Domingo, 15 de Agosto de 2010
MÉXICO, DF.- Ignacio Coronel Villarreal no supo que ya iban por él hasta que tuvo al Ejército encima. Literalmente. El grupo de élite llegó por aire y se alineó en chorizo, como se refieren coloquialmente los militares a una formación en columna. Cuando reaccionó, Coronel reventó un ventanal y trató de huir por el jardín de su casa de seguridad, en la que llevaba al menos dos semanas recluido, temeroso de ser aprehendido. Sabía, sí, que el cerco en su contra se estrechaba; no lo esperaba tan pronto.
Irán Francisco Quiñones Gastélum, el único hombre que acompañaba al capo, y la fisioterapeuta que le proporcionaba un masaje minutos antes del operativo, salieron por delante entre los cristales rotos, pero fueron detenidos inmediatamente sobre el césped. "Nacho" Coronel giró sobre sus pasos y regresó a la casa. Corrió hacia unas escaleras que dan a un pasillo que, a la izquierda, conduce a la recámara principal; hacia la derecha está la sala. No llegó a ningún lado. En un recodo volteó e hizo cinco o seis disparos con un rifle de asalto M-16, calibre 5.56, con los que mató a un soldado e hirió a otro. Unos pasos más adelante se topó con una escopeta Mossberg calibre 12 milímetros. Bastó un solo tiro, a no más de cuatro metros de distancia, del militar que la portaba. Los perdigones entraron por su costado izquierdo, casi en la espalda. El disparo, a bocajarro, no se expandió. "Nacho" Coronel estaba muerto.
Las imágenes que obtuvo Proceso de un video rectifican las versiones que en el primer momento aseguraron que Coronel había recibido varios disparos.
El cuerpo tendido sobre las escaleras muestra claramente el único impacto que recibió. La sangre que apenas se aprecia bajo la barbilla sale de su boca; es una hemorragia. A la izquierda del cadáver, junto a una maceta, la escuadra favorita de "Nacho" Coronel; la cacha cubierta de diamantes, su marca personal. Por ningún lado se aprecia el fusil M-16 que habría empuñado; supuestamente fue recogido casi de inmediato por los militares.
El arma que mató a "Nacho" Coronel es utilizada por el Ejército para brechar, es decir, para volar las puertas por las que debe ingresar una columna militar. A cierta distancia, su poder expansivo permite abrir enormes boquetes en las chapas de madera. Por lo común, tras abrirse paso con este método, entramos en chorizo, cuatro o cinco hombres, uno detrás de otro; el primero despeja, mira que no haya nadie y entonces le siguen los demás. En esta ocasión no hubo necesidad porque entramos por aire.
La escopeta –también llamada chaquetera por su particular forma de cortar cartucho– puede soltar hasta nueve tiros. Ocho se quedaron en la recámara. El único disparo que efectuó lo recibió Coronel de lleno.
A diferencia del tratamiento que recibió el cadáver de Héctor Beltrán Leyva, ejecutado por marinos el 16 de diciembre del año pasado en Cuernavaca, Morelos, el Ejército cuidó al extremo la escena y evitó cualquier filtración de imágenes del cuerpo de "Nacho" Coronel.
Los restos de "El Rey del Cristal" recibieron un trato respetuoso. Los militares que participaron en el operativo no se ensañaron con "Nacho" Coronel; tampoco se sorprendieron mucho cuando vieron dónde estaban y a quién habían matado. Reinó el silencio. (APRO)
Aportaciones testimoniales y gráficas de alguien que formó parte del operativo permiten a Proceso reconstruir cómo fueron los últimos momentos de Ignacio ‘Nacho’ Coronel, uno de los líderes del cártel de Sinaloa, muerto en una acción del Ejército el jueves 29 de julio en una de sus casas en Zapopan, Jalisco. Como en otros casos excepcionales, respetamos el anonimato que solicitaron tanto el autor como su fuente de información
MÉXICO, DF.- Ignacio Coronel Villarreal no supo que ya iban por él hasta que tuvo al Ejército encima. Literalmente. El grupo de élite llegó por aire y se alineó en chorizo, como se refieren coloquialmente los militares a una formación en columna. Cuando reaccionó, Coronel reventó un ventanal y trató de huir por el jardín de su casa de seguridad, en la que llevaba al menos dos semanas recluido, temeroso de ser aprehendido. Sabía, sí, que el cerco en su contra se estrechaba; no lo esperaba tan pronto.
