lunes, 18 de mayo de 2009

Falleció Benedetti; su táctica, ser franco y quedarse en el recuerdo

El reconocido escritor uruguayo murió ayer en Montevideo a los 88 años de edad

*“No tengo actitud subversiva sino crítica. Digo lo que me parece mal”, dijo a La Jornada en 1997 *Trabajaba en un nuevo libro de poesía, cuyo título tentativo es Biografía para encontrarme


Carlos Paul

Sus recitales poéticos convocaron a miles de personas; en todas las ferias del libro a las que asistía, cientos le pedían autógrafos, como si fuera un actor de cine o una estrella de rock, y muchos músicos –como Daniel Viglietti, Alfredo Zitarrosa, Joan Manuel Serrat, Pablo Milanés, Nacha Guevara o Tania Libertad– hicieron de sus poemas canciones de amor y resistencia.

Considerado uno de los autores más relevantes de la literatura uruguaya de la segunda mitad del siglo XX, el reconocido poeta, novelista, cuentista, dramaturgo y ensayista Mario Benedetti falleció ayer domingo en Montevideo a los 88 años, informaron medios locales; a principios de mes había sido dado de alta en un hospital privado por una enfermedad intestinal.

Los familiares informaron que murió en su casa debido a una insuficiencia renal.

El miércoles, diversos centros culturales de España y Uruguay le rendirían un homenaje en Montevideo.

Entre Uruguay y España

Mario Benedetti nació el 14 de septiembre de 1920, en la localidad Paso de Toros, en Tacuarembó; sus padres –Brenno Benedetti y Matilde Farugia– lo bautizaron con cinco nombres, según costumbre italiana: Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno.

Durante sus últimos años repartía su estancia entre sus residencias de Uruguay y España, tanto por motivos de salud como para atender sus compromisos.

Después del fallecimiento de su compañera de toda la vida, su esposa Luz López Alegre, en abril de 2006, Benedetti se trasladó definitivamente a su residencia, en el centro de Montevideo.

Con motivo de ese traslado donó parte de su biblioteca personal en Madrid al Centro de Estudios Iberoamericanos, de la Universidad de Alicante que lleva su nombre.

Entre los múltiples reconocimientos y premios con los que fue distinguido, el 18 de diciembre de 2007, en la sede del Paraninfo de la Universidad de la República, en Montevideo, recibió la orden venezolana Francisco de Miranda, en su Primera Clase, la más alta distinción que otorga el gobierno de ese país, por el aporte a la ciencia, la educación y el progreso de los pueblos.

Mario Benedetti inventó la palabra “desexilio”, motivo de muchas de sus obras.

Tras 10 largos años alejado de su patria, en marzo de 1983 pudo retornar a Uruguay, con lo que inició su “desexilio”.

Benedetti tuvo que abandonar su país tras el golpe militar del 27 de junio de 1973. La dictadura lo persiguió por distintos países, “para detenerlo y cumplir la condena de muerte implícita que pesaba sobre él”.

Primero partió a Buenos Aires, posteriormente se exilió en Lima, Perú, donde fue detenido, deportado y amnistiado; luego se instaló en Cuba. Tiempo después, Benedetti recaló en Madrid, España.

El joven trabajador y puntual

El joven Mario realizó sus primeros estudios en el Colegio Alemán, de Montevideo, en parte por la admiración que el padre tenía por ese país. Allí aprendió el idioma, el gusto por el trabajo bien hecho y por la puntualidad.

Sin embargo, en 1933, su padre lo sacó del colegio, ya que dicha institución obligaba a los alumnos a utilizar el saludo nazi.

A los 15 años, Benedetti comenzó a trabajar en la empresa Will L. Smith, donde se fabricaban repuestos para automóviles, donde se desempeñó como contador, cajero, taquígrafo y vendedor; hasta que en 1939, como secretario-asistente del líder de la Escuela Raumsólica de Logosofía, se fue a Buenos Aires, donde por un sueldo muy bajo y en condiciones precarias también hizo un poco de todo.

De acuerdo con Alejandro Herrán Bárcena, uno de sus biógrafos, aquel periodo lo definió como poeta. Solía leer en la Plaza San Martín.

“Leyendo al poeta Baldomero Fernández Moreno descubrió que él también podía serlo, que las poesías que leía estaban hechas con lo mismo que estaban hechas sus penas y sus alegrías. Por aquella época, el joven Mario escribía poemas de amor a Luz, (que ella nunca contestó).

