Abrumado doctor Miguel Ángel Mancera:
Anoche soñé que me encontraba con
Kafka y Cioran y me cantaban aquella espantosa tonadilla publicitaria: “Únete a
los optimistas”. Que los reyes del pesimismo hayan acudido en mi auxilio para
levantarme el ánimo, me obliga, en primerísimo lugar, a pedirle una disculpa
pública por los insultos que publiqué contra usted tras los hechos del pasado 10
de junio en el Zócalo.
Los enemigos de su gobierno, que son también
enemigos de la inmensa mayoría de habitantes de esta ciudad, me pusieron una
trampa y caí redondo. No fui el único. Pero por mi ingenuinad nublada por la
furia, muchas personas más se hicieron eco de mis arengas contra usted.
Permítame ofrecerle una breve composición de lugar, para que mejor me entienda
y tome providencias. Hace tres años dejé de ver televisión. Expulsé de mi casa a
lacras como López-Dóriga, Loret y demás etcéteras. Mi aparato digestivo aún me
lo agradece. Después de las pasadas elecciones de 2012 dejé de comprar
periódicos; la única publicación impresa que pago para leerla y conservarla es
la maravillosa revista El Chamuco.
Podría intentar engañarlo y
decirle que vivo en Madagascar y que me entero de lo que pasa en México gracias
a Twitter. Pero mentiría. La verdad es que vivo en Twitter. Y por el ojo de esa
claraboya veo el mundo, me informo y me comunico con quienes residen en la
misma dimensión, en la que usted, perdóneme la franqueza, está más solo que un
torero detrás del telón de acero.
Alguien, no sé quién pueda ser, lo
ayuda silenciosamente en YouTube, pero no en Twitter. El pasado 31 de mayo, la
organización Anonymous convocó mediante mensajes directos (DM en inglés) a
desarrollar la Operación Desobediencia (#opdesobediencia), quizá para medir
fuerzas con el ejército de computadoras controladas por Los Pinos que
sistemáticamente lanza por decenas de miles un mismo tuit: ya sea en apoyo de
Peña Nieta o, sobre todo, en contra de Andrés Manuel López Obrador.
Ese 31 de mayo, en punto de las 8 pm, todos los conjurados empezamos a tuitear
contra los políticos, los tecnócratas, los magnates y los matones de la
olinarquía que nos oprime, y lo hicimos con la etiqueta #MexicoSOS. Considero
que fue un éxito. Sin embargo, el plan incluía al día siguiente una marcha a la
residencia oficial de Peña para establecer un campamento que se llamaría “Ocupa
Los Pinos”.
Menos de 500 personas acataron esta segunda convocatoria.
Sin guardar las proporciones marcharon sobre Reforma hasta que la policía
preventiva los frenó en la glorieta del Angel. Era sábado. De pronto aparecieron
en Twitter fotos indignantes: granaderos con escudos, cascos y toletes,
desalojando violentamente un convoy del Metro en la estación Tacubaya, y
reduciendo a palos a un grupitode manifestantes, que viajaban embozados con
trapos rojos con la misma falta de discreción que le costó la vida a José Martí,
cuando el prócer de la independencia de Cuba, rigurosamente vestido de negro,
montó un caballo blanco y al frente de sus tropas de negros y zambos armados con
machetes, dio la orden de “¡al ataque!”, y fue el primero en caer. Sólo le faltó
ponerse una diana en el pecho y pedir: “¡apúntenme!”.
Así estos
jóvenes. Las imágenes que los mostraron rodeados en un andén por una muralla de
granaderos desató la indignación en Twitter. ¿Por qué una protesta contra Peña
se convirtió, gracias a la policía del GDF, en una protesta contra usted? Yo lo
descubrí horas más tarde. Un silencioso camarógrafo grabó la caminata de los
jóvenes desde el Angel hasta la Zona Rosa, donde se introdujeron en la estación
del Metro Insurgentes con la intención de trasbordar en Tacubaya y bajarse en
Constituyentes. Nada más práctico, verdad, con esos disfraces y máscaras de
Anonymous y esas banderas rojas envueltas en palos.
Bien, pues el
camarógrafo silencioso viajó con ellos de Insurgentes a Tacubaya y, al llegar el
tren a este punto y abrirse las puertas del vagón, registró el asalto de los
granaderos a los manifestantes e incluso el detalle del policía que recoge del
suelo una navaja abierta y lista para picar a alguien.
