Reporte Índigo/Ramón Alberto Garza
Saltillo.- Humberto Moreira vive el drama por el que ya pasaron miles y miles mexicanos. Desde la identificación del cuerpo de su hijo, esposo o hermano, hasta las indagatorias, los careos. Y al final, nada.
El drama es mayor, como lo dice el mismo expresidente nacional del PRI, para aquellos padres, madres o hermanos de los desaparecidos. De todos los que simplemente “se esfumaron”. A los que no se les puede llorar porque se ignora su condición y destino.
Humberto Moreira guardaba su luto y se mantenía en silencio. Pero decidió romperlos para lanzar una voz de alerta y recordar el día más aciago de su vida, el día que supo que ya no sería el mismo.
RAG: Han pasado más de tres semanas de que tu hijo José Eduardo fue victimado por un grupo de delincuencia organizada, aquí en Coahuila. ¿Cuáles son tus sentimientos sobre esta situación? ¿Qué has reflexionado en este tiempo, en estos días que han pasado desde aquel hecho?
HM: Es muy difícil desde el momento que no alcanzas a creer que te pasó. Está uno acostumbrado a ver esto en los medios, pero nunca llegas a pensar que te pueda pasar.
Es muy difícil saber también que están implicados policías municipales, que son los que lo llevaron y se lo entregaron. El saber esta historia, que en su propia camioneta se suben los que lo mataron y la policía escoltando la camioneta. La Policía Municipal, la patrulla de la Policía Municipal, que son policías que no pasaron la acreditación de confianza y los mantenían ahí.
Es muy difícil saber que el Director de Informática de la anterior administración, Lenin Pérez –hijo de Evaristo Pérez Arreola, que en algunas ocasiones estuvo ahí haciendo presentaciones de obras, de calles que queríamos pavimentar, de bulevares– haya sido el que protegió a dos de los policías y los tenía escondidos. Por una parte es eso.
Por otra parte ver que yo estoy entre el 98 por ciento de los mexicanos que son víctimas y no se les ha resuelto. Toda esta difusión que se da, que se va avanzando en el caso de mi hijo, (y) no es cierto.
Aplaudo que detengan a los policías. Pero los asesinos materiales no están detenidos. El asesino intelectual, tampoco está detenido.
Es impotencia. Y es muy triste –sobre todo la parte más triste es la muerte– pero ver que te muestran el mapa de cómo fue el crimen, ver la foto de mi hijo en la camioneta.
No lo torturaron, traía lesiones en las manos donde lo esposaron. Hay un tiro cuando él se trata de cubrir, se supone eso en el estudio pericial que hicieron; que entra por el brazo, lo perfora, sale. Y otro tiro que le dan, el tiro mortal en la cabeza, en la nuca.
(Esto) cambia la vida, te das cuenta que las investigaciones, en mi caso y en el de miles de mexicanos, van muy despacio.
El día del asesinato
RAG: ¿Cuál es tu sentimiento en el momento en que te enteras que tu hijo había sido victimado?
HM: Me quise volver loco. Me llega un mensaje de un reportero de aquí de Coahuila.
Yo les había hecho de cenar a mis hijos y a unos amigos. Venía del rancho de mi mamá, recibo un mensaje de mi hijo Lalo: “Te tengo una sorpresa y unas cosas que luego platicaremos”.
“Sí. Nos vemos el domingo”.
Esto fue 10 ó 15 minutos antes de que se perdiera la comunicación. Media hora máximo.
Y me llega un mensaje: “Señor, ¿cómo esta?” –Bien
“¿Cómo están las cosas?” – ¿Por qué?
Fue un periodista de un programa de radio, a las 9:21 de la noche. Me dice “No; es que me llegó una información pero ¿todo bien?
–Sí todo bien ¿de qué era la información?”
“De Lalo, de su hijo”
–¿Qué te dijeron?”
“Que había tenido un problema”
–Pues acabo hace ratito de recibir mensaje de él.
Y entonces me dice: “Lo voy a checar” –Sí, mejor.
Entro yo a la habitación y hay una pequeña oficina dentro, prendí la habitación y le mando un mensaje a mi hijo. Y sale la palomita, no de recibido, de que se envió.
Entonces me preocupo y le mando un mensaje al periodista:
RAG: ¿Qué te dijeron exactamente?”
HM: “Que lo levantaron”, ahí pensé que lo habían matado.
RAG: ¿En ese momento?
