Continúan pesquisas en fosas clandestinas de Iguala, Guerrero. Foto: Octavio Gómez |
BOGOTÁ (apro).- El especialista colombiano en violencia y crimen organizado, Jorge Restrepo, está convencido de que la masacre de estudiantes en Iguala, Guerrero, pone a México en presencia de un fenómeno que Colombia conoce muy bien y que estremeció los cimientos del país en los ochenta y noventa: el narcoterrorismo.
“Creo que el crimen organizado en México trata de enviar un mensaje a toda la sociedad, un mensaje de terror y de sometimiento a la violencia. La matanza de estudiantes es el uso del terror por parte del crimen organizado. En Colombia le llamábamos narcoterrorismo y creo que lo que ocurre en México es narcoterrorismo”, dice a Apro el director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac) de Colombia, una plataforma de investigación sobre la violencia armada y su impacto sobre el desarrollo.
Restrepo recuerda que el narcoterrorismo surgió en Colombia a finales de los ochenta como respuesta del Cártel de Medellín a la extradición de nacionales a Estados Unidos y tuvo expresiones como el atentado explosivo contra un avión de Avianca el 27 de noviembre de 1989, en el que murieron sus 110 ocupantes. Esa escalada de violencia desatada por el crimen organizado culminó en 1991, cuando la Asamblea Constituyente abolió la extradición de colombianos. Entre atentados dinamiteros y ejecuciones, murieron unas 5 mil 500 personas, según estimaciones oficiales.
De acuerdo con el director del Cerac, las expresiones de narcoterrorismo que han tenido lugar en México –desde la masacre de 71 inmigrantes en San Fernando, Tamaulipas, en 2010, perpetrada por Los Zetas, y los 53 muertos del casino Royale en Monterrey, Nuevo León, en 2011, hasta las ejecuciones de estudiantes en Iguala— “son un fenómeno lo suficientemente grave como para estar alarmados”.
El politólogo colombiano Gustavo Duncan coincide con Restrepo en que México vive un fenómeno de narcoterrorismo “y en este caso de Guerrero lo que sorprende es la dimensión de la masacre y la sinrazón de este grupo (Guerreros Unidos) que lo que hace con este hecho es echarse encima al Estado mexicano y en estas condiciones ¿quién puede ya hacer cualquier tipo de transacción con ellos?”.
“El Estado mexicano está obligado a emplear todos sus recursos para resolver esto, acabar con este grupo y lanzar un mensaje contundente frente a una opinión pública que ha reaccionado con estupor ante esta masacre”, sostiene el candidato a doctor en Ciencias Políticas por la estadunidense Universidad de Norhwestern.
Para Restrepo, la masacre de estudiantes en Iguala “revela la debilidad del Estado mexicano y también de la sociedad mexicana, en el sentido de que al país le falta hacer conciencia de que la violencia es su principal problema”, agrega el doctor en Economía por la Universidad Royal Holloway de Londres.
También sostiene que “hoy en día el problema más serio para México no es la competitividad del sector petrolero, ni la falta de crecimiento económico, ni la pobreza… yo me atrevo a decir que el principal problema de México es la escalada de la violencia que afecta a los más jóvenes y que tiene unos costos inmensos en términos de desarrollo, más cuando esta violencia se vuelve terror”.
Restrepo, un experto en los fenómenos de violencia que azotan a América Latina, señala que México puede aprender de los errores que ha cometido Colombia en el combate al crimen organizado.
“Lo primero es que México no puede ceder a la presión del terror de las organizaciones criminales, como lo hicimos nosotros en 1991, cuando se prohibió constitucionalmente la extradición como consecuencia de una oleada del terror del Cártel de Medellín (liderado por el capo Pablo Escobar Gaviria). México debe comprender que estas concesiones no resuelven los problemas de violencia, sólo los pueden aplazar”, indica.
Luego afirma que “lo segundo que puede aprender México sobre lo que no se debe hacer es confiar en la justicia subsidiaria, como lo hicimos nosotros cuando reestablecimos la extradición, en 1996, que acabó por desvirtuarse hace unos pocos años por las debilidades de las investigaciones de la justicia de Estados Unidos sobre los extraditados, que en algunos casos han resultado inocentes. Cuando esto ocurrió, Colombia se quedó sin dientes y sin una política criminal fuerte para enfrentar al crimen organizado”.
“A nosotros nos distrajo el conflicto armado interno, pero en el caso de México no hay ninguna razón para que no desarrolle una política criminal sólida, focalizada en las organizaciones criminales, en la persecución de sus activos y en el control de los instrumentos de la violencia, que son las armas”, agrega Restrepo.
El director del Cerac y profesor de la Universidad Javeriana señala que a pesar de su historia de violencia y de las más de 200 mil víctimas que ha dejado el conflicto armado interno, Colombia no ha registrado una masacre de jóvenes estudiantes como la perpetrada en el estado mexicano de Guerrero, aunque sí se han dado múltiples casos en los que grupos de crimen organizado asesinan o desaparecen jóvenes.
Dice que el Cerac documentó 28 casos de jóvenes asesinados durante los tres últimos años en las barriadas populares de la noroccidental Medellín. “Se trata de jóvenes que le disputan al crimen organizado uno de sus grandes insumos, que es el uso de otros jóvenes en sus empresas delictivas. Aquí tenemos muchos jóvenes músicos muertos, porque la música, en entornos urbanos, es una modalidad para atraer a otros jóvenes y quitárselos al crimen organizado. Esto mismo puede estar ocurriendo en México”, considera el especialista.
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