JOSE REINOSO - Shenzhen - 02/02/2009 El País
"Presione ese botón. Ahora está en modo de conducción únicamente eléctrica", dice el técnico. Basta quitar el freno de mano, pisar el pedal con decisión, y el coche arranca con una aceleración inesperada. Nada de cambio de marchas, nada de tirones aunque sean ligeros. Ni traqueteo de levas, ni sube y baja de cilindros. El tacto al volante es dócil. La espalda se pega al respaldo y la berlina toma velocidad rápidamente, como si fuera un vagón de metro.
El F3DM rueda accionado por su motor eléctrico de 50 kilovatios alimentado por baterías. Puede seguir así 100 kilómetros. Y cuando las baterías se agotan, entra en marcha de forma automática su motor convencional.
"Para 2015, queremos ser el primer fabricante de coches de China, con una producción anual de 1,5 millones de unidades (frente a 180.000 el año pasado), y para 2025, el número 1 del mundo", asegura Li Zhuhang, director de exportación de BYD.
Tecnología propia
¿Cómo lo logrará? Gracias a la tecnología propia en el negocio de las baterías y la energía, a la competitividad que proporciona la gran cantidad de recursos humanos de que dispone China -tanto de mano de obra como de investigación-, y al interés del Gobierno por desarrollar energías limpias en un país en el que escasea el petróleo, y la contaminación y el efecto del CO2 sobre el cambio climático suponen un serio desafío, según Li. "Los vehículos eléctricos son una gran solución para todo esto", dice.
El F3DM se comporta más suave que un coche corriente. Cuando se levanta el pie del acelerador, la energía generada previamente es reinyectada en las baterías. Estas pueden ser recargadas en la red normal en nueve horas, y mucho más rápido en una estación de servicio especializada.
"A diferencia de otros coches eléctricos, las baterías son de hierro. Es un nuevo tipo de química. Son más seguras que las de litio, y son mucho más estables a altas temperaturas y en caso de accidente. Además, son más baratas y su materia prima, más disponible" afirma Li.
BYD pretende introducir el F3DM, que en China cuesta 149.800 yuanes (16.500 euros), en Europa y Estados Unidos en 2011. Wang ha dicho en la feria del automóvil de Detroit, donde ha presentado este modelo y el E6 (totalmente eléctrico, y con una autonomía de 300 kilómetros), que el objetivo es instalar sus fábricas en EE UU "cuando sea apropiado".
Para llevar sus coches a los mercados occidentales, BYD (siglas en inglés de Construye tus Sueños) tendrá que superar antes las estrictas normativas de seguridad, algo que Li confía en lograr sin muchos problemas. "Esto no es tecnología espacial", dice. Pero reconoce que hay que tener en cuenta las incertidumbres que plantea la actual crisis. Además, BYD tendrá que demostrar que es capaz de producir no sólo buenas baterías, sino también coches fiables y de calidad.
El F3DM es un vehículo bastante corriente de aspecto. Li lo admite. "En una primera fase, tenemos que aprender un poco de los demás, y seguir las tendencias. Si no, nuestros coches parecerían extraños. Se trata de una curva de aprendizaje, que intentamos acortar. En el futuro, tendremos nuestro propio estilo. Pero en tecnología de baterías no tenemos nada que aprender de los demás", señala.
BYD, que cotiza en la Bolsa de Hong Kong, posee siete fábricas -dos de ellas de ensamblaje de automóviles-, y produce componentes de telefonía móvil y de automoción (airbags, faros y velocímetros). Sus baterías equipan el 30% de los móviles del mundo. Además, ha creado una división de energía eólica y solar. En 2007, facturó 3.000 millones de dólares (2.300 millones de euros).
Actualmente, exporta sus coches de gasolina -ha lanzado 230.000 unidades de su modelo F3, antecesor del su modelo F3DM- a una veintena de países, principalmente en África y Latinoamérica. Li asegura que BYD desarrolla un nuevo modelo en un plazo de 24 a 30 meses. Este año tiene previsto lanzar en China el F6DM y el E6.
La ambición de BYD puede parecer desmesurada para una empresa que nació hace sólo 13 años y no entró en la fabricación de automóviles hasta 2003, cuando compró una empresa del sector en Xian que sólo producía un modelo. Pero viendo las inversiones y los edificios en construcción en su complejo industrial de Shenzhen, donde trabajan más de 20.000 personas; repasando lo que ha logrado en su poco más de una década de existencia (su plantilla ha pasado de 20 personas en 1995 a 130.000 en la actualidad), y analizando los argumentos de sus directivos hay motivos para no subestimar sus intenciones. "Debemos tener ambición, y todo lo que decimos tratamos de cumplirlo", dice tranquilo Li.
El inversor estadounidense Warren Buffet, conocido por sus apuestas a largo plazo, compró en septiembre pasado el 9,9% de BYD por 230 millones de dólares (180 millones de euros). Y ha mostrado su disposición a ampliar la participación.
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