domingo, 24 de noviembre de 2013

'Nunca imaginé esta violencia': Eduardo Olmos Castro


 

Por: LUIS GUILLERMO HERNÁNDEZ ARANDA / EL SIGLO DE TORREÓN / TORREÓN
EL ALCALDE AFIRMA QUE LA INSEGURIDAD LO OBLIGÓ A MODIFICAR SU PLAN DE GOBIERNO
Dos policías con los pies arriba del escritorio del alcalde, fue la primera imagen que vio Eduardo Olmos cuando entró a su oficina la mañana del 16 de marzo de 2010. Ese día mil policías en compañía de familiares marcharon por las calles de Torreón para exigir la destitución del general Bibiano Villa Castillo como director de la corporación.

Una comisión de 10 policías se formó para entrar a negociar con Eduardo Olmos, quien apenas llevaba tres meses en el cargo. Afuera de la presidencia la gente portaba pancartas, el crimen organizado había llevado asadores para preparar carne y pollo. En los alrededores de la presidencia personas armadas alentaban la protesta patrocinada por el crimen organizado. Adentro de la presidencia Olmos en compañía del entonces secretario del ayuntamiento, Miguel Mery, y algunos de los regidores que integraban la Comisión de Seguridad buscaban entablar un diálogo con los policías.
La petición era muy simple: El alcalde destituía a Bibiano Villa o dejaba que los agentes designarán a los escoltas del general.
"La intención era matarlo", dice Eduardo Olmos.
La entrevista se realiza en su oficina particular, a poco más de un mes de dejar el cargo el alcalde confiesa que recibió 23 amenazas de muerte de parte del crimen organizado y reconoce que la crisis de seguridad lo obligó a modificar su plan de gobierno.
→ ¿Cuando ganaste la elección te imaginaste vivir este entorno de violencia?
Nunca. Jamás. En aquel tiempo tuve la oportunidad de platicar con el exalcalde (José Ángel) Pérez y si bien él me dijo que el tema de seguridad era uno de los más complicados con los que yo me iba a enfrentar no existía un diagnóstico que nos dijera la gravedad del problema. Te doy un ejemplo: A los tres meses de entrar en funciones tuvimos nuestro primer paro policiaco en contra de los mandos militares que estábamos invitando a hacerse cargo de la seguridad pública. En el primer diagnóstico nos dimos cuenta de que el cien por ciento de la policía estaba vinculada a la delincuencia organizada, en ese momento eran 900 policías operativos y el cien por ciento trabajaba para el grupo delictivos de los "Zetas".
Eduardo Olmos confiesa que el tener la policía totalmente infiltrada lo obligó a cambiar su plan de gobierno. Destinar la mayor parte de los recursos a la indemnización de los agentes para limpiar la corporación
"Gran parte de los proyectos que nos habíamos planteado empezaron a complicarse, dado que la asignación de recursos planteados para esos proyectos que iban muy enfocados a los servicios públicos, pavimento, alumbrado público, lo que usualmente hace un ayuntamiento tuvieron que dedicarse a otras cosas. ¿A qué otras cosas? a terminar la labor contractual que teníamos con cerca de 900. Había personas con casi 25 años de antigüedad.
LA PRIMERA AMENAZA
Eduardo Olmos confiesa que la primera ocasión en que supo la gravedad del problema, fue cuando tras ganar la elección a sus oficinas particulares llegó un emisario del crimen organizado. El encuentro ocurrió en noviembre de 2009. La petición: No mover a nadie de los mandos medios de la policía.
"Ya como alcalde electo, aquí en mis oficinas particulares recibí a una persona. Pensé que venía a hablarme de otras cosas, uno como alcalde electo recibe a líderes sociales, a representantes de colonias. Te estoy hablando de noviembre, yo entraba el primero de enero (de 2010) y recibí a alguien que me vino a traer una amenaza de un grupo de la delincuencia, a pedirme que no moviera ningún mando medio de la policía. Me dijo que si yo quería meter un General como Director de Seguridad Pública me lo iban a permitir, fíjate el lenguaje 'me lo iban a permitir', pero que no pensara en cambiar a los mandos medios.
