- Ap
- 10 marzo 2013
México.- El presidente Enrique Peña Nieto logró en los primeros 100 día de su mandato cambiar la percepción de la situación del país y se afianzó en el poder ante la opinión pública asestando sorpresivamente algunos golpes mediáticos.
Un pacto político con la oposición, la detención de la poderosa lideresa del magisterio y el cambio de discurso en materia de violencia y seguridad marcaron el inicio de la administración priísta, que regresó al poder después de 12 años de gobiernos del Partido de Acción Nacional (PAN).
“Creo que la primera nota de estos cien días es que cambió el tono de la política mexicana de manera sustancial. No es que haya tenido grandes resultados, pero la política mexicana tiene un horizonte constructivo más claro que hace unos meses”, dijo el académico Jesús Silva-Herzog Márquez.
Desde que tomó posesión el 1 de diciembre, la imagen y aprobación de su administración mejora progresivamente. Según una encuesta independiente de la empresa Parametría, la administración de Peña Nieto tiene 59 puntos porcentuales de aprobación. “Luego de una contienda presidencial donde las campañas de manera inevitable llevan un nivel de desgaste, su imagen ha subido casi 30 puntos porcentuales”, reportó la encuestadora.
Peña Nieto recibió el poder de manos del panista Felipe Calderón Hinojosa, cuya administración lanzó la llamada guerra contra el narcotráfico, que dejó decenas de miles de muertos y la imagen al exterior de un país inmerso en la violencia.
Expertos y analistas consideran que las acciones del presidente Peña Nieto buscan diferenciarse de la administración anterior.
“Ha sido muy efectista porque el Pacto por México tomó la perspectiva de que se acaba la parálisis política, la detención de (la dirigente magisterial) Elba Esther Gordillo es muy efectista”, dijo Gerardo Esquivel, economista investigador de El Colegio de México.
Silva Herzog explicó que es parte del modelo priísta afirmarse en el poder al inicio del sexenio con golpes o cambios estructurales. “Este estilo como decir ya llegué, yo soy un presidente distinto, soy nuevo lo vimos con (Carlos) Salinas, (Luis) Echeverria,(Miguel) de la Madrid. No creo que es un problema de legitimidad sino de afirmación de poder, con una determinación de cambiar las reglas”.
Un día después de tomar posesión, Peña Nieto firmó un acuerdo con los líderes de los dos partidos de oposición más importantes. El Pacto por México entre otras cosas los compromete a aprobar reformas legislativas en diversas áreas, algo que no se había visto en las últimas presidencias.
Silva Herzog considera que el pacto es un símbolo de cambio que permite vislumbrar que los políticos mexicanos pueden ponerse de acuerdo. El primer logro del Pacto fue una reforma educativa que por primera vez no fue consensuada con el sindicato magisterial.
Para cerrar el círculo, el 26 de febrero fue detenida la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Gordillo, la dirigente del sindicato más grande de Latinoamérica, es acusada de desvío de 2 mil 600 millones de pesos de las arcas de la organización magisterial. Gordillo era considerada no sólo intocable sino un obstáculo para que prosperaran las reformas educativas que México necesitaba.
Para Silva Herzog aún es difícil saber si la detención lideresa considerada imbatible fue un golpe para mostrar la musculatura del presidente o para mostrar su compromiso en la lucha contra la impunidad.
En materia de seguridad, Peña Nieto cambió de discurso y lo relegó después de ser el casi único tema de la agenda presidencial de Calderón. El gabinete ya no habla de una lucha contra el narcotráfico, se han hecho modificaciones a la estructura de seguridad y se anunció la creación de una gendarmería.
Sin embargo, no se conoce de un cambio de estrategia en el combate al narcotráfico y el número de homicidios dolosos por mes ronda los mil 550, la misma cifra con que cerró el sexenio anterior, según datos recopilados por Alejandro Hope, analista en seguridad del proyecto Menos Crimen Menos Castigo del Instituto Mexicano de la Competitividad.
“Ha cambiado el discurso pero no la sustancia”, dijo Hope. Explicó que el gobierno habla menos del tema de seguridad, ha priorizado la reducción de la violencia sobre el combate a la delincuencia y ha hablado de prevención, pero sin un programa claro.
Cuarenta y cinco mil militares siguen en las calles, los cárteles no se han movido considerablemente, la violencia se ha mudado de lugares como Ciudad Juárez a la comarca lagunera y el estado de Guerrero y los índices de homicidio han venido a la baja desde finales del calderonismo.
