El filipino Brillante Mendoza, premiado como mejor director en el festival de Cannes
*Charlotte Gainsbourg, mejor actriz por la cinta de Lars von Trier Antichrist, mientras el galardón al mejor actor fue para el austriaco Christoph Waltz, por Inglourious Basterds, de Quentin Tarantino
Daniela Creamer
Cannes, 24 de mayo. A sus 67 años, con el rostro encajado entre barba y cabellos blancos, Michael Haneke semeja uno de los personajes de su más reciente e inquietante entrega, The White Ribbon, que ayer se llevó la Palma de Oro a mejor película en el Festival Internacional de Cine de Cannes.
*Charlotte Gainsbourg, mejor actriz por la cinta de Lars von Trier Antichrist, mientras el galardón al mejor actor fue para el austriaco Christoph Waltz, por Inglourious Basterds, de Quentin Tarantino
Daniela Creamer
Cannes, 24 de mayo. A sus 67 años, con el rostro encajado entre barba y cabellos blancos, Michael Haneke semeja uno de los personajes de su más reciente e inquietante entrega, The White Ribbon, que ayer se llevó la Palma de Oro a mejor película en el Festival Internacional de Cine de Cannes.
Cineasta, filósofo y sicólogo, de nacionalidad austriaca, Haneke ofrece una exploración de las raíces del terror nazi en su cinta.
“En mi mente quería hacer una película sobre cómo todo ideal se pervierte”, precisó el realizador en entrevista, efectuada en una suite del Majestic Barriere, en la Croisette. “El título The White Ribbon se refiere a este distintivo de pureza que portan ciertos niños, y que no es más que una ficción.”
Michael Haneke causó escándalo en Cannes en 1997 con la violenta Juegos divertidos. Fue distinguido en el prestigioso festival francés como mejor director por Caché, y en 2001 recibió el premio del jurado con La pianista, cuya protagonista, Isabelle Huppert, también premiada entonces por su interpretación, presidió el jurado de la reciente edición del certamen.
Haneke explicó el origen de su filme: “Es sobre las raíces del mal, sobre la perversión de la naturaleza humana. Mi propósito era mostrar cómo aquellos que erigen los principios o los ideales de manera absoluta se convierten en monstruos. En aquella época el protestantismo era muy rígido y la educación muy estricta. Las autoridades eclesiásticas y los padres inculcaban una rigurosa conducta moral, incapaz de ponerla al servicio de sus propios actos.
“Cuando un ideal religioso o político se convierte en principio absoluto ocasiona tragedias, pues es por definición inhumano. Esos valores absolutos son los que se imponían a aquellos niños, quienes los seguían al pie de la letra, y se castigaba a los que no vivían en función de su ideal. Se convertían en justicieros porque creían ser la mano derecha de Dios. Sucedió en Alemania, donde 20 años después esa generación desencadenó el nazismo.”
–¿Se considera un maestro de la manipulación?
–La manipulación es inevitable. Pero la subordino a mi objetivo de provocar y remover las conciencias.
Más de seis meses de audiciones
–En esta cinta los niños tienen rostros frágiles y, a la vez, durísimos. Son víctimas y verdugos ¿Cómo los escogió? y ¿cómo logró su adaptación tan natural a la mentalidad severa e intransigente de aquella época?
–Invertimos mucho tiempo y esfuerzo en conseguir a los niños ideales. Fueron más de seis meses de audiciones en las que tomaron parte 7 mil candidatos, y elegimos a los más parecidos a los rostros de entonces. La parte más difícil fue dirigir a los más pequeños, pues exigía mucha paciencia lidiar con su limitada capacidad de concentración. Pero el empeño que pusimos en ellos valió la pena.
–¿Cuál será la repercusión de la permisividad excesiva actual en el futuro?
–Quién puede saberlo. Más que las respuestas, me interesan las preguntas. Al menos, hoy todos sostienen que no es sano golpear a los niños. Es un paso adelante. Pero tampoco es propicio dejarlos sin autoridad. El juego de equilibrio entre reglas y libertad es muy complejo.
Por otro lado, Charlotte Gainsbourg ganó el premio a mejor actriz por su actuación en la cinta de Lars von Trier Antichrist, mientras el galardón al mejor actor fue para el austriaco Christoph Waltz, por Inglourious Basterds, de Quentin Tarantino.
El premio al mejor director recayó en el filipino Brillante Mendoza, quien presentó Kinatay.
Spring Fever, del chino Lou Ye, se llevó el premio al mejor guión (Mei Fang). La británica Andrea Arnold por segunda ocasión recibió el Premio del Jurado por Fish Tank, que compartió con el surcoreano Park Chan-wook, quien presentó Thirst.
La Cámara de Oro fue para el australiano Warwick Thornton por Samson and Delilah.
Con información de Reuters y Dpa
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