"Cuando esta persona se va, a los cinco minutos a mis teléfonos particulares llega la primera amenaza que fue la primera de 23. Ahí fue donde la voz de alarma me empezó a sonar. Sabíamos que la circunstancia estaba muy complicada, pero no sabíamos el nivel de permeabilidad que existía en el interior, no solamente de la policía, sino al interior de Protección Civil, al interior de inspección y verificación, los inspectores de alcoholes, los inspectores de plazas y mercados, todas las actividades de los discos piratas, la venta informal hasta la venta de alcohol en ese momento de los restaurantes formales intentó ser regulada por el crimen organizado.
→ ¿Sentiste miedo?
Sí.
Eduardo Olmos recuerda que tras la primera amenaza y ya como alcalde en funciones los policías se manifestaron en la presidencia, ahí recibió a una comisión para dialogar.
"El policía es una persona institucional, puede haber muchas fallas, pero la relación siempre de un policía y un alcalde es muy institucional, una relación casi militarizada. Cuando recibo esa comisión de diez policías y entro a la oficina donde estaba la comisión con la primera escena con la que me encuentro es que al menos dos de ellos tenían los pies arriba del escritorio del alcalde".
→ Un mensaje de quién era la autoridad
Exactamente. Venía de una reunión con el secretario del ayuntamiento, ahora primer regidor electo, Miguel Mery, donde estábamos viendo el panorama. Pensábamos inocentemente que esa manifestación obedecía a temas de orden laboral y la escena con la que yo me encuentro es dos policías sentados hacia atrás con los pies arriba del escritorio del alcalde y uno de ellos con un radio Nextel enlazando de manera directa a no sé quién las conversaciones que estábamos teniendo. Ahí es donde me doy cuenta que no era un tema de orden laboral. Hablé con el Gobierno del Estado, con la Secretaría de Gobierno, el fiscal de aquel momento y me dieron el apoyo en torno a la decisión que yo tomara, pero me dijeron finalmente que la decisión que tomara era mía. Después de ver esa escena, los reclamos y la forma de dirigirse a la autoridad municipal pensé "si así eran con la autoridad que podía esperar la ciudadanía, la cual todo el año anterior había sido hostigada, secuestrada, extorsionada por esa policía. ¿Sentí miedo? Si y no. El miedo iba más enfocado a no poder con ese problema, a tenerle que quedar mal a la ciudadanía, el miedo era más de cómo encarar a la ciudadanía y decirle no puedo con estos tipos, con estos criminales que vienen a amenazarnos, a extorsionarnos en la figura del alcalde'.
'ALCALDE, USTED NO ENTIENDE'
Eduardo Olmos recuerda que el diálogo con los policías duró cerca de ocho horas. Hasta que el vocero de la corporación le dijo: "mire alcalde por lo visto usted no entiende, nuestro tema no es laboral no nos interesa tener un mejor sueldo, no nos interesa mejores percepciones, no nos interesa mejores seguros, lo que nos interesa es que se vaya el militar que usted puso ahí de jefe (Bibiano Villa), que nos deje a nosotros poner el jefe de policía que no lo ponga usted, lo ponemos nosotros y si no se va el general Bibiano al menos dénos chance de ponerle nosotros las escoltas, con eso nosotros resolvemos el problema".
A pesar de la amenaza el acalde tomó la decisión de liquidar a los mil agentes. La ciudad se quedó algunos días sin policías, hasta que los elementos pidieron regresar al trabajo, pero el ayuntamiento los condicionó a que se aplicarán los exámenes de control y confianza. De los casi mil agentes la mitad se negó a ser evaluada, del resto 224 no pasaron el antidoping y una cantidad similar reprobó la prueba de polígrafo. En conjunto con el Gobierno del Estado, cuyo titular entonces era Humberto Moreira, se tomó la decisión de liquidar a los policías, a pesar de tener la opción de no hacerlo tras reprobar los exámenes, con la intención de "bajar el clima de riesgo" que en materia de seguridad había.
"Ahí es donde empiezan algunos de los problemas de orden financiero porque eso no lo teníamos nosotros previsto. Empezamos a hacer otra serie de contrataciones y bueno, pues fue un esquema que nos llevó más de un año y medio el poder volver a regresar más o menos a un esquema de normalidad en términos de los números".
Sin embargo, a pesar de la limpia la violencia siguió, vinieron los ataques a bares, a quintas y la balacera afuera del Territorio Santos Modelo la cual asegura el alcalde, advirtió sobre la posibilidad de un atentado al Gobierno federal a cargo de Felipe Calderón, pero nadie le creyó.

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