“Desengañado por la farsa que resultó la secta Raumsólica, regresó a Montevideo. Esta época fue significativa por dos cuestiones, porque consiguió el soñado puesto de funcionario en la Contaduría General de la Nación, donde ascendió de manera paulatina, y que compaginó con otros trabajos, para completar su sueldo. Y porque enfermó de tifus.

“Dos meses de fiebres y diarreas le hicieron perder 14 kilos. Luz fue a visitarlo durante su enfermedad, y tuvo un proceder poco tradicional, diríase hasta prohibido y antihigiénico, que a Benedetti le conmovió y le robó el corazón para siempre: lo besó en sus labios contagiosos y cuarteados.

“Hasta el momento yo no había creído que fuese tan tierna, inconsciente y osada.”

Activista de izquierda

Entre sus diversas actividades, ocupó tres veces la dirección literaria de Marcha, el semanario más influyente de Uruguay y uno de los más importantes de América Latina. Fue miembro del Consejo de Dirección de Casa de las Américas, así como del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Fundó el Movimiento de Independientes 26 de Marzo, agrupación que formó parte de la coalición de izquierdas, denominado Frente Amplio. También fue director del Departamento de Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de la República, en Montevideo.

En 1949 escribió su primer libro de cuentos Esta mañana, y en 1953, su primera novela Quién de nosotros, “exceptuando la que escribió a los 11 años”. En 1960, La tregua le dio reconocimiento internacional. Incluso, esta novela se llevó al cine bajo la dirección de Sergio Renán, y compitió por el Óscar a la mejor película extranjera en 1974; le ganó Amarcord, de Federico Fellini. En esa época además, obtuvo reconocimiento por Poemas de la oficina.

Uno de sus años más importantes fue 1959, cuando Benedetti viajó a Estados Unidos, a pesar de las reticencia de las autoridades de ese país para concederle la visa, “ya que en un periódico de izquierda salieron publicados unos poemas suyos. Además, tuvo que firmar, entre otras cosas, que no iba a matar al presidente estadunidense”.

Otro acontecimiento clave de ese año, fue la Revolución Cubana. “Sacudón que nos cambió todos los esquemas y que transformó en verosímil lo que hasta entonces había sido fantástico. Hizo que los intelectuales buscaran y encontraran motivaciones, temas y hasta razones para la militancia”. En esa misma época escribió El país de la cola de paja y Montevideanos.

El maestro Benedetti comentó a este diario (La Jornada/12 de mayo/1997): “No tengo actitud subversiva sino crítica. Digo lo que me parece mal. Pero más que en los poemas y en los cuentos, lo digo en los artículos periodísticos sobre Uruguay y otros países de América Latina”.

Simpatía con el movimiento zapatista

Su relación con Cuba fue igual de significativa. Durante esa misma charla expresó: “El papel de la isla es y sigue siendo muy importante para toda América Latina, porque fue la primera vez que un país pequeño se rebeló frente a la presión estadunidense.

“Quizá la mayor diferencia que tengo con el gobierno cubano es la pena de muerte. Estoy en contra de esa práctica. Si Cuba la eliminara, Estados Unidos se quedaría solo, ya que tiene 2 mil 200 condenados a muerte. La isla, además, adolece de problemas de burocracia. Pero es un mal universal inevitable. Con capitalismo, con comunismo, con neoliberalismo; no se ha descubierto otra manera de llevar adelante la vida del Estado si no es con la burocracia.”

Respecto del Ejército Zapatista de Liberación Nacional dijo: “Tengo mucha simpatía por la causa zapatista. Me parece que es una guerrilla fuera de serie, porque es la única de América Latina que ha manejado las cosas con un sentido de la realidad. No es como otros movimientos de la lucha armada que quieren conquistar el poder para, desde ahí, imponer de forma autoritaria leyes, con la pretendida aspiración de que mejoren sus vidas”.

La extensa obra del maestro Mario Benedetti abarca más de 70 títulos publicados, entre cuentos, novelas, poesía, teatro y ensayos. Ha sido traducido a más de 18 idiomas. Entre esa bibliografía se encuentran La tregua (1960), Gracias por el fuego (1965), El cumpleaños de Juan Ángel (1971), Primavera con una esquina rota –por el que recibió el Premio Llama de Oro de Amnistía Internacional en 1987–, La borra del café (1992) y Andamios (1996).

Su producción poética completa, por la que se le otorgó entre otros el Premio Reina Sofía en 1999, ha sido recogida en los gruesos volúmenes Inventario uno e Inventario dos.

Su última obra publicada, Testigo de uno mismo, se presentó en agosto del año pasado.

Benedetti se encontraba trabajando en un nuevo libro de poesía, cuyo título provisional es Biografía para encontrarme.

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