Rosa Esther Beltrán
Enríquez
Refundar el Congreso
El próximo domingo 2, millones 17 mil, 17, electores, inscritos en la
Lista Nominal, acudiremos a votar por los diputados que conformarán la
sexagésima Legislatura del Congreso local; al estrado se subieron 117
candidatos de 14 partidos políticos,
seguramente muchos de ellos con la ilusión de echarse a la bolsa mensualmente 73 mil 928 pesos, además de prestaciones,
compensaciones y jugosos aguinaldos, sólo con el gran esfuerzo de levantar su
brazo.
Cabe destacar la participación de 53 mujeres en igualdad de condiciones
con 64 hombres, así como de 4 candidatos independientes, condición que por
primera vez fue aceptada en la ley.
Con todo y la multitud de candidatos y las otras novedades no deja de
extrañar la intensa grisura de las campañas, muy pocos le atinaron para entrar
en materia y dialogar con los electores
y los medios de comunicación sobre lo que sería su labor parlamentaria de
llegar al Congreso local.
¿Alguno habló sobre cómo combatir la corrupción? ¿Quién expuso su
postura a favor o en contra sobre el gas Shale? Los del PRI mejor se callan por no contrariar a su
futuro jefe, el del Palacio Rosa y los del PAN, quizá porque no saben, no están
enterados que en Coahuila ese es un debate turbulento, ni siquiera el PVEM de
quien debiera esperarse una postura bien sustentada por estar en su programa de
acción la defensa de la ecología.
¿Alguien escuchó que los candidatos discurrieran sobre la grave
problemática de la Región Carbonífera, del Prodemi, sobre su disolución o
continuidad? ¿Los de oposición, acaso disertaron sobre la necesidad de abolir
la Congeladora en el Congreso? ¿Hablaron acaso sobre la viabilidad de la
aplicación de las más de 120 reformas aprobada al Ejecutivo y con qué recursos?
Entre otros muchos temas.
Es lamentable que esta elección se desarrolle como un ritual
insustancial y con un montón de candidatos irresponsables, algunos ignorantes
de sus compromisos con la sociedad coahuilense.
Lo he señalado en estas páginas, la historia parlamentaria de Coahuila
en los siglos 20 y 21 se sintetiza en el sometimiento, la sumisión
incondicional del Poder Legislativo al Poder Ejecutivo, lo cual le ha otorgado
al Congreso escasa y muchas veces nula funcionalidad al renunciar a realizar
con eficacia las atribuciones que la Constitución del Estado le atribuye en el
Artículo 67 con sus 40 fracciones.
La división de poderes es una condición esencial del Estado de derecho,
sin ella no puede constituirse ningún régimen democrático, ella exige
independencia y fortaleza, equilibrio
y colaboración para que funcione
correctamente.
Refundar el Congreso suena a
quimera, a sueño irrealizable; pero liquidar el autoritarismo corrupto y
edificar una nueva arquitectura parlamentaria sustentada en la ética, para que
los diputados dejen de ser los verdugos del pueblo, aprobando deudas públicas y
reestructurándolas a modo, debiera al menos presentarse como una aspiración de
los candidatos, así como desterrar la intolerable impunidad, mas esa esperanza no
se atisba, ese ánimo no se avizora entre los contendientes.
El Congreso debiera ser el refugio del Estado de derecho, su misión
cardinal el combate a la corrupción y debiera
ser su agenda el seguimiento penal de los delitos contra el patrimonio público,
la supresión de la servidumbre palaciega y la restauración de la ética
política.
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