28 Abril, 2009 - 01:30/El Economista
A la industria turística, de los sectores más resistentes a la recesión, le llueve sobre mojado. Después de la severa caída experimentada por la situación económica global, ayer la Unión Europea, que preside el checo Mirek Topolanek, emitió una alerta de no viajar a México ni Estados Unidos “a menos que sea urgente”, cosa que equivale a la puntilla.
A la industria turística, de los sectores más resistentes a la recesión, le llueve sobre mojado. Después de la severa caída experimentada por la situación económica global, ayer la Unión Europea, que preside el checo Mirek Topolanek, emitió una alerta de no viajar a México ni Estados Unidos “a menos que sea urgente”, cosa que equivale a la puntilla.
De inmediato, quedaron cancelados aquí varios eventos y seminarios internacionales con participación de europeos, como el que el IPAB, a cargo de Tere Espinosa Labardini, tenía programado para el 14 de mayo.
En cosa de minutos, el doctor Richard Besser, director en funciones del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades con sede en Atlanta, respondió, previa consulta con la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, que la alerta resulta “totalmente injustificada”, a pesar de que ayer el número de casos confirmados en territorio estadounidense se duplicó a 40.
Cinco horas después, no se había registrado ninguna reacción de las huestes del presidente Felipe Calderón ni la canciller Patricia Espinosa ni el encargado de la crisis de la influenza, el titular de Salud, José Ángel Córdova, y menos del secretario de Turismo, Rodolfo Elizondo, quien asiste al más desangelado Pachanguis en 34 años.
En el contexto de la caída generalizada de los mercados bursátiles en todo el mundo, los títulos de las empresas farmacéuticas se fueron a la alza, muy particularmente de los dos fabricantes principales de medicamentos que han demostrado ser efectivos contra la influenza porcina, Roche y GlaxoSmithKline.
Laboratorios Roche, que en México encabeza Miguel Munera, vendió el fin de semana pasado la mayor parte de su inventario de Tamiflu al gobierno federal. Se habla de poco más de 400,000 cajitas (una por tratamiento), cuyo precio al público ronda los 525 pesos, y por las que el Sector Salud pagó 365 pesos cada una.
Desde su sede en Londres, la farmacéutica inglesa GlaxoSmithKline (GSK), que en México encabeza Oswaldo Gola, confirmó que el fin de semana hizo entrega al IMSS, que dirige Daniel Karam, de 100,000 lotes de su medicamento antiviral Relenza, cuyo ingrediente activo es zanamivir.
Tanto el oseltamivir de Tamiflu, y el zanamivir de GSK, son los dos únicos ingredientes activos que han demostrado su efectividad contra el virus de influenza porcina hasta hoy. Por ello, en las bolsas de Zurich, Londres y otras, Roche y GSK subieron más de 20% en su cotización.
Está muy bien que el gobierno federal se haya aprovisionado de Tamiflu y Relenza, pero es un hecho que las autoridades secaron el mercado. Al no haber existencias en farmacias (todavía el sábado se conseguía en Farmacias San Pablo, de Arturo Ransanz, en 900 pesos), alguien que presente síntomas tiene dos opciones: ir a esperar largas horas para que lo atiendan en el Sector Salud, o acudir a un médico u hospital privado y pagar miles de pesos para ser atendido.
En Zurich, Roche Holding AG, que preside el doctor Franz Humer, anunció que está trabajando horas extras para ampliar la producción de Tamiflu, y declaró que la Organización Mundial de la Salud cuenta con un “colchón” de 5 millones de dosis para enfrentar la posible pandemia.
Sin embargo, los dos vicepresidentes del consejo, Bruno Gehrig y André Hoffmann, advirtieron que un incremento de la producción no es la solución, ya que el tiempo que demora llevar el medicamento de la síntesis del producto al envasado es de ocho meses.
“Siempre dejamos en claro que esto (el aumento repentino de la producción) no puede suceder de la noche a la mañana, por lo que es muy importante que los países estén preparados antes de que estalle la pandemia”, dijeron los doctores Gehrig y Hoffmann.
Tamiflu, u oseltamivir, es suministrado vía tabletas y fue desarrollado originalmente por la compañía de biotecnología Gilead Sciences de Foster City, California, que preside el doctor John Martin y que es de las más avanzadas en el desarrollo de antivirales contra el SIDA.
Curiosamente, el año pasado las regalías que Gilead obtuvo de Roche por Tamiflu cayeron de 89 millones a 35 millones de dólares. Este año, se multiplicarán por lo menos en 10 veces.
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