sábado, 14 de julio de 2012

Latinoamericanos a la deriva en Noruega

Flor Santamaría

Oslo, Noruega

Sábado, 14 de julio de 2012


Llegan a Oslo desde el sur de Europa con poco dinero y un plan no muy claro de cómo establecerse en el nuevo país. Emigran porque alguien les dijo que "en Noruega, se vive muy bien", pero se encuentran con que el costo de la vida es demasiado alto y, como no hablan el idioma, es difícil encontrar trabajo.

Marilú Rodríguez, nativa de Perú con nacionalidad española, viajó desde Barcelona, donde dejó tres hijos, una nieta y "un montón" de deudas por pagar.

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"Me dijeron que se ganaba muy bien aquí, pero cuando llegas, el panorama es otro", explica.

Lo que la mantiene firme para resistir la situación precaria que atraviesa, dice, es la ilusión de que sus hijos tengan educación gratuita. "En España no hay esperanza".

Jorge Gaia lleva un par de semanas en Oslo. Es argentino-italiano, chofer de autobús. Quería "averiguar" sobre oportunidades laborales y desde que llegó paga en un refugio 250 coronas diarias, (unos US$40), donde tiene cama, aseo y acceso a la cocina.

"Aquí ningún extranjero puede vivir desempleado por mucho tiempo. Los empleadores no hablan Español, quien quiere trabajar debe comunicarse al menos en inglés"

Con una expresión de consternación en el rostro, dice que debe volver a Italia. "No puedo seguir pagando la habitación y no quiero vivir en la calle, pero quiero volver aquí", señala.

Encrucijadas como la de Jorge atraviesa un creciente número de hispanos pues de los 40 inmigrantes que a diario recibe el centro de información de Cáritas, una organización de la Iglesia Católica, alrededor del 40% habla español.

Pero contrario a Jorge, la mayoría decide quedarse, aunque tengan que vivir en la calle.

Mientras, se alimentan en comedores subsidiados o deciden entrar al mercado negro laboral, en el que trabajan más de lo legal y también ganan menos de lo que dice la ley. Por unos US$1.200 laboran los siete días de la semana mañana, tarde y noche.

Henrriette Munkebwe, del Ministerio del Trabajo, asegura que no es que se le nieguen oportunidades a nadie sino que "Noruega es un país costoso".

"Aquí ningún extranjero puede vivir desempleado por mucho tiempo. Los empleadores no hablan español. Quien quiera trabajar debe comunicarse al menos en inglés", explica.

Con respecto al mercado paralelo de trabajo sentencia que "esas personas no tienen derecho a nada, no tienen ninguna recompensa y eventualmente tendrán que enfrentarse con la ley".

En Cáritas se les orienta sobre dónde deben dirigirse para legalizarse, les ayudan a buscar empleo y vivienda, y les advierten sobre sus posibilidades reales para establecerse.

También ofrecen clases gratuitas de noruego a los de habla hispana, donde se copan los asientos.

Isabel Hillestad, agente del centro, asegura que están trabajando a toda capacidad y esperan más de las autoridades noruegas porque, según dice, el problema se intensifica.

"Cada día llegan más pensando que esto es un paraíso, sin una perspectiva real de sus posibilidades" y eso implica más gente sin techo y sin trabajo.

Cáritas reporta que una de cada seis personas del total de asistidos se ve obligada a dormir a la intemperie, en bosques o islas cercanas y se sabe que "hasta 30 personas pueden dormir en un apartamento, en el que pagando una suma mensual tienen derecho a un colchón que comparten por turnos".

Temen que se radicalice la explotación del mercado negro.

La otra cara de la monedaPara los latinoamericanos que llegan con trabajo asegurado, el panorama es distinto.

Tal es el caso de José Luis Rojas, venezolano, de profesión sushi-chef, vino contratado desde Madrid para cocinar en un restaurante de Oslo. Vive con su esposa, de nacionalidad española, hijo y mascota en un apartamento alquilado.


José Luis Rojas vino contratado desde Madrid para cocinar en un restaurante de Oslo.

"El sueldo es bueno y pensamos en el niño, la tranquilidad, la calidad de vida, nos gusta la ciudad y la gente", le dice a BBC Mundo.

Algo similar vive Sergio Rentería de México, ingeniero quien cuenta que durante un año postuló desde su país para varias empresas hasta que lo llamaron.

Su trabajo no exige el noruego, porque es gerente en una empresa internacional. Goza de todos los beneficios de un trabajador local pero comenta que se necesita mucha paciencia, cumplir con el perfil solicitado y "portarse bien pues ya después no nos corren".

El directorado de inmigración de Noruega arroja que para el primer trimestre de 2012, de los 3.392 permisos de trabajo otorgados a extranjeros de fuera de la Unión Europea, poco menos de 100 fueron otorgados a latinoamericanos. Brasileños, mexicanos, chilenos, venezolanos y colombianos se hicieron con la mayoría de los permisos.

Pero con empleo o sin él, quienes le ofrecieron sus testimonios a BBC Mundo comparten una frase en común para referirse a Noruega: "No es fácil".

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