sábado, 22 de noviembre de 2014

Obama: De "deportante en jefe" a "gracias"


La coalición hispana cultivada con tanto cuidado por el presidente Barack Obama empezaba a derrumbarse. La legislación inmigratoria estaba estancada y las deportaciones se acercaban a la marca de 2 millones. Adicionalmente, el presidente rechazaba los llamados a tomar medidas ejecutivas.
sábado, 22 de noviembre de 2014
WASHINGTON (AP) — A principios de marzo, la frustración de los partidarios generalmente leales llegó a un punto culminante, cuando un destacado defensor de los inmigrantes llamó a Obama el "deportante en jefe".
La Casa Blanca se puso en marcha. Obama convocó a tres legisladores hispanos a la Oficina Oval para decirles que daría órdenes al secretario de Seguridad Nacional, Jeh Johnson, de estudiar cómo se podrían aplicar las leyes inmigratorias de manera "más humana".
La orden dio lugar a casi nueve meses de deliberaciones acerca del alcance del poder presidencial, así como de discusiones políticas entre la Casa Blanca y los demócratas.
Finalmente, Obama aplazó sus medidas hasta después de las elecciones legislativas, cuando anunció medidas que protegerían a casi 5 millones de personas de la deportación.
La siguiente crónica de las deliberaciones de Obama se basa en una veintena de entrevistas con legisladores, funcionarios, asesores legislativos y activistas. Algunos hablaron bajo la condición de anonimato al referirse a conversaciones íntimas de Obama con sus principales asesores.
LA ULTIMA OPORTUNIDAD PARA LA LEGISLACION
Durante el primer semestre de 2014, Obama aun esperaba que el Congreso aprobara un proyecto de ley amplio. El presidente de la cámara baja, el republicano John Boehner, había insinuado que ésta podría discutir el tema en mayo o junio, tras la aprobación de un proyecto bipartidista por el Senado el año anterior. Obama no objetó el plazo, pero temía que fuera una táctica dilatoria.
En tanto, las fuerzas del orden reportaban una enorme ola de menores que arribaban desde Centroamérica. Los detractores se apresuraron a culpar la decisión del gobierno en 2012 de aplazar las deportaciones de algunos jóvenes, afirmando que alentaba la inmigración ilegal.
Las últimas esperanzas se desvanecieron el 10 de junio cuando el representante Eric Cantor, jefe del bloque mayoritario republicano, sufrió una inesperada derrota en las primarias de Virginia que muchos atribuyeron a su apoyo —por tímido que fuese— a la reforma inmigratoria.
"En ese momento comprendimos que la reforma inmigratoria había muerto y teníamos que concentrarnos en Obama", dijo la activista Kica Matos.
Dos semanas después de la derrota de Cantor, Boehner dijo a Obama que no habría votación en 2014.
Obama congregó a los partidarios de la reforma en la Casaa Blanca. "Era evidente que estaba furioso", dijo Frank Sharry, del gupo America's Voice. Al finalizar la reunión, los asistentes salieron al Rosedal para escuchar un anuncio: Obama pensaba soslayar al Congreso.
"Si el Congreso no cumple con su tarea, al menos podemos cumplir con la nuestra", afirmó.
VERANO TURBULENTO
Mientras la Casa Blanca analizaba sus posibilidades, aparecía una división en el bloque legislativo demócrata.
Obama se había impuesto un plazo para fines de agosto, pero algunos demócratas temían que un anuncio anterior a las elecciones perjudicaría a los candidatos en los estados más conservadores.
El tema seguía a los candidatos demócratas dondequiera que fueran. La publicidad electoral republicana los acusaba de ser cómplices de un plan de Obama para burlar la Constitución. De manera privada y discreta, los legisladores demócratas pedían al secretario general de la Casa Blanca, Denis McDonough, que demorase el proceso.
A principios de septiembre, David Simas, el director político de Obama, pidió al comité de campaña de los senadores demócratas que hiciera una encuesta sobre el tema de inmigración en los estados más disputados. La respuesta de estados como Iowa era desalentadora: las medidas inminentes de Obama eran profundamente impopulares y los votantes no creían en los argumentos demócratas.
A las 8.59 de un sábado a principios de septiembre, un correo electrónico de la Casa Blanca llegó a los principales funcionarios demócratas en el Senado: "¿Puede usted conectarse rápidamente, en los próximos 30 minutos?" Obama había resuelto aplazar el anuncio.
EL PLAN
Entre bambalinas, Johnson, el secretario de Seguridad Nacional, investigaba en total secreto qué medidas podía tomar Obama. Ordenó que los documentos fueran entregados a los participantes por mensajero, no por correo electrónico.
Funcionarios del gobierno dijeron que Obama determinó los grandes lineamientos del plan a mediados de año, pero seguía buscando opciones para aplazar la deportación de trabajadores rurales y padres de algunos inmigrantes jóvenes. Para ambos sectores, los abogados del gobierno llegaron a la misma conclusión: legalmente, no podía hacerlo.
Tres días después de las elecciones, Obama invitó a los jefes del Congreso a un almuerzo. Funcionarios de la Casa Blanca dijeron que Boehner hizo un último intento por detener el plan del presidente, al insinuar que la cámara baja podría votar sobre el tema en el segundo trimestre de 2015. Un asesor republicano negó que Boehner ofreciera un plazo concreto.
Cuando el presidente habló a la nación el 20 de noviembre por la noche, manifestantes envueltos en banderas estadounidenses desfilaron frente a la Casa Blanca con carteles que decían, "Gracias, Presidente Obama". El speechwriter Cody Keenan se quitó la corbata y se mezcló con la multitud para saborear el momento.

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