Raymundo Rivapalacio
Ignacio Coronel se encuentra fuera del imaginario colectivo
Ignacio Coronel se encuentra fuera del imaginario colectivo
Tan inesperado como contundente, el arzobispo de Durango, Héctor González Martínez, declaró a periodistas que Joaquín “El Chapo” Guzmán, vive en el municipio de Guanaseví, en el noroeste de ese estado. “Todos lo sabemos, menos la autoridad”, subrayó. Fue una frase tan espectacular como extraña. Primero, no acompañó su dicho con una denuncia o con datos más específicos, que permitieran a la PGR abrir una investigación. Segundo, que de acuerdo con informes de inteligencia de Estados Unidos, no es “El Chapo” Guzmán quien vive en Durango, sino Ignacio Coronel, quien se encuentra totalmente fuera del imaginario colectivo en la guerra contra el narcotráfico.
Elusivo y discreto, Coronel es considerado por muchos en las áreas de seguridad, como el principal jefe del narcotráfico en México. Inició sus actividades criminales a mediados de los 80’s transportando cocaína colombiana en Jalisco y Zacatecas, subiendo en el escalafón jerárquico del narcotráfico. A fines de 2002 se convirtió en el operador financiero del Cártel de Sinaloa y el hombre que consolidó las importaciones de los precursores químicos desde el extranjero que se convirtieron en lucrativas drogas sintéticas para el mercado estadounidense.
No fueron Guzmán ni Zambada los encargados de importar los precursores de las metanfetaminas, sino Coronel, quien de acuerdo con un informe de inteligencia estadounidense, encontró proveedores en China –Ye Gon era uno de los intermediarios-, y abrió la ruta de importación desde la India, a través de vías alternas de contrabando que pasan por Suráfrica, Costa de Marfil, Alemania, Hungría, Polonia, Chile y Argentina, para enviarlos por mar, desde Hong Kong hasta Manzanillo, y por avión, desde Alemania y Argentina, a través del aeropuerto internacional de la Ciudad de México. Es cierto, el negocio le pertenecía al Cártel de Sinaloa, pero el cerebro detrás de todo era Coronel.
Según el informe de inteligencia, los embarques y contenedores en los que llegan los precursores siempre vienen con pedimentos falsos, que ingresan a México con el apoyo de funcionarios que se encuentran en su nómina, principalmente en las áreas de Aduanas y las policías federales.
La disrupción de rutas y territorios para el transporte de la droga ha detonado la violencia galopante en la guerra contra la misma, y por el peso de Coronel en el Cártel de Sinaloa, las autoridades lo consideran una de las figuras más peligrosas del narcotráfico en México. Su centro de operaciones, según la inteligencia de Estados Unidos, se extiende por la costa del Pacífico desde Michoacán, hasta Nayarit, Sinaloa, Sonora y Chihuahua, que es la ruta de las metanfetaminas. Desde 2003, señala el mismo informe, movió su eje de operación de Guadalajara a Morelia, Michoacán, en coincidencia con la fractura que se fue dando con “La Familia”, el grupo que armó el Cártel del Golfo en Michoacán para enfrentar la embestida del Cártel de Sinaloa. Pero en 2008, añade, se empezó a ver a su equipo de seguridad personal en la parte sur de Durango.
Coincidencia o no, desde que se movió a esa zona se incrementó la violencia. En el corredor de Gómez Palacio (Durango)/Torreón (Coahuila)-Ciudad Juárez, se han dado más del 70% de las ejecuciones del narcotráfico en el último año, en la lucha por un territorio en disputa entre el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Juárez, que se dividieron desde enero del año pasado cuando se fracturó la llamada Federación, y la familia Carrillo Fuentes y los hermanos Beltrán Leyva terminaron peleando contra sus aliados. Un dato en el informe fortalece la hipótesis de su autoría en la violencia en esa zona: el responsable de operaciones militares del Cártel de Sinaloa en Juárez, Manuel Alejandro Aponte Gómez, “El Bravo”, quien era el jefe de seguridad de “El Chapo” Guzmán, trabaja para Coronel desde enero de 2008.
Los estadounidenses buscan afanosamente detener a Coronel, quien les ha penetrado fuertemente en Estados Unidos. Controla la distribución de metanfetaminas en ciudades tan disímbolas como Houston, Texas, y Mobile, Alabama, Nashville, Tennessee y Oklahoma, o en Orlando y Tampa como en Pueblo, Colorado, y Richmond y Shenandoah en Virginia.
Tenía súper laboratorios para metanfetaminas en Texas, Oklahoma y Kansas, pero los movió a México para mantener el control de venta y precios, remplazando a pequeños jefes de droga en todo el Medio Oeste y el sur de Estados Unidos.
La eventual detención de Coronel golpearía una vasta red de complicidades dentro del Gobierno, a familiares de cuando menos un gobernador panista, a ex funcionarios de la PGR, y un general de tres estrellas. Pero también, su arresto afectaría la columna vertebral del Cártel de Sinaloa.
Al declarar el arzobispo que Guzmán vive en Durango, paradójicamente, pone en alerta a Coronel, quien empacará y se irá antes de que los federales lleguen por él. Es al único, irónicamente, al que le ha hecho un favor este buen hombre de la Iglesia.
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