La cinta, postulada al Óscar, está basada en la toma de esa ciudad de Malí en 2012
Mostrar la violencia de manera muy espectacular la hace más común y por tanto aceptable, afirma el director mauritano Abderrahmane Sissako
En el filme la amenaza contrasta con la belleza del paisaje, el silencio y la voz de la gente que lucha bajo la opresión
El realizador Abderrahmane Sissako en Los Ángeles, junto a un fotograma de su películaFoto Ap
Ap
Periódico La Jornada
Martes 17 de febrero de 2015, p. 8
Martes 17 de febrero de 2015, p. 8
Johannesburgo.
Un extremista islámico no puede lograr todo el fervor necesario mientras realiza un video enalteciendo la causa de la yihad en una escena deTimbuktu, postulada al Óscar a la mejor película en lengua extranjera basada en la toma de la histórica ciudad de Malí en 2012.
No estás concentrado, dice el yihadista detrás de cámara, al darle consejos a su recluta.
Tu discurso no convence para nada.
La película es lánguida, melancólica y ocasionalmente de humor negro al presentar a un pastor, interpretado por Ibrahim Ahmed, que se enfrenta a un grupo armado en Timbuctú, ciudad designada patrimonio de la humanidad por la Organización de Naciones Unidas que fue un centro de enseñanza islámica hace siglos.
Timbuktú también puede servir como una exploración a la ideología de los milicianos de Boko Haram en Nigeria, el Estado Islámico en Irak y Siria, así como de los hombres que atacaron al semanario Charlie Hebdoy un supermercado kósher en París. Un atacante asesinado en Copenhague, que mató a dos personas el pasado fin de semana, también podría haber estado inspirado en los milicianos islámicos, según autoridades danesas.
De manera general la película es un mensaje sobre la intolerancia, la resistencia y la violencia que suele estar implícita en pantalla.
Hablar sobre violencia o mostrarla de manera muy espectacular la hace más común y por tanto aceptable, dijo el director mauritano Abderrahmane Sissako en entrevista telefónica.
Todo es más difícil de comprender cuando uno está comprometido con gente que es como nosotros, que se ve como nosotros, señaló Sissako, quien destacó que los ataques en enero en París fueron perpetrados por personas que pudieron haber estado platicando con sus amigos en un café, como cualquier persona. Los tres hombres armados, entre ellos dos hermanos, nacieron en Francia y eran de ascendencia extranjera.
Esta historia no puede llegar en mejor momento, dijo Mahen Bonetti, fundadora del Festival de Cine Africano de Nueva York. Destacó la gravedad del extremismo religioso:
Es uno de los orígenes de los problemas actuales, no sólo aborda un asunto de África, sino de todo el mundo.
Sissako, cuyas películas han abordado la migración, la identidad, la noción de pertenencia y la pérdida de humanidad; también destaca
las contradicciones de esta ideología rígida, dijo Bonetti.
El director de 53 años, que pasó parte de su juventud en Malí y se afincó en Francia en la década de 1990, dijo que
la chispa dramáticapara Timbuktú fue un incidente de 2012 en el que un grupo de milicianos en Aguelhok, en el norte de ese país africano, lapidó a una pareja no casada que tenía dos hijos. Algunas escenas fueron filmadas en Mauritania, porque los problemas de seguridad de Timbuctú hacían que fuera demasiado peligroso rodar ahí, dijo Sissako.
Yihadistas hipócritas
En Timbuktú los yihadistas aparecen como violentos, dudosos e hipócritas. A pesar de un edicto que prohíbe fumar, uno esconde un cigarrillo y los milicianos que entran por una calle angosta en un auto quedan embelesados con las mujeres excéntricas que les bloquean el camino.
La amenaza en Timbuktu contrasta con la belleza de las dunas, el río, la luz del Sol, el silencio y la voz de la gente que lucha bajo la opresión. En una escena elegantemente construida, un grupo de jóvenes juega futbol en una cancha polvorienta con una pelota imaginaria, porque el deporte está prohibido.
Quería hablar de lo absurdo que es prohibir algunas cosas, dijo Sissako.
Era importante mostrar que es posible resistirse, expresar una forma de resistencia completamente pacífica.
En entrevista telefónica, Julien Gavelle, antropólogo que vive en Malí, dijo que la escena del futbol es
una forma metafórica de ver la ocupación y la resistencia, pero que habría preferido que la película mostrara sin limitaciones el encarcelamiento de las mujeres y otros efectos traumatizantes de la ocupación de los yihadistas.
Es una película hermosa, pero en mi opinión no lo suficientemente realista, dijo Gavelle. Señaló que la situación política y de seguridad actual en Malí es delicada.
En 2012 los islamitas vinculados a Al-Qaeda que ocuparon Timbuctú destruyeron manuscritos antiguos y redujeron a ruinas los mausoleos en honor a los santos de la ciudad. Controlaron la urbe y el resto del noroeste de Malí meses antes de ser retirados por tropas encabezadas por franceses, a comienzos de 2013.
El director, cuyas películas incluyen Bamako y Waiting for Happiness, destacó que la postulación al Óscar da impulso al cine de la región.
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