José Gil Olmos y Arturo Rodríguez García
MÉXICO, D.F. (apro).- Después de cuatro horas de diálogo y reclamos de familiares de víctimas de la guerra contra el narcotráfico, el presidente Felipe Calderón rechazó cambiar su estrategia militar y policiaca.
El Ejecutivo federal dijo que, mientras no se formulen propuestas viables, seguirá combatiendo a los "criminales", aunque aceptó que es preferible pasar a la historia como el presidente con miles de muertos que no haber hecho nada.
"La verdad es que prefiero, insisto, que me juzguen –a veces creo que injustamente, en fin, la historia lo dirá–, por haber actuado, que por haberme quedado quieto", sostuvo Calderón en el encuentro realizado en el Castillo de Chapultepec.
En el alcázar del histórico edificio, el poeta Javier Sicilia pidió a Calderón que ofreciera perdón a las víctimas de su guerra, aproximadamente 40 mil, mientras que otros familiares reclamaron la "falta de respeto", el incumplimiento de las promesas de investigación, la corrupción en los cuerpos policiacos y ministeriales, así como un urgente cambio de estrategia.
"Venimos hasta aquí, en primer lugar, a que reconozcan la deuda que el Estado mexicano tiene con las víctimas, con sus familias y la sociedad entera… Hemos venido hasta aquí para que nos hagan justicia", dijo de entrada el poeta ante Calderón y parte de su gabiente, entre ellos el secretario de Gobernación, Francisco Blake; la procuradora general de la República, Marisela Morales; el secretario de Educación, Alonso Lujambio, y el responsable de Seguridad Pública, Genaro García Luna, a quien el movimiento había impugnado su presencia en el evento por responsabilizarlo de la muerte de miles de personas.
Bajo estrictas medidas de seguridad a cargo del Estado Mayor Presidencial (EMP), que rodeó la montaña donde se ubica el Castillo de Chapultepec impidiendo que se acercaran las decenas de jóvenes que protestaron por la estrategia militar de Calderón, se realizó dicho diálogo, el primero que el movimiento ciudadano por la paz tiene pensado sostener con el jefe del Ejecutivo, así como con representantes del Poder Judicial, Legislativo y los gobernadores agrupados en la Conago.
Sicilia exigió a Calderón que, en su calidad de representante del Estado, estaba obligado a pedir perdón a la Nación y en particular a las víctimas caídas en su guerra.
En respuesta, el presidente aceptó pedir perdón por no proteger la vida de las víctimas, "pero no por haber actuado contra los criminales que están matando a las víctimas".
Luego Calderón reclamó a Sicilia que no se les reclamara a los criminales como responsables de las muertes, a lo que el poeta reviró que los "interlocutores" son las autoridades y no los criminales.
El presidente panista se justificó al señalar que lo irresponsable hubiera sido no actuar, y rechazó que el Estado sea el generador de la violencia. "No hay violencia porque estén ahí las fuerzas federales. Las fuerzas federales están ahí porque ahí hay violencia, una violencia que las autoridades locales no pudieron controlar", explicó Calderón.
Dijo que también sentía dolor por las víctimas, pero enfatizó en la muerte de más de mil policías municipales, 263 militares, 409 agentes federales y ministeriales.
"Yo prefiero asumir la crítica, así sea injusta, de haber actuado, a quedarme con el cargo de conciencia de haber visto el problema y, por conveniencia, no haber hecho nada", insistió Calderón.
Sin embargo, las víctimas asistentes a la reunión le reviraron al presidente y su gabinete no haber actuado a tiempo y con justicia.
No sólo eso, el propio Sicilia le dijo a Calderón que las autoridades están corrompidas, que el gobierno no ha investigado a gobernadores de todos los partidos involucrados con el narcotráfico y que tampoco se sabe nada de los cómplices que los criminales tienen entre empresarios y financieros, donde se lava el dinero.
Reprochó a Calderón que piense que los "buenos están en el gobierno" y sólo los malos afuera. En ese sentido, cuestionó que el PAN, el partido de Calderón, apoye al gobernador de Morelos, Marco Antonio Adame, quien ha dejado al crimen organizado imponer su dominio.
En el encuentro, las víctimas que más insistieron en denunciar los errores del gobierno fueron Julián Le Barón, de la comunidad menonita de Chihuahua, cuyo hermano fue asesinado; Norma Ledezma, madre de Paloma Escobar, una de las cientos de víctimas del feminicidio en Ciudad Juárez, quien reprochó la fabricación de culpables y la impunidad en estos casos.
En tanto Salvador Campanur, representante de la comunidad indígena de Cherán, Michoacán, denunció la protección desde el gobierno a los talamontes; también intervino Omar Esparza, de la comunidad oaxaqueña de San Juan Copala, entre muchos otros.
