Pactos con la industria alimentaria facilitarán
utilización de productos chatarra, alerta Julieta Ponce.
Angélica Enciso L.
Publicado: 12/04/2013 08:23
Publicado: 12/04/2013 08:23
México, DF. Los convenios que la Secretaría de
Desarrollo Social (Sedeso) ha establecido con la industria refresquera,
alimentaria y tiendas de autoservicio en el contexto de la Cruzada Nacional
contra el Hambre facilitarán la entrada de alimentos chatarra a una población
que puede caer en problemas de obesidad con las peores consecuencias
metábolicas; estamos ante un “hambretón”, señaló Julieta Ponce, directora del
Centro de Orientación Alimentaria.
Advirtió que hasta ahora no se han visto iniciativas para que
los 7.4 millones de mexicanos incluidos en la cruzada tengan en su mesa maíz,
frijol, amaranto y hortalizas o que promuevan la lactancia materna, pero sí hay
acuerdos para alimentos procesados como las galletas de Quaker, marca de
PepsiCo, y cursos de nutrición de una empresa como Nestlé, una de las
principales productoras de fórmulas lácteas.
El gobierno no tiene una estrategia integral sobre
alimentación. Un “programa insignia de un sexenio no puede estar motivado por el
6.5 por ciento de la población con carencia alimentaria. El gobierno también
debe considerar al 80 por ciento que padece obesidad y sus consecuencias en la
salud”, señaló la especialista en nutrición.
Destacó que no se puede separar el hambre de la obesidad,
porque existe una relación intrínseca. “Las personas que padecen desnutrición en
la primera etapa de vida tienen riesgo de sufrir obesidad”, con peores
consecuencias para la salud. Precisó que el programa Oportunidades ha
contribuido a esta situación, ya que con los apoyos monetarios los beneficiarios
compran alimentos chatarra.
En entrevista mencionó que en las tiendas Diconsa desde hace
tiempo se comercializan productos de PepsiCo y Nestlé, y consideró que con la
cruzada se abren los canales de asistencia social del gobierno a la industria.
“Si se conocían estos pésimos resultados por facilitar el consumo de alimentos
chatarra, ahora estarían instrumentando este consumo nuevamente. Las tiendas
Diconsa, que venden estos productos, podrían convertirse en distribuidores de
galletas; se repite lo que se había pronosticado: donde faltan alimentos
saludables hay una industria de chatarra que sale al rescate”.
Ponce recordó que el decreto del 21 de enero de la cruzada está
basado en el cumplimiento de las obligaciones del Estado para garantizar el
derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad. En este último
punto se espera que los alimentos que lleguen a las poblaciones no representen
ningún riesgo para su salud.
“Preocupa la firma de convenios con la industria porque es el
Estado el que debe garantizar el derecho a la alimentación, no la industria.
Sabemos que las fundaciones de las empresas, como PepsiCo, han servido para
controlar sus beneficios fiscales”. Agregó que esta empresa va a producir
galletas, pero no de un cereal básico, sino de una avena procesada; “con esto no
se combate el hambre”.
Se trata, dijo, de un “hambretón”, y desde que se anunció la
cruzada “esperábamos que no se convirtiera en esto, pero ya se veía la salida
fácil de invitar a la sociedad a que se sumara a la estrategia”.
Apuntó que en el rubro donde no se han visto propuestas es en
la producción local de alimentos, la disminución del desperdicio en toda la
cadena y la participación comunitaria, las cuales también son acciones de la
cruzada. Al respecto la Secretaría de Agricultura no ha emitido ningún
pronunciamiento y la Sedeso anunció estos compromisos “cuando ni siquiera han
podido asegurar una estrategia de producción local de alimentos”.
Dijo que no es suficiente la alineación de programas para
combatir el hambre; “no hay una propuesta de transformación y restructuración y
no será suficiente. Lo que vemos de fondo es que hay una desvinculación
intersecretarial”.
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