HM: Sí, dije lo mataron. Había una sensación.
Luego camino ya de la oficina, a donde está el cuarto y está mi esposa con el teléfono y me dice:
“Sí, ¿pero cuál Rubén?, Rubén su hijo, Rubén...’
Entonces le digo: “Préstame el teléfono, es mi hermano”.
Y tomo la llamada y me dice: “Nos mataron a Lalo”.
Bueno, dejo el teléfono a un lado, no podía creerlo. Salgo corriendo aquí a la puerta de la casa –hay una persona que colabora aquí– le dije que atrancara la puerta. Mando por mi otro hijo, busco a mi hijo, a Rubencito, para que tuviera cuidado. Se sale de la universidad. Le digo a mi hija que no salga en México.
Una locura. Empiezo a recibir información, a pedir información, a dar información. Lo peor que le pueda pasar a alguien. Es lo peor que te puede pasar.
Yo todavía estaba con la esperanza que me dijeran: “No, nada más lo levantaron y lo soltaron”, como hay en todos lados…
Y no, desafortunadamente me confirmó el Gobernador y luego me habló un comandante de parte del Gobernador, para darme los detalles. Medio lo escuché. En ese momento no te importa el detalle… hasta después.
El detalle revelador
Esa misma noche mi hijo Rubencito se pone a buscar a Lalo. Nos pusimos a buscarlo los dos, él por su lado y yo por el mío. Y un muchacho le dice: “Conmigo habló antes de las 6 de la tarde”, y dijo que le había hablado a Lalo, el esposo de una líder de una colonia, María Huero, un policía de nombre Rodolfo Castillo.
Que le tenía que entregar una invitación que le dijo: “Es que es una invitación de mi esposa, te la tengo que entregar, es para un evento en la colonia”
“Es que no puedo porque voy a un evento de la Presidencia”, le dijo Lalo. “Te quito 10 minutos hombre, te la entrego en el Oxxo”, le respondió Rodolfo Castillo.
Con lo que no contó este desgraciado es que mi hijo Lalo, le iba a hablar a un amigo para disculparse de que no iba a pasar por él. Entonces dijo “discúlpame no voy a poder pasar por ti porque me habló el esposo de la líder María Huero, el policía Rodolfo Castillo me va a entregar una invitación.” Si no hubiera sido por eso, andaríamos hechos pelotas todos a ver como estaría...
Detienen a este gordo –pues esta gordito él, le dicen “El Gordo”– y antes de que lo interroguen estaba muy nervioso y empieza a decir todo. No se aguantó nada y soltó todo. Empezó a decir cómo había estado todo.
A este policía lo habían dado de baja y lo volvieron a contratar. Dado de baja porque no acreditaba. Pero luego lo contratan y hace cinco meses le dicen “no es confiable” y lo mantienen ahí.
Y luego a ‘La Iguana’ y ‘El Taca’, los otros dos también les dijeron que no eran confiables y los mantienen ahí.
El más amargo viaje
Bueno ¿qué pasó? Eso. Fui a sepultar a mi hijo. Tuvimos que aterrizar en Nueva Rosita. Nos fuimos de allá sin una sola patrulla que nos escoltara.
Porque se pueden crear historias de que todo un aparato de seguridad, nombre. Íbamos en una pick-up que me prestó el alcalde de Rosita, porque tuvimos que aterrizar ahí de emergencia por las condiciones de clima.
Llegamos al sepelio de mi hijo. Y lo sepultamos.
Hablo con este muchacho –el que recibió a llamada– y le dije
–Oye, ¿tienes le valor de denunciarlo?”
“Ya lo denuncié”
–¿Puedes ir a ratificar eso?”
“Ya lo ratifiqué”.
Yo espero –y lo digo en un medio de tanto prestigio como este– que el Estado, el Gobierno federal y Gobierno estatal, le dé protección a ese muchacho porque tuvo el valor. Es de los pocos que tiene el valor y las agallas de decir: “Estuvo así”. Si no hubiera sido por eso, no damos.
Y a partir de ahí han ido deteniendo a los policías corruptos no a los asesinos. Porque dicen hay un 60 por ciento de avance en la investigación. No, no, no.
Hubo tres personas que participaron ahí, uno de ellos un juez que liberó por 3 mil 300 pesos a uno de los implicados, y dos más. ¿Y el autor intelectual? Porque están libres, para ellos no ha pasado nada.
