viernes, 6 de julio de 2012

Empresas encuestadoras se dicen en el club de la sobrestimación

Al menos 5 empresas dieron más de 16 puntos de diferencia. “No son pronósticos”: Parametría.

Arturo Cano
Publicado: 06/07/2012 10:30



México, DF. En tono de chacota, más de uno de los encuestadores “famosos” del país se considera por estos días miembro del “club de la sobrestimación”. Y lo dicen en serio en programas de radio y televisión: “Sobrestimamos al PRI”.

–¿Al PRI? ¿O más bien a Enrique Peña Nieto? Porque acertaron con Beatriz Paredes –se plantea a Francisco Abundis, de Parametría.

–Es un buen punto –responde, pero no profundiza en el asunto.

Anda, como muchos de los encuestadores, en plan de defender “a la industria”. Muestra para ello sus “series”, las gráficas lineales donde compara los resultados de sus mediciones con las de sus colegas. En casi todas, Andrés Manuel López Obrador aparece en niveles muy cercanos a la votación que obtuvo. No así Enrique Peña Nieto, a quien la mayoría de las encuestadoras colocaron muy por encima del resultado obtenido, según las cifras preliminares conocidas hasta hoy.

En la página de su empresa, Abundis subió una nota en la que reitera la vieja defensa de los encuestadores (“hacemos diagnósticos, no pronósticos”), y sale en defensa de su colega Ricardo de la Peña, cabeza de la consultora que presentó un tracking poll durante cien días y que cerró el miércoles anterior a la elección “diagnosticando” una ventaja de 18.4 puntos para Peña Nieto (alrededor de 9 millones de votos, cuando en la elección quedó en tres).

Escribió Abundis: “… los medios hicieron de nuestras mediciones un espectáculo mediático. Tal vez el mejor ejemplo es GEA-ISA, con Milenio Diario. Una vez que el espectáculo se acabó, el medio no asume responsabilidad y simplemente decide deslindarse del investigador, incluso ofreciendo disculpas. Fue el medio el que dijo que eran predicciones, no el investigador. El medio se exculpa responsabilizando al investigador, cuando es el medio el que creó la percepción de pronóstico”.

Según resultados preliminares, la diferencia entre el primero y el segundo lugares en la elección del 1º de julio por la Presidencia de la República fue de 6.51 por ciento, muy lejos del 18.4 por ciento del último dato de Milenio/GEA-ISA, con mucho el más difundido de los ejercicios demoscópicos que acompañaron el proceso.

Al menos otras cuatro casas encuestadoras (Con Estadística/ Radio Fórmula, El Universal/ Buendía, BGC/Ulises Beltrán y Consulta Mitofsky) dieron diferencias de entre 16 y 17.1 por ciento, también muy lejanas del 6.51 de los resultados preliminares.

Tras la elección, algunos de los más relevantes encuestadores han anunciado que estudiarán qué sucedió y han comenzado a soltar explicaciones que no convencen a muchos.

Pero en la antesala de la elección, su actitud era muy otra. El 27 de junio, último día en el que según la ley se podían hacer públicos los resultados de los estudios de opinión, una reunión académica, convocada por El Colegio de México, fue el espacio para que algunos de los más conocidos encuestadores y un analista pasaran a cuchillo a las encuestadoras que daban diferencias de un dígito.

El blanco favorito fue Alejandro Moreno, el encuestador del diario Reforma, quien no asistió al acto, donde estaba anunciado.

El articulista Leo Zuckermann resumió el ánimo de la sesión, al presentar un cuadro que publicó en marzo en la revista Nexos: “Entre las encuestadoras reprobadas está el periódico Reforma; quizá por eso no quisieron venir hoy, porque si hubieran sido alumnos de El Colegio de México ya los hubieran corrido de la industria de las encuestas”.

El también analista de Noticieros Televisa se refería así al “elefante” que flotaba sobre el acto académico: una encuesta del diario propiedad de Alejandro Junco que a finales de mayo colocó a López Obrador a cuatro puntos de distancia de Peña Nieto (en junio, el mismo medio abrió de nuevo la diferencia a 10 puntos).

Poco antes, Francisco Abundis se había referido a esa encuesta como un “punto aberrante”, expresión retomada por Zuckermann antes de añadir: “Otra encuesta que ha salido es la del Sendero del Peje, que en el nombre lleva el sesgo que tiene”.

El estudio publicado en ese medio por Covarrubias y Asociados dio 11 puntos de ventaja al candidato del PRI.

Dicho de otro modo, las encuestas “aberrantes”, las de los “reprobados”, se acercaron por 3.5 y 4.5 puntos, mientras las de mayor credibilidad para los ponentes en el Colmex –la de El Universal, dijo Zuckermann– fallaron por diferencias de entre 10 y 11 puntos.

Que no fue adrede

El miércoles pasado, cinco de los encuestadores más conocidos comparecieron en el programa televisivo Es la hora de opinar, conducido precisamente por Zuckermann.

Ulises Beltrán, el iniciador de las encuestas en la presidencia de Carlos Salinas y con quien se formaron muchos de los encuestadores actuales, soltó un dato: el promedio de error de las encuestas en la elección Obama-McCain, que fue de 0.9 por ciento. “En el caso de México fue de 6.8. ¿Quieres que siga?”, preguntó al conductor.

