Fardo mortuorio hallado en un abrigo rocoso de la Sierra Gorda, en Zimapán, Hidalgo. Foto: INAH. |
MÉXICO, D.F. (apro).- El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dio a conocer el hallazgo de un fardo mortuorio, único en su tipo, encontrado el pasado 10 de julio en la parte oriental de la Sierra Gorda del municipio de Zimapán, Hidalgo.
El arqueólogo del instituto, Juan Manuel Toxtle Farfán, explicó que contiene los restos óseos de un adulto de 20 años aproximadamente, envueltos en un textil con pigmento y un petate; el cráneo aún conserva cabello y se le pueden ver algunos dientes. Dijo que por sus características, podrían corresponder a la época prehispánica.
Según el INAH, los restos no son de una momia, porque tendría tejido blando como piel, músculo y tendones, pero este ejemplar no los presenta; sólo son huesos en “excelente” estado de conservación. La mortaja, en cambio, sí tiene cierto deterioro debido a que es material orgánico que se desintegra fácilmente.
Lo que aún no se sabe es si se trataba de un hombre o una mujer, pues los huesos más determinantes son los de la cadera, y para poder analizarlos y conocer otras características se debe abrir el fardo. Esta acción la realizará hasta que pueda intervenir un restaurador, quien debe dar un tratamiento al textil y al petate para poder conservarlos.
“El esqueleto parece ser que está completo, pero no lo sabemos con certeza hasta que podamos abrir la mortaja, pero a simple vista se aprecia el cráneo, tibias, clavículas, omóplatos y algunas costillas. No lo hemos manipulado demasiado para evitar su deterioro, sólo lo necesario para trasladarlo a las instalaciones del Centro INAH Hidalgo”, dijo el arqueólogo Toxtle Farfán.
“Las características del fardo, la posición de la osamenta en forma sedente flexionada, el tipo de amortajamiento y el espacio en el que fue depositado indican que se trata de un entierro prehispánico”, agregó.
El especialista añadió que es el único espécimen que se ha encontrado hasta el momento, lo que lo convierte en un hallazgo único en la arqueología de la entidad.
“Es sabido que en la cosmovisión mesoamericana las cuevas y otros refugios rocosos eran considerados entradas al inframundo y residencia de las deidades de la muerte, por lo que uno de sus usos fue el de espacio funerario”, detalló.
A unos 500 metros de distancia del hallazgo, también se encontró un conjunto de pinturas rupestres con símbolos abstractos que aún no han sido estudiados.
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