Sufrió fracturas en seis costillas, la escápula y el piso medio del cráneo, según reporte médico
Alonso Fragua
La Jornada de Oriente
Alonso Fragua
La Jornada de Oriente
Puebla, Pue., 2 de abril. A las 12:25 horas de este jueves, el neurocirujano de la Beneficencia Española de Puebla, Alberto Segovia Philips, reportó que el estado de salud del escritor José Agustín Ramírez era estable y su evolución satisfactoria, luego de ser ingresado la noche anterior con fracturas en seis costillas del costado izquierdo, de la escápula y del piso medio del cráneo, también de ese lado y estar en terapia intensiva.
El aspecto neurológico del escritor, según el especialista, permanecía estable, aunque todavía es prematuro determinar cuántos días deberá permanecer internado.
Las lesiones referidas fueron causadas porque José Agustín sufrió una caída de más dos metros al foso del escenario del Teatro de la Ciudad. Los paramédicos de la Cruz Roja trasladaron al autor en estado estable y consciente luego de más de cinco minutos en los que permaneció desmayado y con sangre que salía de su oído izquierdo, por la fractura del piso medio del cráneo.
José Agustín ya no es el adolescente que publicó La tumba antes de cumplir 20 años de edad, pero su corazón sigue joven. Está, como él mismo afirma, más allá del bien y del mal.
“Yo no le tengo miedo a nada. He sido humillado de las formas más pedestres y halagado hasta la exageración. He sobrevivido a todo”, decía el escritor al finalizar su plática: ¿Cuál es el soundtrack de tu vida?, en el Teatro de la Ciudad, el miércoles.
Minutos después, mientras firmaba libros de una veintena de personas sobre el escenario , el autor de Tragicomedia mexicana se acercó demasiado al borde hasta dar un paso fuera y cayó.
La cinefilia y la melomanía
Antes de permanecer inconsciente por más de cinco minutos y de que los paramédicos lo condujeran al hospital, el escritor melómano, cinéfilo y bibliófago reía, bromeaba y compartía anécdotas sobre su vida y obra en la conferencia de apertura del Festival Internacional de Cine Documental Musical In-Edit.
Aunque el locutor de radio local que lo acompañó, dirigió la plática a terrenos menos musicales de los esperados por el público, José Agustín alcanzó a enlistar algunos de los artistas que componen la banda sonora de su vida, desde los años 50 de la centuria pasada hasta el naciente siglo XXI. Así, al momento de ocurrir la caída del escritor, Moby, Arcade Fire o Sufjan Stevens, probablemente sonaban en la mente de uno de los primeros críticos de rock en México.
Al mediodía del mismo miércoles, el escritor comenzó una serie de entrevistas con la prensa local y nacional que se prolongarían hasta después de las dos de la tarde. Durante este lapso, el también dramaturgo y guionista parecía dictar un capítulo más de su famoso libro La contracultura en México, pues abordaba anécdotas de carácter musical, hacía recomendaciones a los reporteros sobre grupos nuevos y de antaño, así como demostraba que, a sus casi 65 años, su adicción a los discos de todos los géneros perdura.
“Yo ya me siento muy vetarro, así que estaría hablando de oídas”, comenzaba al preguntársele si habría una segunda parte de ese libro. “Lo que quiero hacer es pagarle a alguien –dándole crédito, obviamente– para que me hiciera la investigación y entonces yo trabajarla con mi estilo y el estilo general del libro”. La historia de los emos, el grafiti, las perforaciones corporales y los tatuajes, entre otros temas de la contracultura de los años recientes, sería incluida en un segundo volumen o en capítulos ampliados. “Es inminente que –creo que para el año que entra– ese libro se expanda”.
Los reporteros, quienes no ocultaban su admiración por el entrevistado, alimentaban con cada pregunta la melomanía inagotable del acapulqueño. “La música lo que refleja es una liberación, un exorcismo de demonios para luego reconocerlos más fácilmente. Todo aquello que permita la expresión de todos los sectores de la sociedad siempre es positivo. Aunque al principio sea muy radical, muy anarco”.
Con pesar, aunque sin sorpresa, una de las jóvenes reporteras convocadas por el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla le hacía notar al escritor que ninguno de los más de 20 documentales del festival In-Edit trataría sobre rock mexicano. “El rock es un fenómeno extraño en el país. Una generación que debería ser muy rocanrolera es la de Cuarón. ¡Esos cuates son rockers a morir! Me consta personalmente. O González Iñárritu, por ejemplo. Pero en el cine se fueron a otras ondas. Muy buenas bandas sonoras, pero no han abordado el rock más directamente.
“Mi generación, metida en el cine, debería estar haciendo un gran cine rocanrolero. Jaime Humberto Hermosillo empezó con La Revolución de Emiliano Zapata en La verdadera vocación de Magdalena. Después vino un esfuerzo extraordinario de Gerardo Pardo, quien hizo De veras me atrapaste, que es una película de rocanrol mexicano padrísima. Está basada en un cuento de René Avilés Fabila, en el cual el fantasma de un rocanrolero visita a la chava que alquiló su departamento y que es roquera. Y tiene muy buena música y está muy bien filmada, porque es un esteta el Gerardo Pardo.
“Y luego también están las cintas de Paul Leduc, quien a la larga fue el más rocanrolero de todos. Él hizo primero Cómo ves, que es un documental doctozón y difícil, pero que tiene a Rockdrigo, a El Tri, a Jaime López y a Ceci Toussaint, ¡y en grande! Luego están los videoclips de Rockdrigo que le hizo el mismo Leduc a finales de los años 80 para un programa de televisión. ¡Sensacionales! No buenos, ¡sensacionales!”
“Veo mucha vida en ti”
“¿Con qué canción te gustaría que bajara tu féretro?”, le preguntaba el público al término de la conferencia. Riendo, respondió, “con La casa del sol naciente, definitivamente”, sin importarle la cacofonía. Por fortuna, esa canción sigue sin sonar en la banda sonora del escritor. En su lugar, el disco de los Siete cisnes, de Sufjan Stevens, probablemente lo acompañe mientras se recupera. I can see a lot of life in you. I can see a lot of bright in you. Veo mucha vida en ti. Veo mucho brillo en ti, José Agustín.
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