Sin embargo, Ricardo de la Peña, Roy Campos (Mitofsky) y Abundis no aceptaron responder con el rotundo “sí” que dio Beltrán a la pregunta de si se habían equivocado. Lo nuestro no son pronósticos, dijeron.

Jorge Buendía (Buendía & Laredo y Asociados), el quinto encuestador presente, atribuyó la subestimación de López Obrador a que no midieron correctamente la intención de voto del Partido del Trabajo y de Movimiento Ciudadano (que juntos conquistaron 9.5 por ciento de los votos).

En este punto difiere Abundis, quien, en entrevista, muestra gráficas que indican que, al menos en su caso, no hubo tal subestimación, pues el candidato del Movimiento Progresista se mantuvo estable en las preferencias desde que rebasó a Josefina Vázquez Mota.

Uno de los motivos posibles, afirmó en el programa de televisión De la Peña, es que entre los electores que decidieron su voto el domingo 1º de julio la mayoría se lo otorgó a López Obrador.

Aunque no se pusieron de acuerdo en las razones de la “labor lamentable” que hicieron en sus últimas encuestas –según las palabras de Beltrán–, los encuestadores mostraron su orgullo de gremio: rechazaron que hubiese dolo o “intencionalidad” en sus resultados.

Son “acusaciones ideológicas”, afirmó Roy Campos. “Ese es un argumento político deleznable, no tengo nada que decir al respecto”, rechazó de plano Beltrán.

¿Se equivocaron? Beltrán dijo que sí, pero él mismo achicó el tamaño del error: “Servimos a los electores para tomar sus decisiones, sí. No hubo nada grave, no dijimos que iba a ganar Gabriel Quadri”.

El acierto de las “aberraciones”

Al día siguiente del programa de televisión, Francisco Abundis dice: “La única que sale bien es María”, en referencia a María de las Heras, de Demotecnia, quien anticipó un resultado de 40-33.

En ese nivel estuvieron otros encuestadores cuyos resultados fueron calificados de “aberraciones” por las casas que dominan el mercado y los opinadores: Reforma, Ipsos-Bimsa, Covarrubias y Edmundo Berumen, quien hizo una encuesta para el Observatorio Universitario Electoral, que integran académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Universidad Autónoma Metropolitana, y anticipó una distancia de 6.1 por ciento.

Lauro Mercado, director de Mercaei, no tiene los reflectores de sus colegas, pero adquirió notoriedad en la contienda, porque el presidente Felipe Calderón usó sus datos para afirmar, ante los consejeros de Banamex, a finales de febrero pasado, que la elección no estaba definida y que sería a tercios.

La última encuesta de Mercado, fechada el 26 de junio, arrojó los siguientes resultados: 38.5 por ciento para Peña Nieto, 31 para López Obrador y 27.2 para Vázquez Mota. En un documento de Mercaei se lee: “1.7, diferencia promedio más baja de todas las encuestas publicadas días antes de la elección”.

A pesar de su acierto, Mercado es cuidadoso en extremo al hablar de sus colegas: “Aunque a mí me haya ido bien esta vez, éste es un problema del gremio. Tenemos que revisar nuestras metodologías, abrirlas”.

–¿Estarán dispuestos sus colegas a hacerlo?

–Al menos De la Peña ya dijo que sí.

A pesar de que ha sostenido ríspidos debates con algunos de sus colegas, Mercado sostiene, como ellos, que “no hubo dolo” y mucho menos pago. “Es quizá un problema de soberbia, más que de avaricia”.

La industria que perdona todo

Los encuestadores más conocidos han admitido que es la tercera vez consecutiva que en una elección presidencial sobrestiman al PRI. En 2010, las encuestadoras dominantes también sobrestimaron al PRI y no previeron sus derrotas en entidades como Puebla, Oaxaca y Sinaloa.

Es una industria que perdona todo, pero ya no, dice Rafael Giménez, quien en su trayectoria cuenta haber sido el encuestador de la Presidencia de la República con Felipe Calderón y que en meses recientes se desempeñó como coordinador adjunto en la campaña de Josefina Vázquez Mota.

“Las encuestas de las casas con reflectores fueron una burla absoluta, le hicieron gran daño a la elección”, afirma Giménez, quien refiere que el publicista de la campaña, José Becquer, decía en relación con las encuestas: “Esos son los espots más difíciles de contrarrestar”.

Giménez va más allá. Asegura que los encuestadores “dominantes” daban entrevistas por todos lados diciendo cosas como que los debates no habían modificado ninguna tendencia, pese a que sus levantamientos fueron realizados antes de los encuentros entre los candidatos.

“De la sobrestimación del PRI, que es lo que habría que explicar, yo tengo tres puntos que sí son de cambio en la intención de voto, y dos que son de sobrestimación”, se defiende Abundis. Y sigue: “¿Un complot? ¿Y también Ana Cristina Covarrubias, que fue encuestadora de Andrés Manuel y dio 10 puntos de diferencia, fue parte?”

Giménez, quien hace tres lustros fue el encuestador del diario Reforma, no deja espacio a la interpretación de los datos: “Las encuestadoras con reflectores nos engañaron de una manera vil y ruin. Dijeron hasta el hartazgo que no hubo efecto de los debates, ni del #YoSoy132; vaya, que no había elección porque ya estaba decidida”.

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