Juan Monrreal López
Octubre 24 de 2016
Gómez Palacio, Durango. – Es 6 de octubre de 1936. El presidente de México, el general Lázaro Cárdenas del Río se apresta a hacer cumplir el decreto del reparto de tierras que los sindicatos de jornaleros de Gómez Palacio y La Laguna, han peleado por décadas; antes, durante y después de la Revolución mexicana.
Lázaro Cárdenas, viene de una lucha interna con los generales revolucionarios, principalmente con Plutarco Elías Calles, a quien expulsó de México.
Cárdenas tiene frente a sí, un país con condiciones de vida deplorables. Los bienes de producción seguían en manos de las antiguas familias pudientes y los gobiernos emanados de la revolución sin cumplir los objetivos sociales, económicos y políticos de la insurrección social de 1910, ni la Constitución de 1917.
En la campaña hacia la presidencia de la República, Lázaro Cárdenas ve que la lucha de los campesinos sin tierra está presente en todo México. Que se necesitan organizaciones de masas que apuntalen su política.
En La Laguna, el asunto de la tierra y los sindicatos de los trabajadores agrícolas es punzante.
Las asociaciones sindicales florecen en la Comarca Lagunera. Nacen organizaciones gremiales en Gómez Palacio, Torreón, San Pedro.
Con cerca de 40 mil peones trabajando las tierras, la lucha de los braceros laguneros pronto se ven representados en colectivos que presionan para mejorar las condiciones de vida y de trabajo en las haciendas y empresas de la región.
Con salarios por debajo de la paga media que era de 2 peso 38 centavos, los jornaleros laguneros acaso alcanzaban pagos del 40 por ciento de lo ordenado por la ley.
Así que, en junio de 1935, los trabajadores de Manila, una hacienda ubicada en Gómez Palacio, estallaron la huelga, convirtiéndose en el origen del levantamiento sindical en La Laguna que culminaría con el reparto agrario de 1936.
Con la repartición de las haciendas de La Laguna, se forman alrededor de 300 ejidos, dotando de parcelas a más de 30 mil ejidatarios.
La Laguna pronto se convierte para el cardenismo en modelo de dotación agraria.
Luego, Lázaro Cárdenas nacionaliza los ferrocarriles, acción que permite afianzar la relación con la clase obrera aglutinada en diferentes organizaciones gremiales.
Durante la Guerra Civil española, y bajo el mando de Cárdenas, México se convierte en refugio de los soldados de la República acosados por las tropas de los falangistas que dirige Francisco Franco.
Para 1938, ya con bases sociales campesinas y obreras afines, Lázaro Cárdenas del Río, decreta la Expropiación petrolera, contra empresas estadounidenses y de la Gran Bretaña, medida que recibe gran apoyo popular, convirtiendo a este personaje en uno de los presidentes de México, más respetados.
Cuando estalla la Segunda Guerra mundial, Lázaro Cárdenas es nombrado comandante General de las fuerzas armadas mexicanas en el Pacífico.
Hoy, las 100 ciudades más importantes de México, incluso aquellas con más de 50 mil habitantes, mantienen al menos una calle céntrica con el nombre de Lázaro Cárdenas; en Gómez Palacio, Durango, sitio donde el mito y el personaje histórico comenzaron a ser uno, desapareció el bulevar que llevaba ese nombre; hoy se llama Carlos Herrera Araluce; precisamente cuando su hija, Juana Leticia Herrera Ale, es presidenta municipal.
Twitter@jmonrreall
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