lunes, 2 de marzo de 2009

Medicinas, nuevo nicho del crimen

Piden laboratorios y la propia Secretaría de Salud a la PGR acelerar las indagaciones en curso sobre este ilícito, que tiene severas implicaciones para la salud


Ruth Rodríguez El Universal
Lunes 02 de marzo de 2009 ruth.rodriguez@eluniversal.com.mx


Los medicamentos de uso común, y no sólo los controlados, se han convertido en el nuevo blanco de la delincuencia.

Los grupos del crimen organizado han tejido toda una red que lo mismo les permite asaltar los tráileres de los principales laboratorios, vaciar farmacias completas, que colocar, en cuestión de horas, los miles de medicamentos robados en un mercado negro que cuenta con sus propios centros de distribución en el Distrito Federal, Michoacán y Jalisco, y que surte, incluso, hasta seudofarmacias.

Su estructura y logística ha llegado al extremo de que los tráileres que transportan los medicamentos son detenidos por grupos armados que, en cuestión de minutos, pasan la mercancía a camionetas y desaparecen.

O al grado de que los pequeños propietarios de farmacias se han tenido que enfrentar al hecho de descubrir que en una noche les vaciaron todos sus anaqueles o a la experiencia de vivir alguno de los alrededor de 40 mil asaltos, a mano armada, que se registran anualmente en este tipo de establecimientos.

Todo para que los productos robados lleguen, principalmente, a un grupo de consumidores de clase media y no a gente de escasos recursos, como ocurría en un inicio con este mercado negro de medicinas, de acuerdo con datos recabados por el propio gobierno, la industria farmacéutica y los propietarios de las farmacias.

Denuncian y no pasa nada

“Los laboratorios están sufriendo el impacto de la delincuencia organizada”, asegura Miguel Ángel Toscano Velasco, responsable de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), quien al igual que los dueños de farmacéuticas le pide a la Procuraduría General de la República (PGR) mayor celeridad en las investigaciones que tiene en curso.

Porque se realizan operativos, hay decomisos, se identifica a los presuntos responsables, pero no hay detenidos, ni la devolución de la medicina, y lo más grave, dice, es que las personas ponen en riesgo su salud y, en algunos casos que se han detectado, hasta su vida.

Y el problema sigue. Los laboratorios están sufriendo una cantidad de robos impresionantes, afirma Carlos Abelleyra, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica (Canifarma), “se roban —dice— camiones con toda la medicina; no hay productos favoritos, lo mismo se roban pastillas para disfunción eréctil que antibióticos o antidepresivos”.

Y lo más preocupante, afirma el líder de los farmacéuticos, es que ni hay detenidos ni se castiga el robo de medicamentos.

Tan sólo, explica Miguel Ángel Toscano, del 2007 al 2008 la Cofepris presentó 24 denuncias, pero hasta el momento no ha habido ni una consignación.

Para tener una dimensión del problema, comenta que en los dos últimos años, el gobierno federal incautó cerca de 75 toneladas de medicamentos, entre muestras médicas, medicinas del sector salud (IMSS e ISSSTE), fármacos fraccionados, caducos o falsificados, que, en su mayoría eran vendidos en plena vía pública, en tianguis sobre ruedas, mercados y garajes de casas adaptadas como farmacias.

De los grandes laboratorios a las pequeñas farmacias

Luis Zerecero Mañón, presidente de Laboratorios Keton de México SA de CV, cuenta que a su empresa le robaron un camión que transportaba un antibiótico muy especial que sirve para atacar graves infecciones, con un valor en el mercado de 8 a 10 millones de pesos.

El camión salía de nuestras instalaciones en la colonia Anáhuac de la ciudad de México y se dirigía a otras sedes, cuando lo interceptaron. Cuatro personas participaron en el robo. Todas, dice, fueron identificadas gracias a una investigación del propio laboratorio.

Descubrieron que había una combinación entre el personal de seguridad y los dueños de los camiones que usaban para transportar sus productos. Le entregaron, dice, toda la información a la PGR, para recuperar sus medicinas. Pero hasta el momento no han tenido respuesta.

Para el farmacéutico, cuyo laboratorio tiene 48 años de antigüedad en México, se trata de grupos delictivos bien orquestados. “Los mismos que nos asaltaron a nosotros —recuerda—, a los 30 días, robaron otro camión, de otro laboratorio y circunstancialmente eran los mismos”.

Otro laboratorio que ha sido víctima de asaltos a sus camiones que transportan medicinas es el del Grupo Farmacéutico Neopharma, que elabora medicinas para la atención de padecimientos neurosiquiátricos, cardiovasculares y oncológicos.

