Martha Recasens fue la única oradora en el homenaje
que el gobierno del DF organizó para el líder comunista que falleció ayer.
Arturo Jiménez, Gabriela Romero y Ángel Bolaños
Publicado: 25/05/2013 14:19
Publicado: 25/05/2013 14:19
México, DF. El líder comunista Arnoldo Martínez Verdugo, quien falleció ayer viernes, fue despedido con música, aplausos, consignas, el himno del Partido Comunista, la Internacional, y el poema “Oh, capitán, mi capitán” del escritor estadunidense Walt Whitman, leído por su esposa Martha Recasens, quien así dijo adiós “al amor de mi vida”.
Única oradora en la ceremonia de cuerpo presente en el Museo de la Ciudad de México, Recasens dijo: “Para mí Arnoldo no es una figura, sino un hombre concreto al que amo”. Y luego compartió a las decenas de presentes que juntos construyeron un espacio donde el amor y la utopía siguen teniendo cabida.
En el homenaje estuvieron presentes el jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera; el líder moral perredista Cuauhtémoc Cárdenas; el dirigente nacional del PRD, Jesús Zambrano, y otras figuras de la izquierda, como Pablo Gómez, Alejandro Encinas, e intelectuales como Enrique Semo.
También Carlos Payán, director fundador de La Jornada; el político Porfirio Muñoz Ledo; el exdirigente estudiantil Raúl Álvarez Garín, y militantes comunistas ya octogenarios como don Luis Sosa Pérez, exactivista ferrocarrilero yucateco.
En el acceso al homenaje que el Gobierno del Distrito Federal organizó, fue colocado un cordón para dosificar la entrada, por lo que no pudieron ingresar militantes y ciudadanos comunes, quienes vinieron “a decir adiós” a su líder. Muchos incluso llegaron hoy en la mañana de entidades como Veracruz y el estado de México.
En su emotiva participación, Recasens dijo que a Martínez Verdugo no le gustaban los reflectores, pero tuvo el don de dirigir los esfuerzos colectivos en favor de un cambio.
Recordó que él no tuvo ninguna dificultad, como otros, para comprender la importancia del resurgimiento de los pueblos indios.
“Fue un hombre de principios, con una estatura moral que incomodaba a muchos”, comentó, y destacó su “inmensa capacidad afectiva”, así como su “gran dificultad para sentir odio”.
Arnoldo Martínez Verdugo fue, concluyó, “una roca que sólo se mueve cuando es necesario”.
Poco después de las de las 14 horas, entre aplausos, vivas y la canción “No nos moverán”, entonada colectivamente, partió la carroza con los restos de Martínez Verdugo hacia la agencia Gayosso de Félix Cuevas para ser cremados.
Aún no se informa el destino de sus cenizas.
Arnoldo Martínez Verdugo murió ayer en su casa ubicada en la delegación Tlalpan, a los 88 años, víctima de una larga enfermedad. Fue obrero en su estado natal, Sinaloa, y en el Distrito Federal estudió en La Esmeralda.
Fue candidato presidencial por el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y fundador de los partidos Comunista Mexicano y de la Revolución Democrática.
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