Iván Restrepo
La opinión pública mundial no sólo se ocupa de México por la muerte de más de 40 mil personas durante la guerra del gobierno contra el crimen organizado. También de la masacre de tiburones ordenada en los más oscuros sótanos del poder oficial en Cancún. El motivo de la matanza: una turista canadiense que nadaba a 10 metros de la playa fue atacada por un tiburón el 31 de enero pasado. Al parecer el animal se acercó a la playa en busca del sitio en el que suele tener a sus crías y la mujer se acercó demasiado, dijeron las autoridades locales.
Personal de Protección Civil colocó banderas rojas a lo largo de la costa para alertar a los bañistas y evitar nuevos accidentes. En paralelo, se organizó un operativo para encontrar al animal causante del ataque.
El 24 de marzo otra turista, esta vez rusa, fue mordida por otro tiburón. “Ignoró nuestra advertencia de que no nadara demasiado lejos de la playa” dijeron los socorristas. La rusa no hablaba español, tampoco la canadiense.
El 2 de febrero, a 48 horas del primer ataque, los pescadores recibieron de “muy arriba” una orden: “Salgan a partirle la madre a los tiburones, agarren todo lo que quieran, está autorizado…”
En unas cuantas horas, la pequeña flota pesquera de Cancún recorrió el litoral y masacró a 70 tiburones toro, incluyendo algunas hembras con crías en el vientre. La mayoría de los escualos tenía en promedio dos metros de largo y tres los más grandes. Sus cuerpos fueron llevados al muelle de Puerto Juárez. La escena era tan impactante que alguien la filmó, así como la llegada de los camiones que se llevaron los tiburones para vender su carne en centros comerciales. Ese video ha dado la vuelta al mundo y despierta condena generalizada. Se desconoce si en días posteriores hubo otra “caza” masiva. Pero sí se sabe que en algunas playas de Florida hubo decenas de miles de tiburones y no atacaron a nadie. En Estados Unidos estos animales reciben protección y los sistemas para proteger a los bañistas de cualquier peligro en el mar son eficientes.
Los empresarios que se benefician del turismo en Cancún y la Riviera Maya pidieron a los medios no presentar negativamente lo ocurrido para no ahuyentar a los visitantes. Una prominente figura de la asociación de hoteles, Abelardo Vara, dijo que si los tiburones ponen en riesgo al turismo “habrá que sacrificarlos, no hay más… hay que hacerlo, yo estoy a favor cien por ciento. No por cuidar unos animalitos por ahí, que qué pena, pero si nos están afectando, hay que exterminarlos”. Los empresarios (también encabezan la campaña para derogar la legislación que penaliza la destrucción de los manglares) se quejaron además de que los medios exclusivamente publican cosas malas de esos dos destinos turísticos. Seguramente en referencia a los crímenes cometidos por la delincuencia organizada, que actúa con la complicidad de funcionarios y cuerpos policiales. O a la corrupción oficial y el lavado de dinero.
Los tiburones existen en la Tierra desde hace millones de años y visitan el Caribe mexicano desde tiempo inmemorial. Muchos lo hacen en época de reproducción. Pero cada vez más encuentran un medio alterado, ocupado por los nuevos dueños del espacio marino y terrestre. En esto coinciden especialistas y moradores de la región, como el cronista de Isla Mujeres, don Fidel Villanueva, quien asegura que los tiburones siempre han estado por esos rumbos, y no “agreden” si se les deja tranquilos. Quizá por eso son muy pocas las personas atacadas por ellos.
Hay una campaña mundial para proteger los tiburones, severamente diezmados, en especial por la demanda china por sus aletas. En México una norma oficial los protege, igual que a las rayas. Al eliminarlos en los arrecifes de coral, abundan otros depredadores y se rompe el equilibrio natural existente. El buceo con el tiburón toro muestra que puede haber armonía entre las especies marinas y el turismo. Por eso en vez de matar tiburones impunemente se debe garantizar su entorno y establecer una adecuada vigilancia que garantice la integridad física de quienes visitan nuestras playas en plan de descanso. ¿Entenderán lo anterior autoridades y empresarios ahora que buscan atraer más turismo internacional?
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