viernes, 18 de noviembre de 2011

Regar el tepache

Astillero


Poiré, un invento

Trinchera de cuates

Manlio forcejea

Julio Hernández López

Para garantizar que el último tramo de su accidentado sexenio pueda tener las peores perspectivas, Felipe Calderón hizo caer su quinto nombramiento de secretario de gobernación en un académico, de breve carrera burocrática en años recientes, que nunca ha ganado ni ejercido un cargo de poder representativo y que aporta a la de por sí deficitaria canasta política de Los Pinos un irreprochable sometimiento a las órdenes superiores y una significativa vinculación con asuntos de combate a la delincuencia organizada (fue vocero del gobierno federal y secretario técnico del consejo y el gabinete de seguridad nacional) y de espionaje e inteligencia políticas (era director del Cisen hasta ayer).

Por tal caracterización, y por las explícitas palabras pronunciadas al respecto por el comandante Calderón y su nuevo agente, Alejandro Poiré, ha de entenderse que Gobernación está siendo convertida en una oficina de privilegiado corte relacionado con lo policiaco y el espionaje, que sostendrá con enjundia la política bélica correspondiente a la guerra contra el narcotráfico y que dejará en segundo plano lo político y lo electoral, preferido nuevamente por Calderón el enconcharse entre cuates de presunta confianza comprobada aunque no tengan los méritos, la experiencia ni las relaciones y fuerza adecuadas para la peligrosa travesía del último año de la guerra de Calderón contra todos los que no estén de su cada vez más disminuido lado.

El nivel descendente que Calderón ha sostenido en Bucareli llega con Alejandro Poiré a un grado notable. El difunto José Francisco Blake cuando menos había sido diputado local y federal y, a la hora en que el hermano de Cocoa al fin pudo traerlo al equipo de cuates (ya antes había buscado que fuera procurador federal de justicia), era secretario de gobierno de Baja California, un cargo menor respecto al contexto nacional, pero en el que a fin de cuentas se vivía plenamente el ejercicio político. Poiré ni eso ha sido, pues sus cargos públicos de mayor relevancia han correspondido al perfil del asesor o del subordinado circunscrito a parcelas laborales de escritorio.

Egresado, obviamente, del ITAM y con un doctorado en ciencia política de la Universidad de Harvard, Poiré fue director ejecutivo de prerrogativas y partidos políticos del IFE presidido por Luis Carlos Ugalde, en el contexto del grupo político que impulsó el ahora subsecretario de Educación, Fernando González, el yerno de la profesora Elba Esther Gordillo de quien el ahora secretario de Gobernación fue asesor (según mencionó Arturo Cano en bit.ly/uNFqBs en La Jornada del pasado 21 de junio). Luego, el joven académico participó como director de análisis político en la Oficina de la Presidencia, a cargo de Juan Camilo Mouriño, y en noviembre de 2008, con Fernando Gómez Mont como secretario de Gobernación, arribó a la coordinación de asesores. En mayo de 2009 tuvo su primer asomo relevante en la política nacional, al ser designado subsecretario en Bucareli para atender los ramos de población, migración y religión. Luego, en agosto de 2010, Calderón lo hizo secretario técnico del consejo y del gabinete de seguridad nacional y vocero del gobierno federal para asuntos de narcotráfico. Dos meses y una semana después de haber pasado a la dirección del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (el pasado 9 de septiembre), ha sido nombrado secretario de Gobernación.
En la vitrina de más exposición mediática que ha tenido, la que ocupó como vocero del calderonismo para asuntos de narcotráfico, Poiré se mostró, como era natural, inflexiblemente ortodoxo en defensa de las acciones guerreras de su jefe. Incluso llegó a promover historietas difundidas por Internet con las que pretendía combatir los mitos relacionados con ese tema. También fue notable el esfuerzo de mejoría estética a través de dietas que varios miembros del gabinete calderonista practicaron y de las cuales dio puntual cuenta la reportera Claudia Herrera en bit.ly/qg259Y en La Jornada. El fallecido Blake, por ejemplo, llegó a bajar 26 kilos en cinco meses, y, reportaba Herrera a fines de septiembre pasado, entre los subalternos se dan especies de competencias sobre quién ha bajado más peso. Unos dicen que Alejandro Poiré, otros que el secretario de Gobernación Blake.

Por último, y dado que la designación del nuevo secretario pareció a muchos opinantes una auténtica regada de tepache, permítasele a un archivo astillado recordar lo que en relación con esa bebida se escribió aquí el 28 de septiembre del año pasado: “Quienes piensan que el académico vocero federal para condolencias y justificaciones relacionadas con el narcotráfico, Alejandro Poiré, anda regando el tepache en sus conferencias de prensa, han de saber que les asiste la razón fermentada. De la mano del traductor José María Ímaz, quien dio la primera luz a este tecleador sobre el tema, he allí que poiré, en efecto, es una forma elegante del tepache (usualmente hecho a partir de cáscaras de piña y azúcar o piloncillo, aunque en esencia el mismo proceso se puede hacer con otras frutas), sólo que en el caso relacionado con el apellido del funcionario calderonista se hace a partir de la pera (poire, en francés), que da como resultado una especie de sidra, una perada (poiré, en el mismo idioma)”.

Astillas

El colmillo retorcido de Manlio Fabio Beltrones ha encontrado un resquicio adecuado para encarecer sus negociaciones con Enrique Peña Nieto, de tal manera que el sonorense estaría en trance de abandonar la competencia interna frente al ex gobernador del estado de México a causa de ciertas maniobras de rasurado que a la convocatoria para registrar candidaturas impuso Humberto Moreira para permitir la cargada de gobernadores en pro de Peña Nieto. ¿Qué ofrecerá a última hora el divo del gel al taimado senador para que la telenovela de final arreglado pueda continuar?... ¡Feliz fin de semana, con Cocoa desistiendo de corear Despensa por despensa y aceptando el triunfo del PRI!

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