miércoles, 28 de diciembre de 2011

Monarquía coreana

Myriam Vachez


Muere Kim Jong Il y le sucede de inmediato al frente del Estado -comunista- de Corea del Norte, su hijo menor, Kim Jong Un. Para empezar, es interesante que sea el menor de los tres hijos del dictador quien tome el relevo en el "trono", eso habla por sí mismo, dándole respuesta a quienes se preguntan si habrá algún cambio, alguna apertura en el régimen norcoreano.

No habrá ninguna modificación, porque si el padre escogió a ese joven menor de 30 años para sucederle es que confiaba plenamente en que éste, con todo y sus estudios realizados en Suiza, era el más apto para seguir fielmente el camino trazado. El joven heredero, dicen, se parece a su padre en todo, tanto físicamente como en su carácter duro e intransigente, una razón de peso a la hora de elegirlo, más cuando sus dos hermanos mayores han vivido una vida de juniors en el lujo y la irresponsabilidad.

Hablar de lujos en Corea del Norte, donde la pobreza y el analfabetismo son impresionantes, es obviamente terrible pero nadie ignora cómo vivía Kim Jong Il, ni su gusto por los autos más caros, los manjares y vinos que mandaba importar cuando se le antojaban o los palacios que le construían para su uso personal y el de sus esposas.

Corea del Norte es el prototipo del Estado canalla para Estados Unidos. Verdaderamente se pregunta uno cómo es posible que este país se haya dotado del arma nuclear, atreviéndose de paso a violar los acuerdos internacionales que había suscrito; cómo es posible que siempre provoque a Estados Unidos, manteniendo la tensión al máximo con Corea del Sur. Y, más que nada, cómo es posible que su gente tolere ser gobernada por una dinastía que impone el comunismo, lo cual es en sí una aberración, pero cuyos miembros viven, además, como los más ricos del mundo sin siquiera intentar disimularlo.

Propaganda muy eficaz, prohibición absoluta de internet, imposibilidad de salir allende las fronteras para ver qué sucede en el mundo, analfabetismo y educación muy vigilada, bueno ni los países más pobres de África central viven ya en esas condiciones generalizadas de aislamiento. Obviamente, en el mundo actual no habría otra manera para el gobierno de mantener el status quo, pero cuando vemos que Occidente es capaz de volar en ayuda de países porque sus dirigentes violan los derechos humanos, la duda es cómo es posible que nadie haya hecho nada por los norcoreanos.

Con bomba atómica de por medio, una de las teorías es que Norcorea es protegida por China, que encuentra muy útil su existencia en la región para contrarrestar la influencia norteamericana y surcoreana. No veo en qué puede beneficiar a China la existencia de Norcorea, de esa Norcorea, a no ser como referencia y punto de comparación: ¡frente al régimen de Corea del Norte, el gobierno chino aparece como moderado, moderno, civilizado y altamente respetuoso de los derechos humanos!

En fin, dado que hoy nadie sabe bien ni quién es ni cómo piensa el nuevo líder norcoreano, en lo que vemos qué sucede permítaseme platicar lo que cuenta la leyenda, hábilmente perpetrada por los medios de comunicación junto con otras maravillas que se le adjudican al recién fallecido líder, como se le adjudicaron en su momento a su padre y se le adjudicarán sin duda a su hijo.

Dice pues la leyenda que en tiempos en que Kim Il Sung vivía en el exilio, es decir, antes de que se convirtiera en el fundador de la actual Corea del Norte, el nacimiento de su hijo Kim Jong Il fue saludado por el cielo nada menos que con un doble arcoiris y una brillante estrella. Queda clarísimo entonces que los dioses bendicen la dinastía reinante y por tanto, todas las preguntas sobre si el pueblo se va a rebelar por fin, si habrá mayor apertura, si el ejército apoyará al sucesor como apoyó a su padre y a su abuelo, parecen bastante vanas. Todo dependerá de la capacidad de liderazgo y de opresión del joven heredero.

Reforma
28/12/2011

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