MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA
El compló de 2004
Una federación de intereses decidió impedir que el jefe de gobierno del Distrito Federal prosperara en su propósito de ser Presidente de la República. Esa resolución se aplicó en su contra en tres momentos. El primero, en 2004, a través del videoescándalo, que no surtió el efecto deseado porque no involucraba directamente a Andrés Manuel López Obrador (por más que se presumiera que no podía estar al margen de los ilícitos exhibidos y que son, por supuesto, deleznables e inadmisibles). Fracasada esa maniobra, se subió el tono y se emprendió el desafuero. El objetivo fue logrado pero no significó desbarrancar al destituido jefe de gobierno. Y el tercer momento, ése si exitoso, se consumó en 2006, cuando se dio por elegido a Felipe Calderón y no a su opositor de la coalición por el bien de todos.
Carlos Ahumada confirma en su libro Derecho de Réplica la conjura contra López Obrador en 2004, en que el empresario fue protagonista. Conocemos ahora lo ocurrido de la fuente directa, de la boca del caballo como se dice para subrayar la autenticidad de un dicho. Los manejos de Ahumada habían sido descubiertos en enero de aquel año, y el gobierno capitalino concluía el expediente de acusación, referido sólo a las maniobras del contratista en Gustavo A. Madero. En aquel momento, Ahumada buscó a su nuevo amigo, Carlos Salinas para hacerle saber "toda esta situación. Debo reconocer que él mismo se alarmó y atinadamente -me imagino que por la experiencia en fabricar este tipo de maquinaciones-me dijo que López Obrador seguro ya estaba enterado de los videos y que había que acelerar todos los acontecimientos que estaban programados para los próximos meses que ya no podíamos esperar".
En efecto, en pocos días se inició la campaña prevista. Por un lado, Ahumada tomó la delantera jurídica: antes de ser acusado por el gobierno capitalino, denunció la extorsión de que dijo que era víctima. Y se preparó la difusión de los videos: "Eso lo decidió Carlos Salinas. Me planteó la estrategia, junto con Diego Fernández de Cevallos. Fui testigo de las múltiples conversaciones telefónicas que ambos sostuvieron con Santiago Creel, el entonces secretario de Gobernación, así como con Ramón Martín Huerta, subsecretario de gobierno..., con el objeto de coordinar la difusión de los famosos videos, así como su posterior manejo político... fue Salinas quien dijo que era mejor darlos a conocer a través de Televisa, porque era la cadena de televisión con mayor cobertura y audiencia. Sin embargo, manifestó que también existía la posibilidad de que los videos fueran difundidos por TV Azteca. Salinas decidió la estrategia, no la decidí yo... Salinas fue el cerebro de los videoescándalos. Yo fui el de los videos, él fue el del escándalo. En cuanto a Diego Fernández de Cevallos, él fue el coordinador".
Ahumada dice haber descubierto entonces que "Diego era realmente un títere de Carlos Salinas. Respondía de tal manera a sus peticiones, a sus instrucciones, que en verdad era impactante que el presidente del Senado y coordinador de los senadores por parte del PAN se sometiera con tanta facilidad a Salinas. No dialogaban. Salinas le daba órdenes cuando hablaban: claro de manera amable".
Ese género de relación se había ostensiblemente establecido cuando Salinas era presidente y Diego coordinaba a los diputados panistas. De esa época data el apodo de Fernández de Cevallos: le decían La Ardilla... porque no salía de Los Pinos. Salinas había logrado que el PAN legitimara su ascenso a la presidencia a cambio de reformas legales que se instrumentaron en San Lázaro a través de Diego, que debe haber quedado unido al presidente, durante su mandato y posteriormente, por algún lazo de dependencia que se mostraba tal como lo percibió Ahumada.
"Para ultimar la estrategia, Salinas le habló a Bernardo Gómez, vicepresidente de Televisa. Presencié la llamada. Primero lo saludó y luego le dijo que tenía un asunto muy importante que comentarle, que beneficiaría mucho a Televisa y a todos en general, que más tarde se contactaría Diego con él para tratarlo con mayor detalle. Días después tuve una reunión con Diego, concretamente el día 19 de febrero. Me dijo que ya se había reunido con Santiago Creel y habían decidido que Federico Doring, asambleísta del PAN, fuera quien diera a conocer esos videos".
El conducto en Televisa fue Bernardo Gómez, cuya relación con Emilio Azcárraga Jean no gustaba a su padre, Azcárraga Milmo. Pero entonces, como antes y ahora, Bernardo Gómez es el encargado de las relaciones políticas de la mayor empresa de televisión del país. A sus buenos oficios con la pareja presidencial, ejercidos cuando encabezaba la Cámara Nacional de Radio y Televisión, se debe la reforma al reglamento respectivo y las nuevas condiciones para el pago en especie del impuesto especial a que están obligados los concesionarios. Aun se recuerda la imagen de Gómez en que meloso, besa la mano de Marta Sahagún agradecido por los favores recibidos.
A este respecto, Ahumada concluye que "todo lo negocié con Carlos Salinas, muchas veces en presencia de Rosario Robles; con Diego Fernández de Cevallos, con Ramón Martín Huerta, con Eduardo Medina Mora, el actual procurador general de la República, en aquel entonces director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen)... así como con el general Macedo de la Concha... Todos ellos intervinieron, formaron parte, realizaron alguna tarea especial, pero concretamente negocié con Carlos Salinas y Diego Fernández".
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