La obra Xochicuicatl Cuecuechtli |
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- La doctora en artes escénicas, Edith Negrete, coordinadora general de la ópera Xochicuicatl Cuecuechti (“Canto florido de travesuras”), recientemente presentada en el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes, afirma que esta es “la primera ópera contemporánea exclusivamente en lengua náhuatl y con instrumentos autóctonos de México”, lo cual, de entrada, nos mete en un lío a los no conocedores y menos especialistas ya que, si esta es la “primera contemporánea en náhualt e instrumentos autóctonos”, eso quiere decir que hay otras anteriores igualmente en esa lengua y con similar dotación instrumental compuestas en épocas pasadas que, desafortunadamente, no conocemos, y considero que es válido preguntarnos el por qué de esta ignorancia.
La contundente afirmación (que estaría bien basada si dejamos a un lado la ópera Mothecuzoma II de Antonio Vivaldi en versión de Samuél Máynez, que está escrita en náhuatl, maya y español y en la que se emplean instrumentos prehispánicos, N de la R) nos lleva también a considerar (quizás sea mejor decir reconsiderar) nuestra concepción de qué es ópera y cuáles los parámetros para determinar si una composición musical-escénica lo es o no, polémica que, por supuesto, no podríamos dirimir en este espacio, por lo que solo dejamos planteadas las interrogantes.
Ahora, en cuanto al “Canto florido de travesuras” en sí, igualmente de entrada debe aceptarse que es un experimento por demás interesante, resultado de una profunda labor de investigación de todo un equipo de estudiosos de la lengua náhuatl y la historia, costumbres y usos de los pueblos que la hablan, en primer lugar de su compositor, Gabriel Pareyón, quien se sumergió por más de diez años en fuentes musicales, lingüísticas y literarias para conocer a fondo la materia que iba a tratar y manejar y, ya con ese conocimiento, invirtió dos años de trabajo para poder, al fin, presentarnos su Xochicuicatl cuecuechtli.
El propio compositor, doctorado en musicología por la Universidad de Helsinki, Finlandia, y responsable del Seminario de Ciencias y Teorías de la Música del Cenidim, nos cuenta así el proceso:
“Escribí esta obra entre junio de 2011 y enero de 2013 a partir de un trabajo de investigación mucho más extenso, sobre la lengua náhuatl y distintos conceptos tomados de los Mexicacuicatl o Cantares mexicanos, recogidos en el siglo XVI por fray Bernardino de Sahagún, entre pobladores originarios del México recién abatido por la conquista.
Uno de estos textos, el cuecuechcuicatl (género poético y musical “travieso”) titulado Xochicuicatl cuecuechtli, constituye la esencia discursiva, simbólica y escénica de este trabajo.”
El mismo que presentado en escena únicamente con instrumentos prehispánicos como los teponaztli, huéhuetl, caracolas y cascabeles y vestuario de época, nos muestra el mundo de las ahuianimeh –las jóvenes alegradoras del mundo nahua–, que es perturbado por la llegada de un joven galán extranjero proveniente de Cuextlán, país de los huastecos. De nombre Tohuenyo, el apuesto, ágil, pícaro y alburero hombre seduce a las bellas alegradoras en principio pero, poco después del juego amoroso y cargadamente erótico, éstas lo abandonan dejándolo en la depresión.
Sin embargo, el joven privilegiado es socorrido por la llegada de Xochipill, diosa de las flores, la música, el amor juvenil y las enfermedades venéreas, quien le proporciona una huilacapiztli (ocarina con forma de pájaro) para que se consuele con su musical sonido y haciéndolo reflexionar sobre lo efímero de nuestra existencia en esta tierra. (“Solo un instante aquí”, nos recuerda el rey-poeta Nezahualcóyotl).
Musicalmente interesante y, naturalmente, distinta a lo que estamos acostumbrados, vocalmente nos recordó permanentemente a la ópera china que conocemos y necesariamente surge la pregunta: ¿Por qué cantar así? Lo hacían y/o lo siguen haciendo en esta forma los antiguos y actuales nahuatlacas? Confieso mi ignorancia al respecto, pero me gustaría saber la respuesta.
Como quiera que sea, experimento fuera de serie estos Xochicuicatl cuecuechtli que valdría la pena volver a ver.
1 comentario:
Sólo quería comentar que el nombre de la coordinadora de la ópera es Enid, no Edith.
Publicar un comentario