Carlos Walter Porto-Gonçalves*
A mediados de los 90, Eric Hobsbawm estuvo entre nosotros, en Brasil,
para el lanzamiento de su libro The Age of Extremes (Editorial
Schwarcz, 1994), publicada en español como Historia del siglo XX.
Estábamos a pocos años del fin del corto siglo XX, marcado por la caída del muro
de Berlín, ocurrida en 1989. Testigo del tiempo que historiaba, el viejo y buen
maestro nos ofreció una fina síntesis dialéctica acerca de lo que estaba por
venir:
La terminación de la Segunda Guerra consagró, inclusive en el plano
geopolítico, una bipolaridad donde el socialismo mostraba su fuerza imponiendo
–aun fuera de sus fronteras geográficas– condiciones de vida que humanizaron el
capitalismo. El estado de bienestar, que la democracia europea reivindica para
sí es, en gran parte, el resultado de la amenaza real de una transformación
socialista en territorio de Europa Occidental, como bien lo percibieron los
estrategas estadunidenses en su iniciativa del Plan Marshall. Bertlucci lo
percibió en su Novecento.Nosotros, socialistas, somos responsables por algo que no queríamos. Nosotros humanizamos el capitalismo cuando lo que queríamos era destruirlo. ¿Podría haber mejor síntesis del corto siglo XX? No creo. La Revolución Rusa que, según el maestro, iniciara el siglo, abría un periodo histórico de grandes esperanzas y movilizaciones en lucha por transformaciones, justicia e igualdades sociales. Los Diez días que estremecieron al mundo, expresión de John Reed –el reportero que experimentó el calor de los acontecimientos de aquella revolución–, proyectaron de hecho en todo el siglo la idea de que era posible transformar el mundo: en fin, que la Revolución estaba en el horizonte histórico de lo posible.
Eric Hobsbawm, con su fino análisis dialéctico no solamente leía el pasado en
el presente, sino que proyectaba el futuro cuando nos alertaba –en aquella misma
ocasión–, con una pregunta osada para la época, de cara al clima de euforia de
que daban cuenta los ideólogos del fin de la historia –entonces y aún ahora– con
certeza acerca de la victoria del capitalismo frente a la caída del muro. Se
preguntaba Hobsbawm:
Que los indignados se inspiren en la dignidad de ese intelectual y se transformen en una fuerza política capaz de humanizar el mundo, tal como él ayudó con sus análisis y compromiso político.
* Profesor de la Universidad Federal Fluminense de 63 años
Traducción: Ruben Montedónico
¿Qué será de la humanidad cuando ya no se hable de socialismo?La pregunta hoy ya no parece el delirio de un viejo historiador riguroso pero posicionado delante de las cuestiones de su tiempo. La social-democracia cayó junto con el muro y los 200 años de historia de lucha de los pobres contra los ricos para conquistar derechos se volvieron –en los últimos 20 años– en lucha de los ricos para acabar con aquellos derechos. La crisis europea de hoy muestra sobradamente que dejado a sí mismo el capitalismo muestra toda su fase bárbara que, para nosotros, los latinoamericanos, africanos y asiáticos, no es nada nuevo, pero sí para los europeos.
Que los indignados se inspiren en la dignidad de ese intelectual y se transformen en una fuerza política capaz de humanizar el mundo, tal como él ayudó con sus análisis y compromiso político.
* Profesor de la Universidad Federal Fluminense de 63 años
Traducción: Ruben Montedónico
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