El antes y el después
RAG: ¿Cómo cambia finalmente la percepción de Humberto Moreira, el antes y el después de la muerte de José Eduardo frente a esta ola de inseguridad? ¿Qué has pensado en medio de todo este dolor?
HM: El día que enterramos a mi hijo dijo un periodista, Ciro Gómez Leyva: “Al Gobernador que se oponía a esta guerra, le matan a un hijo”.
Lo pongo como referencia de que yo sigo pensando en eso, yo me sigo oponiendo a esta guerra, tiene que haber más inteligencia, creo que tiene que haber más oportunidades y más combate a la pobreza.
RAG: Ustedes tenían el cuerpo de su familiar para decir por lo menos: “ahí está”.
HM: Yo le di un beso en la caja a mi hijo cuando lo íbamos a sepultar. La gente (a la que le) desaparecieron a su hijo no sabe ni qué le pasó, entonces, su vida ha de ser terrible, peor que la mía en cuanto a sufrimiento.
¿Que qué creo yo? Que no podemos decir: bueno, vuelta a la página… No; (no podemos) son miles de muertos.
RAG: ¿Te muestras insatisfecho con el avance de las investigaciones?
HM: Exactamente has dado en el tema. O sea, yo reconozco que han avanzado, pero se presume como que si ya se estuvieran culminando esto y no.
En esa parte de presumir de que vamos muy bien y no. Se han detenido a los policías, que bueno. Lo reconozco, lo aplaudo. Ha sido un gran trabajo de la Marina, han estado ahí. Han estado trabajando (como lo ha hecho), la Procuraduría del estado. No les quito mérito a las investigaciones, pero no se ha detenido a ningún asesino material y menos al asesino intelectual de mi hijo.
Insatisfecho, pero no críticoPara olvidar. Ciudad Acuña, para Humberto Moreira y su familia, es el lugar con el recuerdo más triste. Ahí sepultó a su hijo.
Se quedan cortos
Se ha procedido contra los casinos, los gallos, etcétera, sí, pero no proceden contra los que han vendido carbón y que están involucrados con el crimen organizado. Es un secreto a voces en la Región Carbonífera.
Si realmente la justicia existe, no la justicia divina sino la justicia terrenal- que se proceda con ellos. Aunque esos señores tengan dinero para pagar desplegados y cosas de esas, que se proceda con ellos también.
El drama es mayor, como lo dice el mismo expresidente nacional del PRI, para aquellos padres, madres o hermanos de los desaparecidos. De todos los que simplemente “se esfumaron”. A los que no se les puede llorar porque se ignora su condición y destino.
Humberto Moreira guardaba su luto y se mantenía en silencio. Pero decidió romperlos para lanzar una voz de alerta y recordar el día más aciago de su vida, el día que supo que ya no sería el mismo.
RAG: Han pasado más de tres semanas de que tu hijo José Eduardo fue victimado por un grupo de delincuencia organizada, aquí en Coahuila. ¿Cuáles son tus sentimientos sobre esta situación? ¿Qué has reflexionado en este tiempo, en estos días que han pasado desde aquel hecho?
HM: Es muy difícil desde el momento que no alcanzas a creer que te pasó. Está uno acostumbrado a ver esto en los medios, pero nunca llegas a pensar que te pueda pasar.
Es muy difícil saber también que están implicados policías municipales, que son los que lo llevaron y se lo entregaron. El saber esta historia, que en su propia camioneta se suben los que lo mataron y la policía escoltando la camioneta. La Policía Municipal, la patrulla de la Policía Municipal, que son policías que no pasaron la acreditación de confianza y los mantenían ahí.
Es muy difícil saber que el Director de Informática de la anterior administración, Lenin Pérez –hijo de Evaristo Pérez Arreola, que en algunas ocasiones estuvo ahí haciendo presentaciones de obras, de calles que queríamos pavimentar, de bulevares– haya sido el que protegió a dos de los policías y los tenía escondidos. Por una parte es eso.
Por otra parte ver que yo estoy entre el 98 por ciento de los mexicanos que son víctimas y no se les ha resuelto. Toda esta difusión que se da, que se va avanzando en el caso de mi hijo, (y) no es cierto.
Aplaudo que detengan a los policías. Pero los asesinos materiales no están detenidos. El asesino intelectual, tampoco está detenido.
