lunes, 23 de marzo de 2009

S.O.S.23 de marzo de 2009

Jacobo Zabludovsky


En muchos lugares del mundo se prepara el velorio de los periódicos. Falta un pequeño detalle: el difunto.

No es la primera vez que se diagnostica la hora final del periodismo impreso. Nacido con el invento de Gutenberg en el siglo XV, adoptó sus características actuales en el XIX , gracias a la rotativa multiplicadora de ejemplares en menos tiempo. A los adelantos mecánicos habrían de agregarse otros inventos, entre ellos la fotografía y el color, hasta colocar el original boletín de información en poderoso instrumento político, financiero, comercial, transformador de modas, inventor de costumbres, creador de nuevas formas literarias y maneras de vivir.

Fue entonces el cine y el pronóstico era de muerte. Luces y sombras en movimiento, el medio gráfico, popular, apto hasta para analfabetas, burlador de la frontera idiomática, desplazaría a la tinta y el papel. El periódico sobrevivió. Fue entonces la radio transportadora gratuita del relato, la opinión, el sonido original del desastre, la música, la voz y el llanto. La radio viajera de nubes y mares sustituiría a la hoja cifrada. El periódico sobrevivió. Fue entonces la televisión. Superaba la foto fija. Acortaba el tiempo entre el hecho y el saberlo. No habría lapso perdido entre lo acontecido y enterarnos. No se requería relator, todos veíamos la tragedia y la fiesta cuando flameaban las ruinas o los pasteles. El hombre había logrado el soñado medio de comunicación. Julio Verne, con su acceso a la fantasía sin límites describió un viaje en torno a la luna, pero la imaginación no le alcanzó a suponer una hazaña simultánea: un hombre pisaría la luna y los otros compartiríamos su emoción viéndolo. No se hable más. El periódico era un papel inútil. Pero sobrevivió.

Y es internet. Los síntomas son otra vez los mismos. La única diferencia es una epidemia mortal. Ahora sí, los periódicos están publicando su propia esquela antes de irse.

El mal es contagioso. Afecta a 16 de los 20 periódicos más importantes de Estados Unidos. Desde 1990 hasta septiembre pasado, sólo cuatro han mantenido su circulación: USA Today en primer lugar; The Wall Street Journal en segundo; The New York Post y The Houston Chronicle. Según The Financial Times, periódicos tan importantes como The New York Times, la basílica mundial del oficio, disminuyó más de 11%, The Washington Post más de 22%; el Chicago Tribune más de 29% y el Boston Globe más de 36%.

Hace cuatro semanas, los periodistas de Rocky Mountain News fueron llamados a una junta donde se enteraron que hacían la última edición del diario fundado hace 150 años. Casi al mismo tiempo, el Philadelphia Enquirer, con 180 años, se declara en bancarrota, como Chicago Tribune y Minneapolis Star Tribune, mientras se tramita el cierre de San Francisco Chronicle, dejan de imprimirse el Cincinnati Post y New York Sun. El jueves renunciaron al diario en español Nuevo Herald de Miami el director Humberto Castelló y el subdirector y fundador Tony Espetia. Días antes fue despedido el 19% de los empleados de ese periódico y su versión en inglés, Miami Herald.

Aunque la debacle afecta principalmente a los diarios de Estados Unidos, no son los únicos. Los europeos sufren sus propias penas. El ABC español suspendió su edición mexicana. La editora de El Mundo perdió el año pasado cerca de 12 millones de euros y vendió su antiguo edificio. El País también español, enfrenta problemas para seguir a la cabeza en circulación y anuncios.
El gobierno francés inyecta 1,800 millones de euros en tres años a partir de este para duplicar la publicidad oficial en periódicos y ofrece estímulos fiscales si se trasladan a internet. En el resto del mundo los periódicos sufren golpes parecidos.

En México, los diarios no acusan todavía las consecuencias de la transformación de la herramienta y las costumbres. Caso especial es el del Distrito Federal, donde circulan ¡20! diarios. Esta curiosidad mundial puede dar lugar a otras reflexiones, no estas.

El portal va a sustituir al papel. Son muchos y enormes los factores, no sólo económicos, también ecológicos para conservar bosques y evitar deshechos; hay una conjunción de presiones lógicas con el fin de trasladar los contenidos a otras formas de entregarlos al consumidor. El periódico de papel y tinta llegará hasta donde llegue la inercia de su actual impulso. Es tal vez lamentable, pero así es. No soy hechicero, no reparto sortilegios nefastos, pero mientras más pronto hagamos frente a la realidad, mejor preparados estaremos para el cambio.

Espero llegar al momento en que usted me podrá leer en su reloj o en su teléfono. Y yo a mis colegas en mis anteojos.

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