Bajo reserva es elaborada con aportaciones de periodistas y colaboradores de EL UNIVERSAL previamente verificadas....
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Durante 72 horas, esta casa editorial guardó silencio sobre el secuestro de cuatro periodistas en Durango, a petición inicial de los medios de comunicación a los que ellos pertenecen, en el entendido de que de eso dependía la vida de nuestros colegas. Algunos medios decidieron difundir el hecho, una vez que se había dado a conocer, con el propósito de exigir y presionar la liberación de los profesionales. Otros, entre ellos EL UNIVERSAL, optaron por extender el periodo de silencio en espera de alguna señal de vida. En nuestro caso, esta decisión fue tomada en diálogo continuo con nuestra columnista Denise Maerker, directora de Punto de Partida, cuyo enviado, Héctor Gordoa Márquez, era uno de los secuestrados.
A partir del jueves en la tarde, cuando Héctor fue liberado, comenzamos a difundir el suceso, toda vez que los medios de los colegas aún retenidos —Multimedios y Televisa— habían comenzado a hacerlo. A partir de ese momento y en los siguientes tres días, lo hemos llevado en primera página del impreso y exhaustivamente en Online, incluyendo la gestión de esta empresa ante la SIP para un pronunciamiento internacional.
El secuestro de periodistas por el crimen organizado para obligar a difundir sus mensajes, abre una caja de Pandora de alcances terribles e incalculables. Es un hecho inédito al que los medios respondimos con estrategias distintas, de acuerdo a lo que cada cual consideró más útil para la liberación de nuestros colegas. Esta experiencia nos enseña que debemos orientarnos a establecer los protocolos que nos permitan enfrentar juntos otra crisis similar. Lo que es un hecho es que el contenido de los medios no puede ser dictado por el chantaje de los criminales. Ninguna empresa de comunicación puede ni debe enfrentarse sola a esta amenaza. El gobierno tendría que asumir parte de la responsabilidad para conjurar esos riesgos (tal como lo hizo ayer en la liberación de los camarógrafos aún retenidos), pero la defensa de nuestros contenidos reside en última instancia en la voluntad de los propios profesionales de la información para enfrentar unidos esta amenaza.
Para “las izquierdas”, el estado de México resulta un hueso muy duro de roer. Los números son contundentes: el PRD gobernaba hace un año 33 municipios y ahora sólo 11, y Andrés Manuel López Obrador lo sabe. Por eso, nos dicen, anunció que a partir del próximo día 20 enfilará todas sus baterías a ese bastión priísta. La jugada pretende matar dos pájaros de un tiro, ya que su labor de proselitismo le sumará puntos a la hora de las encuestas, de cuyos resultados depende la candidatura presidencial y, de paso, fortalecerá a dos de sus alfiles, Alejandro Encinas y Yeidckol Polevnsky, quienes podrían reclamar luego el estandarte para competir en las urnas en 2011 en el Edomex. Hay quienes ven en la jugada una intención de carambola, ya que en la medida en que gane espacios acotará los de la actual dirigencia perredista, y así podrá inclinar la balanza a la hora de las decisiones. Si todo le sale bien, afirman los enterados, quienes impulsan una coalición PAN-PRD se quedarían sólo con las ganas.
Apunte final: De repente los servicios de inteligencia funcionan y el Estado demuestra que es capaz de asestar “golpes quirúrgicos” a la delincuencia organizada. Qué bueno que tenga esa capacidad; queda esperar que de hoy en adelante ya no escatime en utilizarla.
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Durante 72 horas, esta casa editorial guardó silencio sobre el secuestro de cuatro periodistas en Durango, a petición inicial de los medios de comunicación a los que ellos pertenecen, en el entendido de que de eso dependía la vida de nuestros colegas. Algunos medios decidieron difundir el hecho, una vez que se había dado a conocer, con el propósito de exigir y presionar la liberación de los profesionales. Otros, entre ellos EL UNIVERSAL, optaron por extender el periodo de silencio en espera de alguna señal de vida. En nuestro caso, esta decisión fue tomada en diálogo continuo con nuestra columnista Denise Maerker, directora de Punto de Partida, cuyo enviado, Héctor Gordoa Márquez, era uno de los secuestrados.
A partir del jueves en la tarde, cuando Héctor fue liberado, comenzamos a difundir el suceso, toda vez que los medios de los colegas aún retenidos —Multimedios y Televisa— habían comenzado a hacerlo. A partir de ese momento y en los siguientes tres días, lo hemos llevado en primera página del impreso y exhaustivamente en Online, incluyendo la gestión de esta empresa ante la SIP para un pronunciamiento internacional.
El secuestro de periodistas por el crimen organizado para obligar a difundir sus mensajes, abre una caja de Pandora de alcances terribles e incalculables. Es un hecho inédito al que los medios respondimos con estrategias distintas, de acuerdo a lo que cada cual consideró más útil para la liberación de nuestros colegas. Esta experiencia nos enseña que debemos orientarnos a establecer los protocolos que nos permitan enfrentar juntos otra crisis similar. Lo que es un hecho es que el contenido de los medios no puede ser dictado por el chantaje de los criminales. Ninguna empresa de comunicación puede ni debe enfrentarse sola a esta amenaza. El gobierno tendría que asumir parte de la responsabilidad para conjurar esos riesgos (tal como lo hizo ayer en la liberación de los camarógrafos aún retenidos), pero la defensa de nuestros contenidos reside en última instancia en la voluntad de los propios profesionales de la información para enfrentar unidos esta amenaza.
Para “las izquierdas”, el estado de México resulta un hueso muy duro de roer. Los números son contundentes: el PRD gobernaba hace un año 33 municipios y ahora sólo 11, y Andrés Manuel López Obrador lo sabe. Por eso, nos dicen, anunció que a partir del próximo día 20 enfilará todas sus baterías a ese bastión priísta. La jugada pretende matar dos pájaros de un tiro, ya que su labor de proselitismo le sumará puntos a la hora de las encuestas, de cuyos resultados depende la candidatura presidencial y, de paso, fortalecerá a dos de sus alfiles, Alejandro Encinas y Yeidckol Polevnsky, quienes podrían reclamar luego el estandarte para competir en las urnas en 2011 en el Edomex. Hay quienes ven en la jugada una intención de carambola, ya que en la medida en que gane espacios acotará los de la actual dirigencia perredista, y así podrá inclinar la balanza a la hora de las decisiones. Si todo le sale bien, afirman los enterados, quienes impulsan una coalición PAN-PRD se quedarían sólo con las ganas.
Apunte final: De repente los servicios de inteligencia funcionan y el Estado demuestra que es capaz de asestar “golpes quirúrgicos” a la delincuencia organizada. Qué bueno que tenga esa capacidad; queda esperar que de hoy en adelante ya no escatime en utilizarla.
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