Es impotencia. Y es muy triste –sobre todo la parte más triste es la muerte– pero ver que te muestran el mapa de cómo fue el crimen, ver la foto de mi hijo en la camioneta.
No lo torturaron, traía lesiones en las manos donde lo esposaron. Hay un tiro cuando él se trata de cubrir, se supone eso en el estudio pericial que hicieron; que entra por el brazo, lo perfora, sale. Y otro tiro que le dan, el tiro mortal en la cabeza, en la nuca.
(Esto) cambia la vida, te das cuenta que las investigaciones, en mi caso y en el de miles de mexicanos, van muy despacio.
El día del asesinato
RAG: ¿Cuál es tu sentimiento en el momento en que te enteras que tu hijo había sido victimado?
HM: Me quise volver loco. Me llega un mensaje de un reportero de aquí de Coahuila.
Yo les había hecho de cenar a mis hijos y a unos amigos. Venía del rancho de mi mamá, recibo un mensaje de mi hijo Lalo: “Te tengo una sorpresa y unas cosas que luego platicaremos”.
“Sí. Nos vemos el domingo”.
Esto fue 10 ó 15 minutos antes de que se perdiera la comunicación. Media hora máximo.
Y me llega un mensaje: “Señor, ¿cómo esta?” –Bien
“¿Cómo están las cosas?” – ¿Por qué?
Fue un periodista de un programa de radio, a las 9:21 de la noche. Me dice “No; es que me llegó una información pero ¿todo bien?
–Sí todo bien ¿de qué era la información?”
“De Lalo, de su hijo”
–¿Qué te dijeron?”
“Que había tenido un problema”
–Pues acabo hace ratito de recibir mensaje de él.
Y entonces me dice: “Lo voy a checar” –Sí, mejor.
Entro yo a la habitación y hay una pequeña oficina dentro, prendí la habitación y le mando un mensaje a mi hijo. Y sale la palomita, no de recibido, de que se envió.
Entonces me preocupo y le mando un mensaje al periodista:
RAG: ¿Qué te dijeron exactamente?”
HM: “Que lo levantaron”, ahí pensé que lo habían matado.
RAG: ¿En ese momento?
HM: Sí, dije lo mataron. Había una sensación.
Luego camino ya de la oficina, a donde está el cuarto y está mi esposa con el teléfono y me dice:
“Sí, ¿pero cuál Rubén?, Rubén su hijo, Rubén...’
Entonces le digo: “Préstame el teléfono, es mi hermano”.
Y tomo la llamada y me dice: “Nos mataron a Lalo”.
Bueno, dejo el teléfono a un lado, no podía creerlo. Salgo corriendo aquí a la puerta de la casa –hay una persona que colabora aquí– le dije que atrancara la puerta. Mando por mi otro hijo, busco a mi hijo, a Rubencito, para que tuviera cuidado. Se sale de la universidad. Le digo a mi hija que no salga en México.
Una locura. Empiezo a recibir información, a pedir información, a dar información. Lo peor que le pueda pasar a alguien. Es lo peor que te puede pasar.
Yo todavía estaba con la esperanza que me dijeran: “No, nada más lo levantaron y lo soltaron”, como hay en todos lados…
Y no, desafortunadamente me confirmó el Gobernador y luego me habló un comandante de parte del Gobernador, para darme los detalles. Medio lo escuché. En ese momento no te importa el detalle… hasta después.
El detalle revelador
Esa misma noche mi hijo Rubencito se pone a buscar a Lalo. Nos pusimos a buscarlo los dos, él por su lado y yo por el mío. Y un muchacho le dice: “Conmigo habló antes de las 6 de la tarde”, y dijo que le había hablado a Lalo, el esposo de una líder de una colonia, María Huero, un policía de nombre Rodolfo Castillo.
Que le tenía que entregar una invitación que le dijo: “Es que es una invitación de mi esposa, te la tengo que entregar, es para un evento en la colonia”
“Es que no puedo porque voy a un evento de la Presidencia”, le dijo Lalo. “Te quito 10 minutos hombre, te la entrego en el Oxxo”, le respondió Rodolfo Castillo.
Con lo que no contó este desgraciado es que mi hijo Lalo, le iba a hablar a un amigo para disculparse de que no iba a pasar por él. Entonces dijo “discúlpame no voy a poder pasar por ti porque me habló el esposo de la líder María Huero, el policía Rodolfo Castillo me va a entregar una invitación.” Si no hubiera sido por eso, andaríamos hechos pelotas todos a ver como estaría...