Norma Ledezma recordó el asesinato de la activista Marisela Escobedo y también denunció la corrupción en la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), ya que no ha investigado los casos de presunta trata de las desaparecidas Perla Aguirre y Yamira Frayle, entre otras.
"Son las mujeres las que son violadas, las que van a la morgue a buscar a sus hijos", acusó la activista de Juárez. La defensora de los derechos humanos en Chihuahua dejó en claro "el incumplimiento del Estado mexicano al caso de Campo Algodonero", donde encontraron a mujeres asesinadas de Juárez.
Le dijo a Calderón que su gobierno ha actuado con "simulación" y reveló que en julio próximo la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH) emitirá una resolución sobre el caso.
La activista señaló que en el caso de los feminicidios, como en el de la matanza de jóvenes de Salvárcar, las autoridades han metido a la cárcel a "chivos expiatorios".
Ledezma insistió en la creación de un banco de ADN para todas las víctimas y la creación de fiscalías especiales de feminicidios en cada una de las entidades.
Sobre el caso de Benjamín Le Barón, Calderón mencionó que han sido atrapados los presuntos responsables de su asesinato.
Julián Le Barón, hermano de la víctima, mostró su incredulidad y reviró al jefe del Ejecutivo: "El hecho es que no hay una sola persona sentenciada por el caso de mi hermano. No se burlen de la memoria de las víctimas", remachó el agricultor menonita.
Entonces Calderón dio una larga justificación, responsabilizó a los jueces por la liberación de delincuentes, aunque aceptó formar una comisión de seguimiento que se reunirá en tres meses.
Asimismo, se comprometió a impulsar una ley para la protección de las víctimas, las que también aceptó tienen derecho a la reparación del daño, así como apoyar en la instalación de placas en todas las plazas que rememoren a las víctimas de la guerra contra el narcotráfico.
Si bien del diálogo sostenido entre el movimiento que encabeza Javier Sicilia y el presidente Felipe Calderón se llegó a tres acuerdos: crear una fiscalía de atención a víctimas, utilizar el dinero incautado al narcotráfico para levantar una placa con los nombres de los muertos y organizar una segunda reunión en tres meses, el principal punto de reclamó permaneció inamovible: la guerra contra el narco no se modifica.
Además, en las conclusiones del encuentro efectuado en el Castillo de Chapultepec no se aterrizaron varios puntos que, en un inicio, exigió Sicilia. Entre ellos, despenalizar algunas drogas, fijar una fecha para resolver todos los crímenes y terminar con los privilegios a sectores de poder tales como el SNTE.
El presidente Calderón se limitó a recordar que su gobierno despenalizó el uso de dosis individuales de algunas drogas. Mencionó que estaba dispuesto a cambiar la estrategia, siempre y cuando le puntualizaran en qué y cómo, cómo y en quéaunque no habló de algo en concreto y más bien solicitó propuestas para mejorar el combate al crimen organizado.
En su turno, el poeta Javier Sicilia cuestionó al presidente Felipe Calderón el por qué empresarios y altos políticos no han sido detenidos por sus vínculos con el crimen organizado y en "el canal dos" sólo se exhibe la captura de capos de la talla de Jesús Radilla, "El Negro".
Sicilia denunció que el gobierno federal manda un doble mensaje; primero, de combate al crimen organizado, y después de complicidad con los personajes de alto poder ligados a él. Se trata, precisó el escritor, de personajes que lo mismo hacen negocios con los capos que se exhiben en las páginas de sociales, en absoluta impunidad.
Y están, señaló el líder social, en la cúpula de los partidos políticos, protegidos por el poder. Por ello, el poeta exigió a Calderón perseguir a esta clase de delincuentes que habitan en edificios donde jamás se presentan los operativos de la policía.
En respuesta, Calderón admitió que la corrupción ha carcomido todas las esferas políticas y sociales, al gobierno y las iglesias.
Ante los reclamos por la impunidad de quienes son cómplices del crimen en el gobierno y los cuerpos de seguridad, que marcaron las intervenciones de las víctimas y deudos del crimen durante el diálogo, el mandatario justificó la omisión e impunidad en la falta de pruebas para procesar a quienes desde el poder se coluden con la delincuencia organizada.
Por su parte, Javier Sicilia, respondió al presidente, que en su primera intervención le dijo "estás equivocado" sobre la percepción de que la violencia se desató cuando sacó a las Fuerzas Armadas a combatir delincuencia organizada, aclarándole al mandatario que no se criticaba el combate al crimen, sino la ausencia de estrategias e instituciones, pues estas estaban carcomidas por la corrupción.
Al finalizar el encuentro, Javier Sicilia entregó a Calderón un escapulario que le dio una de los deudos de las víctimas por el crimen
organizado. Y el mandatario lanzó: "Que la historia me juzgue por haber actuado que por haberme quedado quieto".
Proceso
24/06/2011
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