Su presidente Efrén Ocampo relata que han tenido diversos robos a sus camiones, sobre todo cuando están enviando la medicina hacia los almacenes del Instituto Mexicano del Seguro Social.

El farmacéutico asegura que para evitar el robo de sus medicamentos todos los laboratorios han tenido que reforzar su seguridad, no sólo al interior de sus instalaciones, sino también a la hora de transportarlos y distribuirlos, lo que ha obligado al sector a invertir cantidades adicionales para atacar este problema. Aún así son asaltados.

El titular de la Cofepris, Miguel Ángel Toscano, asegura que los laboratorios siguen reportando el robo de sus productos en sus propias bodegas o en el momento en el que los transportan, pese a que algunos cuentan con guardias privados que van armados para resguardar la mercancía.

Estimaciones de la propia industria farmacéutica, señalan que el contrabando, el robo, falsificación, adulteración y venta de medicamentos caducos provocan a este sector, perdidas anuales por más de 10 mil millones de pesos, que representa aproximadamente el 10% de la producción total de medicinas en México.

Nuestro país es considerado el mercado farmacéutico más grande de América Latina y el noveno a nivel mundial, con ventas anuales de 130 mil millones de pesos.

Pero, no sólo los laboratorios son objeto de los robos: el fenómeno también impacta en las pequeñas farmacias. En promedio, asegura Antonio Pascual Feria, presidente de la Asociación Nacional de Farmacias de México (Anafarmex), este tipo de establecimientos son asaltados, dos veces al año.

“Si tenemos 20 mil farmacias en el territorio nacional, estamos hablando de un total de 40 mil asaltos aproximadamente, anuales, y esta —advierte— es una cantidad que preocupa a todos los que laboramos en este gremio”.

La historia de Samuel García se suma a esta cifra de asaltos. Toda su inversión se vino abajo en una sola noche cuando vaciaron su farmacia.

“¡Hasta las gasas se llevaron!”, dice el joven, quien después del último asalto decidió cerrar su negocio y cambiar de giro.

“La cortinilla de mi negocio estaba abierta, entré y no podía creer lo que miraba: todos los anaqueles vacíos, no había medicinas. Y de los asaltantes ni rastro de ellos. Ningún vecino escuchó nada, y la policía tampoco”.

Meses antes un joven lo golpeó con una pistola y lo obligó a que le entregara sicotrópicos y antidepresivos que sólo se venden con receta médica.

Zona roja de impunidad

El presidente de Anafarmex, Antonio Pascual Feria rechaza que los propietarios de farmacias compren medicamentos de dudosa procedencia o robados, por la gran cantidad de controles que existen, pero acepta “que puede haber alguien por ahí, que por la situación de apremio que tenga se quiera agarrar a un clavo ardiendo”, aunque, aclara, ésta es una práctica que se ha desterrado en este sector.

De acuerdo a una investigación realizada por la Cofepris, son cuatro “las zonas rojas” a donde van a parar la mayoría de los medicamentos robados: el municipio de Sahuayo, Michoacán; la zona de El Santuario, Jalisco; la ciudad de Tijuana, Baja California, y el barrio de Tepito, en el Distrito Federal.

Los presidentes de los laboratorios Keton de México y Neopharma, aseguran que las medicinas robadas llegan al mercado negro, y son vendidas hasta en 80% por debajo de su precio normal.

“El antibiótico que nos robaron tiene un precio al público de 800 pesos y en el mercado negro lo venden en 100 o 120 pesos”, asegura Luis Zerecero Mañón; y lo mismo ocurre, dice, con los analgésicos, los antidepresivos y todos los demás medicamentos.

Y las autoridades han detectado que el 80% de las personas que llegan a estos lugares no son gente de escasos recursos, sino personas de clase media, con automóvil y casa propia, que le apuestan a obtener medicamentos originales a muy bajo costo, y que se juegan su salud, pues pueden adquirir medicamentos caducos o piratas.

Se trata de personas que si vieran cómo se produce una vacuna, una medicina o una pastilla, y los procesos tan estrictos que se tienen para no contaminar los productos, quienes recurren al mercado negro lo pensarían dos veces para tomar o meterse al cuerpo este tipo de medicinas, asegura el titular de la Cofepris.

Y lo pensarían más si supieran que la Procuraduría General de la República indaga casos, que mantiene bajo reserva, en torno a muertes provocadas por consumo de medicamentos alterados y que se vendieron en Michoacán y en otros de los centros clandestinos de distribución.

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