Detienen a este gordo –pues esta gordito él, le dicen “El Gordo”– y antes de que lo interroguen estaba muy nervioso y empieza a decir todo. No se aguantó nada y soltó todo. Empezó a decir cómo había estado todo.
A este policía lo habían dado de baja y lo volvieron a contratar. Dado de baja porque no acreditaba. Pero luego lo contratan y hace cinco meses le dicen “no es confiable” y lo mantienen ahí.
Y luego a ‘La Iguana’ y ‘El Taca’, los otros dos también les dijeron que no eran confiables y los mantienen ahí.
El más amargo viaje
Bueno ¿qué pasó? Eso. Fui a sepultar a mi hijo. Tuvimos que aterrizar en Nueva Rosita. Nos fuimos de allá sin una sola patrulla que nos escoltara.
Porque se pueden crear historias de que todo un aparato de seguridad, nombre. Íbamos en una pick-up que me prestó el alcalde de Rosita, porque tuvimos que aterrizar ahí de emergencia por las condiciones de clima.
Llegamos al sepelio de mi hijo. Y lo sepultamos.
Hablo con este muchacho –el que recibió a llamada– y le dije
–Oye, ¿tienes le valor de denunciarlo?”
“Ya lo denuncié”
–¿Puedes ir a ratificar eso?”
“Ya lo ratifiqué”.
Yo espero –y lo digo en un medio de tanto prestigio como este– que el Estado, el Gobierno federal y Gobierno estatal, le dé protección a ese muchacho porque tuvo el valor. Es de los pocos que tiene el valor y las agallas de decir: “Estuvo así”. Si no hubiera sido por eso, no damos.
Y a partir de ahí han ido deteniendo a los policías corruptos no a los asesinos. Porque dicen hay un 60 por ciento de avance en la investigación. No, no, no.
Hubo tres personas que participaron ahí, uno de ellos un juez que liberó por 3 mil 300 pesos a uno de los implicados, y dos más. ¿Y el autor intelectual? Porque están libres, para ellos no ha pasado nada.
El antes y el después
RAG: ¿Cómo cambia finalmente la percepción de Humberto Moreira, el antes y el después de la muerte de José Eduardo frente a esta ola de inseguridad? ¿Qué has pensado en medio de todo este dolor?
HM: El día que enterramos a mi hijo dijo un periodista, Ciro Gómez Leyva: “Al Gobernador que se oponía a esta guerra, le matan a un hijo”.
Lo pongo como referencia de que yo sigo pensando en eso, yo me sigo oponiendo a esta guerra, tiene que haber más inteligencia, creo que tiene que haber más oportunidades y más combate a la pobreza.
RAG: Ustedes tenían el cuerpo de su familiar para decir por lo menos: “ahí está”.
HM: Yo le di un beso en la caja a mi hijo cuando lo íbamos a sepultar. La gente (a la que le) desaparecieron a su hijo no sabe ni qué le pasó, entonces, su vida ha de ser terrible, peor que la mía en cuanto a sufrimiento.
¿Que qué creo yo? Que no podemos decir: bueno, vuelta a la página… No; (no podemos) son miles de muertos.
RAG: ¿Te muestras insatisfecho con el avance de las investigaciones?
HM: Exactamente has dado en el tema. O sea, yo reconozco que han avanzado, pero se presume como que si ya se estuvieran culminando esto y no.
En esa parte de presumir de que vamos muy bien y no. Se han detenido a los policías, que bueno. Lo reconozco, lo aplaudo. Ha sido un gran trabajo de la Marina, han estado ahí. Han estado trabajando (como lo ha hecho), la Procuraduría del estado. No les quito mérito a las investigaciones, pero no se ha detenido a ningún asesino material y menos al asesino intelectual de mi hijo.
Insatisfecho, pero no críticoPara olvidar. Ciudad Acuña, para Humberto Moreira y su familia, es el lugar con el recuerdo más triste. Ahí sepultó a su hijo.
Se quedan cortos
Se ha procedido contra los casinos, los gallos, etcétera, sí, pero no proceden contra los que han vendido carbón y que están involucrados con el crimen organizado. Es un secreto a voces en la Región Carbonífera.
Si realmente la justicia existe, no la justicia divina sino la justicia terrenal- que se proceda con ellos. Aunque esos señores tengan dinero para pagar desplegados y cosas de esas, que se proceda con ellos también.
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