miércoles, 8 de mayo de 2013

Patti Smith se presenta por segunda vez en México

 


La "Madrina del punk" habla en entrevista con La Jornada sobre el material que presentará al público mexicano.

Juan José Olivares
Publicado: 07/05/2013 22:34

Una joven voz se escucha a través de un auricular con fallas técnicas. La llamada telefónica es la solicitud de La Jornada para hablar con Andy, representante de una de las artista más orgánicas, sencillas y revolucionarias dentro del ámbito de la creación sonoroliteraria.
No está Andy. Habla Patti. Esta es mi casa, responde el vocablo jovial de quien ha dictado sus dogmas proto-punk-bucólicos en sus escritos, sus poemas, sus rolas y, en años recientes, sus fotos.
Habla Patti Smith, reconocida creadora en todos los niveles culturales que, a sus más de seis décadas de vida, sigue entintado con papel y en plasma, con tonos y macrotonos, con gelatina y plata, todos los escenarios, las teclas de la máquina y cada paso que da en la vida, a la cual –dice– debe agradecerle todo.
Es la llamada Madrina del punk, a la que seguidores mexicanos de hueso carmín la han calificado como la joven artista indómita de siempre, de una persona sencilla, poderosa e hipersensible, que revela el secreto de ser un espíritu indomable: “Amar a la vida. Mi madre me enseñó a mantener esa lucha por la vida. Estoy agradecida de llegar hasta donde he llegado. Todos los días trabajo, eso me hace feliz. Laboro por buscar la felicidad a través de tomar fotos, de crear un texto, una nueva canción… de compartir y tocar con mi hija y mi hijo, y de tener siempre algo nuevo en la cabeza que sea excitante, por ejemplo, el ánimo por trabajar, ese que te mueve para hacer cosas. El entusiasmo es un aspecto que debería ser muy importante en la vida de las personas.”
La cantante y poeta nacida en Chicago y avecindada en Nueva York, es una de las primeras figuras del artista andrógino alejado de prototipos de mercado. Toda su vida trabajó: fue obrera y vendedora de libros. También fue capaz de dormir en el suelo o pasar días sin comer. Es decir, desayunó la pobreza monetaria, comió letras y cenó sueños ácidos de libertad. Se vitaminó del arte para mutar en bestial ente creativo que sabe de la realidad de a pie.
Desde antes de su irrupción en la música en 1975 (con su álbum Horses, incluido en el registro de la biblioteca del Congreso de Estados Unidos), sabía que sería una artista, que, por cierto, ha sido reconocida desde la tribuna subterránea al ser de las primeras efigies del movimiento punk de finales de los años 70 en Nueva York, hasta la alta esfera de la cultura (recibió en tiempo reciente el premio Polar: el Nobel de la música que entrega la monarquía sueca).
Patti Smith, rebelde natural que escribió hace años un poema Juramento/Blasfemia, y hoy día se toma la foto con el nuevo Papa, regresa a México, donde –según confesó hace un tiempo– realizó algunos de sus viajes iniciáticos, y comenzó a escribir en serio a finales de los años 70. Cuando piensa en el país recuerda el Día de Muertos, a los niños….a Diego Rivera, a Frida Khalo.
De hecho, sus dos únicas presentaciones en nuestro terruño –el año pasado– fueron en lugares de esos dos pintores: en el Museo Anahuacalli, donde dirigió el ceremonial de música feroz, elegante y atemporal, dijo una crítica, y en Casa Azul (en Coyoacán), en la que ofreció serenata post mortem a Khalo y Rivera, quienes –ha dicho– también la influyeron. Su mamá le obsequió cuando pequeña un libro sobre la vida del muralista.
Ahora regresa a la capital de México, al foro de El Plaza Condesa, donde este viernes por la noche promete interpretar junto con su banda lo que quiera la gente. Tocaremos nuestro material nuevo, pero el público decidirá también lo que desee escuchar; les daré esa opción porque tenía muchas ganas de regresar. Me emociona luego de ese gran sabor que me dejó la última vez, adelanta y promete un racimo sonoro con piezas eclécticas, y dosis de Banga, su décimo álbum de estudio en el que participaron su hija Jesse Paris y su hijo Jackson. Es su reciente estallido creativo junto con su libro Éramos unos niños (premiado con el National Book Award, uno de los mayores reconocimientos literario en Estados Unidos), en el que narra en primera persona hechos biográficos, del extraño binomio que formó con el fotógrafo Robert Mapplethorpe, con quien compartió momentos difíciles y profundos para su proceso creativo, luego de su arribo a La Gran Manzana, en 1967, cuando supo que para convertirse en artista tenía que pasar hambre, vivir en la calle e incluso robar comida.
Desde su infancia y adolescencia, la lánguida Smith comió letras. Cayó rendida ante ellas por autores como Arthur Rimbaud, en quien mutó y a quien siguió viendo su rostro en las composiciones de Bob Dylan o Jim Morrison.
Grandes escritores como Charles Baudelaire, Bertolt Brecht, William Blake o William Burroughs, y en la actualidad otros como el chileno Roberto Bolaño, tienen sus órbitas en el sistema de Patti Smith, a quien se le pregunta:
–¿Se imagina a la humanidad sin libros?
–No. Mi amor por ellos es tan fuerte que para mí es inimaginable. Me suena interesante la pregunta, porque ahora la gente se ha cuestionado cómo sería su vida sin teléfono celular. Quizá nos lo preguntemos en un futuro. Pero hablar de los libros es hacerlo sobre unas de las mejores riquezas del humano. Yo no puedo estar si no llevo uno. Si viajo y no tengo uno conmigo puede convertirse en un horror. Hasta cuando voy al baño llevo uno.
La poesía, esencia del espíritu
Se dice en el lugar común que el arte es el alimento del humano. Ella opina que “es algo que tiene que ver con tus pensamientos, con la naturaleza. No sobre esos aspectos narcisistas de las personas. Los que hacemos arte, lo creamos para la gente. Los músicos, los performanceros, los escritores… somos una especie de servidores públicos y debemos estar felices de esa naturaleza, de hacer algo para las personas.”
–¿La poesía se volvió una necesidad para usted?
–Es la esencia del espíritu. Lo mejor para expresar parte de la sustancia de la gente. Es la forma más sublime. Su simplicidad viene de un lugar especial y hermoso de los humanos. La poesía es el lenguaje más artístico de la gente.
Smith ganó notoriedad al incluir la poesía en sus primeras grabaciones. Por ahí de 1974 volteó hacia lo sonoro, a la par y junto al guitarrista y crítico Lenny Kaye, quien aún la acompaña en sus composiciones y conciertos. Sus primeros acordes los fundió con esa banda que abría telones en el emblemático local CBGB. El resultado de ese encuentro fue el disco Horses, lleno de lecturas dramáticas. Continuó con Radio Ethiopia, placa que se movió a un contexto más experimental. Con Easter, se lanzaban como la figura de la artista desenfadada y auténtica.
Cuando editó Wave, su oleaje viró por terrenos sinuosos. Fue el tiempo en el que conoció y se casó con el ex MC5, el guitarrista Fred Sonic Smith. Se retiró unos años a la vida conyugal introcreativa. Su regreso fue con Dream of life, periodo lóbrego en el que muere su pareja. En 1995 retorna con Gone Again, pero vuelve a vivir otro quebranto: su hermano y su amigo Mapplethorpe mueren también. Más recientemente editó Trampin, 2004, e incluso hizo una versión sonora de su libro The Coral Sea, en 2008.
–¿Qué es para usted la muerte?
–Si comentamos lo bueno que es la vida, también tenemos que aceptar que existe la muerte. Aunque esperes vivir un larga vida, como todos, debes entender que la muerte es la parte dura del trato. Ya seas un jardinero, un cantante… lo que hagas, siempre tienes que agradecer el estar vivo y que puedes ser alguien que olvida y aprende de sus errores antes de partir.
–¿No le molesta el cliché de ser llamada Madrina del punk?
–La mayoría de las artes tienen a su papá o a su padrino. Como estado mental, el punk se puede aplicar a cualquier ámbito. Es una actitud que siempre estará ahí. Yo en realidad tengo muchos nombres, muchos motes. Me llaman de diversas maneras. Me gustan algunos e incluso estoy orgullosa de ellos, porque me he movido por diversos campos. Hasta soy fotógrafa y madre, entonces está bien que me llamen así.
–¿Cómo define a la industria cultural?
–Antes, la idea o concepto de cultura no estaba inmersa en la industria, especialmente en la de contextos revolucionarios e independientes, los cuales vivían al margen de ésta. Creo que ahora se ha convertido en algo tristemente muy material. Pero tengo la esperanza con la gente joven, sobre todo aquella que no piensa convertirse en celebridad, que trabaja en sus cosas. Hay también una transición extraña que tiene que ver con la influencia de la tecnología; con cambios que han trasformado la manera de pensar de los creadores actuales.
–¿Cuál es la mayor virtud de la fotografía?
–Desde que tomé mi polaroid, me enamoró el congelar momentos, atmósferas. Imagina que es la razón de existir de artistas como Tina Modotti, que captó ambientes espirituales del humano.
La poetisa vuelve a un país que admira, de gente creativa, ha dicho, por el que puede rezar y dar su amor
Patti Smith y su banda. Viernes 10 de mayo, 22 horas. Boletos al 5325-9000 en la taquilla de El Plaza Condesa (Juan Escutia 4, colonia Condesa).

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