Slim durante el encuentro entre Pachuca y León. Foto: Xinhua / Pedro Mera |
MÉXICO, D.F. (apro).- Para un magnate como Carlos Slim, acostumbrado a ser el “gran comprador” de compañías de todo tipo para transformarlas en una gran máquina de dinero, la decisión anunciada este martes 8 no sólo debió ser dura sino largamente meditada frente a la llamada Ley Peña-Televisa.
Por primera vez, Slim anunció mediante un comunicado que desincorporará activos de su compañía estrella, América Móvil, un orgullo para él, porque la convirtió en menos de tres décadas en un gigante de telefonía móvil con presencia en 26 países y una dominancia indudable en México, con casi 100 millones de suscriptores y con el dominio de 70% del mercado.
La decisión se adopta en un interregno clave: justo cuando la Cámara de Diputados anunció la aprobación, en lo general, de la minuta proveniente en el Senado sobre la ley secundaria de telecomunicaciones y radiodifusión y sin posibilidad de que se pudiera meter un nuevo “candado” anti-Slim.
Todos los análisis serios sobre esta ley secundaria indican que la Ley Peña-Televisa debe su nombre a su clara intención de desmontar el monopolio de telecomunicaciones de Slim, a cambio de beneficiar a la compañía de Emilio Azcárraga.
El artículo 9 transitorio –que le permitirá a Televisa la compra de hasta el 100% de compañías de televisión por cable sin necesidad de la autorización del Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel)– tenía una dedicatoria tan clara como admitida por el propio consejero jurídico de Los Pinos: este artículo le permitirá a Televisa “prepararse” para la llegada del gran monopolio que es América Móvil al mercado del triple play.
Frente a esta y otras decisiones legislativas que colocaron al Congreso a las órdenes de los intereses del monopolio televisivo, Slim decidió adelantarse a cualquier medida retroactiva y desincorporar entre 20 y 30% de sus activos para ostentar menos de 50% del mercado de telecomunicaciones, que será medido por “sector” y no “por servicio”.
Evidentemente, Slim es mayoritario en casi todos los servicios de telecomunicaciones (telefonía fija y móvil e Internet), menos en el único donde Televisa no será regulado: en televisión de paga.
Al adoptar esta decisión, América Móvil no dificultará la ruta de concentraciones de Televisa, pero sí lo coloca como un monopolio capaz de tomar medidas dolorosas para alguien acostumbrado siempre a ganar.
La primera consecuencia negativa será para la compañía Dish, cuya viabilidad parecía que iba a depender de la futura compra de 51% por parte de América Móvil. Dish es la única competencia que tiene Televisa en televisión de paga vía satelital. América Móvil se hace a un lado, lo cual no significa necesariamente que vuelva a hacerlo a través de otra compañía.
La segunda consecuencia es que, aprobada la nueva ley secundaria, están autorizados los operadores extranjeros. América Móvil podría elegir la venta de entre 20 y 30% de sus activos y de su infraestructura a alguna compañía de Francia, Estados Unidos o Gran Bretaña que no sea la española Telefónica.
El anuncio de América Móvil tiene una clara dedicatoria y un reproche frente a la posibilidad de una alianza Televisa-Iusacell-Telefónica. Les dificulta la posibilidad de quedarse con poco más de 30% del mercado de telefonía móvil y fija ante la llegada de algún otro competidor extranjero que adquiera el porcentaje accionario de Telcel.
En su comunicado, América Móvil afirmó que el Consejo de Administración autorizó la venta de los activos “a favor de algún nuevo operador independiente de América Móvil, fuerte, con experiencia en el sector de las telecomunicaciones y con alta capacidad económica y técnica, que sea una verdadera opción para participar en este sector intensivo en capital para superar el obstáculo de la insuficiente inversión de nuestros competidores en México”.
Esta última frase es un claro reproche a Telefónica. Desde hace varios años, América Móvil le ha reprochado a la empresa que dirigió en México, Francisco Gil Díaz, de no haber hecho la inversión en infraestructura y sólo “colgarse” de la que posee la compañía de Slim.
La decisión de desincorporar activos está condicionada a que Teléfonos de México y Radiomóvil Dipsa (Telcel) “dejen de ser preponderantes y estar sujetos a medida asimétricas, y puedan acceder a la convergencia”.
Asimismo, agrega el comunicado, “estos activos deberán venderse en condiciones de mercado a su valor comercial”.
En los últimos párrafos de su comunicado, la compañía de Carlos Slim que controla 70% de las líneas telefónicas móviles en México, reprochó que Telcel inició operaciones tiempo después de que Iusacell –actualmente propiedad de Televisa y de TV Azteca– y de Movistar –propiedad de la española Telefónica– tuvieran “el 100% del mercado móvil y que por años tuvieron la mayoría de este mercado”.
América Móvil opera actualmente en 26 países y pasó de 35 mil clientes a 292 millones en menos de tres décadas, presumió el comunicado.
Este coletazo de Slim indica que la guerra por las telecomunicaciones apenas empieza en el país. Ojalá existiera una ley que se preocupara por los usuarios y las audiencias y no un instrumento legal que se confeccionó a la medida de los intereses de Televisa.
Twitter: @JenaroVillamil
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