En velada íntima, la cantante regala un adelanto de
lo que será su presentación de este viernes en El Plaza Condesa.
Juan José Olivares
Publicado: 09/05/2013 22:04
Publicado: 09/05/2013 22:04
México, DF. En México se habla “el lenguaje del amor”: el español, “que amo, pero, lo siento, sólo hablo inglés. Vine a este país sola cuando era joven, en los años setenta. Fui por tren a Veracruz. Estuve libre y segura y nunca lo olvidaré esa experiencia, ese viaje…” dijo esta noche Patti Smith, poeta, cantante, fotógrafa... madre, la cual ante un privilegiado y reducido grupo de espectadores regaló un adelanto de lo que será su concierto de mañana viernes por la noche en El Plaza Condesa. En la Biblioteca Banjamin Franklin, dependiente de la embajada de Estados Unidos en México, “el poder de sus palabra y su música”, como dijo el embajador Anthony Wayne, se hicieron presentes, donde sólo La Jornada tuvo la exclusiva de cronicar el acto.
Patti es una “narradora de historias de lucha y libertad. Sus canciones tienen el sabor de la esperanza. Su mensaje es que la noche nos pertenece y que es el sitio donde podemos realizar nuestros sueños íntimos. Su sensibilidad se ha hecho arte y ha sido la inspiración de generaciones enteras”, aseguró Wayne.
Cuatro canciones bastaron para conmover al petit comité (entre los que estuvieron cantantes como Natalia Lafourcade, Ximena Sariñana, así como promotores e intelectuales), que percibieron entre el aroma a viejo de los libros y el de las margaritas con tequila, a una de las “más grandes artistas”, dijo el diplomático estadunidense, enfundado en chamarra de piel, acorde al encuentro.
“Esta noche no tenemos gran sistema (eléctrico) pero tocaremos una rolas. No está planeado. Sólo vine con mis músicos y preparamos algo”, afirmó Patti antes de interpretar Wing, “que dedico a dos personas que me influyeron: Frida y Diego”.
Y los acordes de Jackson Smith y Tony Shanahan en las liras introdujeron al respetable en la bien entonada voz de la artista. Su mirada se perdía en el horizonte de los anaqueles del recinto, y su voz, envolvía.
Pocos se atrevieron a respirar o susurrar mientras Patti viajaba al interior de ese México de atmósferas bucólicas.
Siguió con My Blakean Year, que ofrendó a William Blake, “un poeta, filósofo, una gran voz de su tiempo”. Subió al pequeño estrado su eterno acompañante en la música, Lenny Kaye, y juntos hicieron un mezcla sonora para formar en el público una especie de alas. Lo sublimó y lo dejó boquiabierto.
Las otras dos piezas fueron un homenaje a su esposo Fred Sonic Smith. La trascendental Because the Night hizo que todos los asistentes sacaran al anglosajón que llevan dentro, al acompañar con el estribillo "because the night belongs to lovers (porque la noche pertenece a los amantes…)".
Visiblemente cansada, el aplauso le vino como proteína y regaló la cuarta de la breve noche: People Have the Power, con la que dibujó en la metafísica la figura del guitarrista Sonic Smith, padre de Jackson, que la acompaña a todas partes.
Al final como al inicio de la breve velada, no dejó de firmar libros, discos y papeles. Su sonrisa se dibujaba en cada interacción, en cada rúbrica, en cada tatuaje simbólico que con unos pocos acordes, dejó en los suertudos que degustaron este entremés acústico.
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