domingo, 24 de mayo de 2009

Paquimé: 50 años de excavaciones y aún se mantiene insondable

En ese lapso se han hallado 24 toneladas de material de la cultura de Casas Grandes

*El sitio, ubicado en Chihuahua, está inscrito en la lista de Patrimonio Mundial de la Humanidad desde 1998
*Es urgente evaluar sus condiciones, considera Eduardo Gamboa Carrera, del INAH

Ana Mónica Rodríguez

Alrededor de 24 toneladas de material prehispánico, como piedra tallada, cerámica, restos óseos, turquesa, concha, cobre, textiles y madera, entre otros, han sido descubiertos y recuperados a lo largo de más de medio siglo de excavaciones en la zona arqueológica de Paquimé.

El inusual sitio, ubicado en Chihuahua e inscrito en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad desde 1998, ha sido investigado a lo largo de 50 años con dos líneas del conocimiento como base: las exploraciones arqueológicas sobre la cultura de Casas Grandes y la conservación de su legado arquitectónico.

Paquimé posee características especiales que lo convierten en un sitio único en el norte de México, el cual mantiene todavía infinidad de aspectos y misterios por develar. El sitio prehispánico es exótico, y para los amantes de lo desconocido se vuelve punto de destino cultural.

Eduardo Gamboa Carrera, director del Proyecto Arqueológico, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), explica: “Paquimé y la cultura Casas Grandes se gestó con las migraciones de los hombres que huían de la sequía desde la gran cuenca en Norteamérica. El sur-oeste americano se encontraba ya habitado, y la región de Casas Grandes, ‘La última pradera’, fue el límite de estas migraciones. Las pobladores abarcaron hasta la parte meridional del estado de Chihuahua. No hay más evidencias de estas migraciones en Sonora, Sinaloa ni en Durango”.

Cultura adaptada al desierto

Según el experto, Paquimé floreció debido a la herencia arquitectónica legada de los Mimbreños del Río Gila, en Nuevo México; mientras el éxito en la agricultura y en la organización social lo ubicaron en un sistema social excelentemente adaptado en la región del desierto chihuahuense.

“La presencia de objetos sureños y la incorporación de nuevos elementos arquitectónicos a las Casas Grandes (Great Houses) hicieron de Paquimé un pueblo con estilo arquitectónico único y exquisito. Algo así como un pueblo típico o pintoresco.”

Además, este emblemático lugar poseía todas las comodidades para la vida confortable, porque “Paquimé fue una ciudad construida por los hombres para los hombres, a diferencia de las ciudades mesoamericanas, que fueron construidas para los dioses”.

Este asentamiento monumental, de los más impresionantes entre las culturas del desierto después de las Great Houses del Cañón de Chaco, comenzó a ser investigado arduamente por el arqueólogo Charles Di Peso, pionero en esta actividad en el norte del país.

La evolución de Paquimé, según Di Peso, floreció durante el año 1200, y su colapso ocurrió hacia el año 1350 de nuestra era.

Empero, “actualmente –prosigue Gamboa– sabemos con precisión, gracias a los avances tecnológicos y la tenacidad de los investigadores, que Paquimé floreció y sucumbió 100 años después.

“Con los avances del conocimiento, hoy día sabemos que Paquimé tuvo su auge un siglo después, y el contexto global en América, en esos momentos, era un escenario muy diferente. Los aztecas señoreaban en el Altiplano y los tarascos en el Occidente.”

Desde el punto de vista del patrimonio mundial, dijo el especialista del INAH, si evaluamos a Paquimé con los criterios del Comité del Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas por la Educación, la Ciencia y la Cultura se podría afirmar que “el masivo arquitectónico de tierra en Casas Grandes, Chihuahua, tiene valor universal, porque su presencia es la huella de un momento de la historia de las relaciones entre los pueblos de las culturas del desierto en el norte de México y Mesoamérica”.

–¿Cómo eran los habitantes y las estructuras de esa antigua ciudad?

–Los habitantes de Paquimé fueron similares a sus vecinos, descendientes de los pueblos del desierto, los tarahumaras, pimas, tepehuanos, opatas, todos ellos, hablantes yutoaztecas, son físicamente semejantes.

“Las representaciones de los hombres de Paquimé en las vasijas de cerámica nos muestran a hombres de corta estatura, pelo negro lacio, cara redonda, robustos; vestían mantas multicolores y con múltiples diseños, tal como se presentan en la cerámica Ramos y Casas Grandes; además, usaban unas gorras muy simpáticas y les gustaban los colguijes: collares, camafeos, aretes, brazaletes. Los hombres y las mujeres frecuentemente mostraban sus partes nobles.”

Tumbas y sacrificios

–¿También hubo sacrificios y se han hallado tumbas en los alrededores de la zona arqueológica?

–Los hallazgos de tumbas en Paquimé se clasifican básicamente en dos grupos: los enterramientos in situ, es decir, aquellos que se encuentran depositados por única vez en una urna que se excavó debajo del primer piso de los masivos arquitectónicos; mientras otro grupo de individuos se encontró diseminado sin tumba ex profeso y sin asociación alguna –lo que hizo suponer al arqueólogo Di Peso– que estos individuos murieron en un ataque que provocó el colapso de Paquimé.

Actualmente, el proyecto arqueológico en Paquimé, explica Gamboa Carrera, “se concentra en lo que llamamos la aplicación de aplanados de sacrificio. Este método nos permite encapsular el material de los muros originales que fueron fabricados con tierra batida y modelada con cajones de madera; con este abrigo, la lluvia, la nieve y el viento deterioran el aplanado de sacrificio y mantenemos el original intacto”.

A medio siglo de iniciados los trabajos arqueológicos –que se cumplieron el 30 de septiembre de 2008–, el investigador del INAH plantea que es prioritario evaluar la conservación del sitio, debido a que ha permanecido cinco décadas expuesto a la intemperie.

No hay comentarios: