de apoyos gubernamentales para reincorporarse a la vida cotidiana y el nulo acceso a un buen empleo a pesar de estar bien calificada: en México, si no tienes un historial de trabajo a los 30 años y no dominas el español, las posibilidades de ser contratado son inexistentes.
NADIE AVISÓ
Nancy terminó trabajando donde la mayoría de los dreamers deportados termina: un call center. El perfil de los dreamers es perfecto para esa labor: el inglés es su primer idioma y conocen la cultura del país de donde les llaman. El problema es que ganan una miseria.
Cinco años más tarde, Nancy ha logrado adaptarse a la vida en México y forma parte activa del colectivo Los Otros Dreamers, que busca reunir a jóvenes en esta situación para formar una red de apoyo ante la dolorosa experiencia de la deportación o el retorno.
Tras la presentación del libro, Los Otros Dreamers comentaron las noticias: en unas horas empezarían a llegar los "dacamentados", como conocen coloquialmente a quienes han recibido algún tipo de documento gracias al DACA. Éstos serían recibidos como invitados especiales por el gobierno mexicano. En esa invitación no se consideró a ningún dreamer deportado o repatriado viviendo en México.
Cuando Nancy Landa se enteró de la visita, logró, a través de amigos comunes, establecer contacto con Julieta Garibay, dirigente del movimiento en Texas y de la red United We Dream. Originaria del DF, Garibay volvió a México tras 14 años sin estar aquí. Ya antes, a los 17 años, se había "autorretornado" por un tiempo, pero se dio cuenta de las dificultades de adaptación y aceptación de un joven criado en "el otro lado", así que volvió a Texas poco después.
"Varias personas que nos conocen, académicos, incluso dentro de la misma Secretaría (de Relaciones Exteriores), nos preguntaban si Los Otros Dreamers íbamos a estar en la reunión, porque era lógico, ¿no? Pero nadie nos avisó", cuenta Nancy.
La reunión tuvo un sabor agridulce para Nancy.
EL ‘PEÑA NIETO EXPRESS’
La visita de los dreamers a México tiene lugar en un momento en el que resulta conveniente para la administración Obama demostrar que ha hecho algo por la comunidad inmigrante en Estados Unidos.
A un mes de la elección intermedia, que podría costarle el control del Senado al Partido Demócrata, el voto latino se tambalea ante la falta de respuesta de la administración para lograr algún avance en materia migratoria. Elegir a los líderes mediáticos del movimiento pro inmigrante más visible del país puede tener algún impacto positivo en la opinión pública de ese país.
Empero, la bienvenida a los dreamers "visitantes" contrasta con el mecanismo de invisibilización de los dreamers deportados y retornados a México durante décadas. No existen mecanismos de identificación o apoyo de esta población de medio millón de personas durante la última década, de acuerdo con la investigación de Anderson.
Daniel Arenas, fundador de Dream in Mexico, afirma que en los últimos años él y sus compañeros han buscado acercarse a organizaciones como el Instituto de los Mexicanos en el Exterior y con algunos senadores, sin resultado alguno.
"Para nosotros fue un choque tremendo ver esta bienvenida, porque ellos llegan comprando artesanías del sol azteca, y qué bonito que puedan hacerlo, pero es súper obvio que no entienden la realidad mexicana", puntualiza Anderson.
"Alguien de nuestro grupo dijo que venían en el ‘Peña Nieto Express’, porque traen una idea de la política estadounidense, pero ninguna de la política mexicana que ha facilitado su llegada y jugado con su visita, su interés y su derecho real de estar aquí."
Nancy agrega: "Si querían que conocieran México, ¿por qué en vez de Bellas Artes no los llevaron a visitar un call center? Ese es el México que encontramos nosotros a nuestro regreso."
EILEEN TRUAX
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