Para colmo de
colmos, la oficina de comunicación social del GDF emitió un boletín y dijo que
la presencia de los granaderos en el Metro no fue solicitada por usted sino por
el director del Metro. Está usted muy solo, doctor, muy solo, y su debilidad nos
pone en peligro a los ocho millones que vivimos aquí, rodeados por los 12
millones que viven en la periferia.
Pero volvamos al 10 de junio. La
dinámica fue la misma. Salieron en Twitter fotos de civiles golpeados por
civiles apoyados por granaderos. Y la población tuitera se inflamó distribuyendo
exponencialmente esas imágenes, acompañadas de la etiqueta
#RenunciaMancera.
Esa noche, más bien casi en la madrugada, cuando
terminaba yo de trabajar, abrí mi cuenta de Twitter y me encontré un mensaje de
la cuenta @MeCargaGestas que decía: “@Desfiladero132 Por si ocupa:
pic.twitter.com/RzYKP8vRos”. Le di clic y en la pantalla surgió un collage
formado por tres imágenes: en la mitad superior un hombre de pelo blanco rodeado
de jóvenes con pañuelos en la cara o al descubierto y una leyenda: “Pedro Bello
y sus muchachos”.
En la mitad inferior, dividida en dos fotos, salen
los jóvenes que rodeaban a Pedro Bello atacando a los granaderos. Y lo que me
sacó de quicio fue que al tratar de retuitear esa imagen, ésta desaparecía.
¿Quién puede controlar el flujo de información en Twitter? La gente que opera la
red, si recibe una petición de ayuda del gobierno. Ergo, retraté la foto y la
difundí desde mi cuenta a diversos amigos periodistas, no sólo en México sino en
Europa. Con la finalidad de preservarla.
¿Quién es Pedro Bello? El
fotomontaje lo delataba como jefe de los atacantes. Al día siguiente empecé a
rastrear a este presunto engendro del mal y en YouTube encontré un video de 25
minutos, grabado tal vez también por el camarógrafo silencioso, en el que
reconocí fácilmente a los supuestos “muchachos de Pedro Bello” lanzando rocas
contra los granaderos, pintando en los escudos la palabra PUTOS, y gritando:
“Esto es político, culeros”. “Sáquense a la verga, no estén chingando.”
Etiquetados por la prensa como “anarquistas”, estos jóvenes con su lenguaje
evidenciaban un profundo conocimiento de Bakunin y del príncipe Kropotkin, así
como sus “nobles” ideales revolucionarios.
Metros más adelante, el
video capta el momento en que Pedro Bello, director de Concertación del GDF, es
rodeado por los delincuentes (uno de los cuales lleva en la mano un aparato de
radiocomunicación), zarandeado y finalmente golpeado. Peor aún, el video revela
que al acto conmemorativo del halconazo del 10 de junio de 1971 este año no
asistieron más de mil personas.
En síntesis, doctor Mancera: en el
marco de nuestro maravilloso Zócalo, los porros y la incompetencia de la
policía, generaron una especie de crisis en un circo de pulgas, que engañó y
predispuso contra usted a miles y miles en Twitter. Pero déjeme agregar algo
más: investigando a los seguidores de @MeCargaGestas descubrí que el montaje
contra Pedro Bello lo puso en órbita un tal @Maez, cuya cuenta ya
desapareció.
Por último: estudiando el video en que fue detenido
Pedro Bello por los halcones de la derecha, identifiqué al joven de bermudas que
una foto presenta tirado en el suelo al tiempo que lo patea un civil, lo
observan dos granaderos y un fotógrafo lo retrata. Cuando retuitié la escena
escribí al pie: “Esta es @ManceraMiguelMX la foto que te hunde”. Imagine el
tamaño de la vergüenza que me embarga ahora al descubrir que esa “pobre” víctima
fue uno de los que arrojaron más proyectiles contra los granaderos, pero no fue
tan listo como para escapar cuando éstos cargaron contra la gente que nada tenía
que ver y se llevaron a 21, de los cuales 7 sí tenían que ver y están
presos.
Es obvio, doctor Mancera, que quienes golpean el suelo del
Zócalo con martillos para obtener rocas y lanzarlas contra los granaderos,
actúan, lo sepan o no, para pulverizar la mermada imagen pública de usted,
mientras los cárteles que ya se apoderaron de Garibaldi y la Zona Rosa ahora,
claramente, van por la Condesa, donde empiezan a proliferar los after hours e
incluso hay ya prostitutas en la vía pública. Por favor, el DF está en llamas.
Póngase las pilas, doctor Mancera. Yo intentaré hacer lo propio cada vez que de
ahora en adelante me manifieste en Twitter, en la cuenta
@Desfiladero132
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