Iván Restrepo
Para refrescar la memoria: hace un mes especialistas y estudiantes que laboran en las unidades de investigación del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) denunciaron que, por burocracia y mala planeación, diversos proyectos se encontraban paralizados desde 2007. Dijeron estar amenazados, pues si hacemos un movimiento y se afecta el prestigio del IMSS, nos corren. Pese a ello, informaron a la opinión pública de las trabas que impiden el correcto funcionamiento del Fondo de Investigación en Salud. Los proyectos a que se refieren los quejosos los apoyan el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, varias instituciones extranjeras y la industria farmacéutica. Es de esperarse que, como han prometido las autoridades, ahora sí sea prioridad la investigación científica, que acompañe a un verdadero sistema nacional de salud.
También se espera que, como parte de la campaña para atraer nuevamente al turismo, tenga la atención que merece la conservación de los arrecifes y los manglares del país. Tan importantes ecosistemas son un atractivo para quienes visitan nuestras áreas costeras. Desde hace diez años existen varios compromisos internacionales para proteger de la destrucción el llamado Sistema Arrecifal Mesoamericano. Sin embargo, estudios recientes muestran el deterioro que presenta, especialmente en Veracruz y Quintana Roo. Crece además el temor de que, junto con los manglares, sufran daños mayores, pues la nueva Ley General de Turismo, aprobada recientemente en el Senado, virtualmente hace posible su eliminación en aras de alentar un falso desarrollo costero vía la inversión privada.
Cabe señalar que, en septiembre pasado, Fernando Tudela, subsecretario del Medio Ambiente, advirtió en Mérida sobre los efectos adversos que causará el calentamiento global en la zona costera. Llamó entonces a convertir la actividad turística en elemento de liderazgo para resolver el problema que significa la erosión acelerada del litoral. Su pronunciamiento coincide ahora con un reciente estudio del Banco Mundial sobre los efectos del cambio climático en América Latina y el Caribe. En él se reafirman los temores de los especialistas mexicanos en la materia (destacadamente de las universidades y centros de investigación científica públicos) de que el aumento de temperatura y las lluvias intensas afectarán ecosistemas que hoy reúnen una enorme riqueza natural que, bien utilizada, serviría para resolver problemas que hoy arrastra el país, como la insuficiente producción de alimentos y la explotación pesquera irracional. Así ocurre en el sur y el sureste, donde se conjugan las actividades agropecuarias y pesqueras con las petroleras, la petroquímica y el turismo.
También se anuncian cambios drásticos en la cuenca del valle de México, la región más poblada del país y que concentra una cuarta parte de la actividad productiva nacional. Según informes oficiales, el aumento de temperatura durante este siglo será de por lo menos tres grados, lo que traerá variaciones en la intensidad y frecuencia de las lluvias y la sequía, en la disponibilidad y demanda de agua por la población, la agricultura y la industria. Igualmente, en la aparición de enfermedades. Aunque los expertos advierten de los problemas futuros y la mejor forma de enfrentarlos con éxito, no existe una estrategia global elaborada por las instancias oficiales para evitar lo peor.
Otra región vecina, la de Tula, es una de las más contaminadas a escala mundial. Eso afirma el gobernador de Hidalgo. Por eso serán fundamentales las propuestas que haga el Centro Mario Molina como parte del estudio que le encargó Petróleos Mexicanos a fin de minimizar los efectos de la nueva refinería en el centro del país. Se anuncia que dicha obra será el detonante para transformar ambientalmente a Tula. En cambio, no existe un programa para limpiar la región de Salamanca, campeona nacional en emisiones contaminantes. Sus autoridades están más ocupadas en perseguir a las mujeres que, víctimas de violación, deciden abortar.
Si ya salvamos al mundo, salvémonos también nosotros del deterioro ambiental.
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