Irán Francisco Quiñones Gastélum, el único hombre que acompañaba al capo, y la fisioterapeuta que le proporcionaba un masaje minutos antes del operativo, salieron por delante entre los cristales rotos, pero fueron detenidos inmediatamente sobre el césped. "Nacho" Coronel giró sobre sus pasos y regresó a la casa. Corrió hacia unas escaleras que dan a un pasillo que, a la izquierda, conduce a la recámara principal; hacia la derecha está la sala. No llegó a ningún lado. En un recodo volteó e hizo cinco o seis disparos con un rifle de asalto M-16, calibre 5.56, con los que mató a un soldado e hirió a otro. Unos pasos más adelante se topó con una escopeta Mossberg calibre 12 milímetros. Bastó un solo tiro, a no más de cuatro metros de distancia, del militar que la portaba. Los perdigones entraron por su costado izquierdo, casi en la espalda. El disparo, a bocajarro, no se expandió. "Nacho" Coronel estaba muerto.
Las imágenes que obtuvo Proceso de un video rectifican las versiones que en el primer momento aseguraron que Coronel había recibido varios disparos.
El cuerpo tendido sobre las escaleras muestra claramente el único impacto que recibió. La sangre que apenas se aprecia bajo la barbilla sale de su boca; es una hemorragia. A la izquierda del cadáver, junto a una maceta, la escuadra favorita de "Nacho" Coronel; la cacha cubierta de diamantes, su marca personal. Por ningún lado se aprecia el fusil M-16 que habría empuñado; supuestamente fue recogido casi de inmediato por los militares.
El arma que mató a "Nacho" Coronel es utilizada por el Ejército para brechar, es decir, para volar las puertas por las que debe ingresar una columna militar. A cierta distancia, su poder expansivo permite abrir enormes boquetes en las chapas de madera. Por lo común, tras abrirse paso con este método, entramos en chorizo, cuatro o cinco hombres, uno detrás de otro; el primero despeja, mira que no haya nadie y entonces le siguen los demás. En esta ocasión no hubo necesidad porque entramos por aire.
La escopeta –también llamada chaquetera por su particular forma de cortar cartucho– puede soltar hasta nueve tiros. Ocho se quedaron en la recámara. El único disparo que efectuó lo recibió Coronel de lleno.
A diferencia del tratamiento que recibió el cadáver de Héctor Beltrán Leyva, ejecutado por marinos el 16 de diciembre del año pasado en Cuernavaca, Morelos, el Ejército cuidó al extremo la escena y evitó cualquier filtración de imágenes del cuerpo de "Nacho" Coronel.
Los restos de "El Rey del Cristal" recibieron un trato respetuoso. Los militares que participaron en el operativo no se ensañaron con "Nacho" Coronel; tampoco se sorprendieron mucho cuando vieron dónde estaban y a quién habían matado. Reinó el silencio. (APRO)
Aportaciones testimoniales y gráficas de alguien que formó parte del operativo permiten a Proceso reconstruir cómo fueron los últimos momentos de Ignacio ‘Nacho’ Coronel, uno de los líderes del cártel de Sinaloa, muerto en una acción del Ejército el jueves 29 de julio en una de sus casas en Zapopan, Jalisco. Como en otros casos excepcionales, respetamos el anonimato que solicitaron tanto el autor como su fuente de información
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