“Si sigue la caída que vimos el año pasado, durante toda la administración de Peña Nieto se registrarán 90 mil homicidios dolosos, contra 102 mil (del sexenio de Calderón)… sigue siendo muy serio”, dice Hope.
Durante su campaña, en materia económica Peña Nieto prometió reformas energética y tributaria, esta última considerada primordial para financiar otros programas que formaban parte de su plataforma. Hasta ahora no hay rastros de cuándo podría presentarse tal reforma en un país de baja recaudación.
Dos importantes programas, una campaña contra el hambre y la disminución de 70 a 65 años para las pensiones de vejez, han sido anunciadas por el gabinete presidencial.
Esquivel considera que estos programas tienen un componente demagógico y de intereses políticos más que sociales, generan costos y presiones y no hay garantía de que sean eficaces.
“Pudo haber aprovechado para cambiar la política social, consolidado programas, había un espacio para hacer una reforma importante. La reducción de la edad va contra corriente de las tendencias en otros países por la expectativa de vida”, dijo el académico. “No hay nada que me haga pensar que haya un cambio en la perspectiva económica”.
En cambio, los indicadores económicos sobretodo de inversión extranjera siguen a la baja, como los dejó la administración anterior. “No se puede ocultar la realidad con discursos efectistas todos los días. Si no llegan inversiones extranjeras, como no han llegado los últimos meses, si no hay evidencias, veremos si es una burbuja”, dijo Esquivel.
Un pacto político con la oposición, la detención de la poderosa lideresa del magisterio y el cambio de discurso en materia de violencia y seguridad marcaron el inicio de la administración priísta, que regresó al poder después de 12 años de gobiernos del Partido de Acción Nacional (PAN).
“Creo que la primera nota de estos cien días es que cambió el tono de la política mexicana de manera sustancial. No es que haya tenido grandes resultados, pero la política mexicana tiene un horizonte constructivo más claro que hace unos meses”, dijo el académico Jesús Silva-Herzog Márquez.
Desde que tomó posesión el 1 de diciembre, la imagen y aprobación de su administración mejora progresivamente. Según una encuesta independiente de la empresa Parametría, la administración de Peña Nieto tiene 59 puntos porcentuales de aprobación. “Luego de una contienda presidencial donde las campañas de manera inevitable llevan un nivel de desgaste, su imagen ha subido casi 30 puntos porcentuales”, reportó la encuestadora.
Peña Nieto recibió el poder de manos del panista Felipe Calderón Hinojosa, cuya administración lanzó la llamada guerra contra el narcotráfico, que dejó decenas de miles de muertos y la imagen al exterior de un país inmerso en la violencia.
Expertos y analistas consideran que las acciones del presidente Peña Nieto buscan diferenciarse de la administración anterior.
“Ha sido muy efectista porque el Pacto por México tomó la perspectiva de que se acaba la parálisis política, la detención de (la dirigente magisterial) Elba Esther Gordillo es muy efectista”, dijo Gerardo Esquivel, economista investigador de El Colegio de México.
Silva Herzog explicó que es parte del modelo priísta afirmarse en el poder al inicio del sexenio con golpes o cambios estructurales. “Este estilo como decir ya llegué, yo soy un presidente distinto, soy nuevo lo vimos con (Carlos) Salinas, (Luis) Echeverria,(Miguel) de la Madrid. No creo que es un problema de legitimidad sino de afirmación de poder, con una determinación de cambiar las reglas”.
Un día después de tomar posesión, Peña Nieto firmó un acuerdo con los líderes de los dos partidos de oposición más importantes. El Pacto por México entre otras cosas los compromete a aprobar reformas legislativas en diversas áreas, algo que no se había visto en las últimas presidencias.
Silva Herzog considera que el pacto es un símbolo de cambio que permite vislumbrar que los políticos mexicanos pueden ponerse de acuerdo. El primer logro del Pacto fue una reforma educativa que por primera vez no fue consensuada con el sindicato magisterial.
Para cerrar el círculo, el 26 de febrero fue detenida la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Gordillo, la dirigente del sindicato más grande de Latinoamérica, es acusada de desvío de 2 mil 600 millones de pesos de las arcas de la organización magisterial. Gordillo era considerada no sólo intocable sino un obstáculo para que prosperaran las reformas educativas que México necesitaba.
Para Silva Herzog aún es difícil saber si la detención lideresa considerada imbatible fue un golpe para mostrar la musculatura del presidente o para mostrar su compromiso en la lucha contra la impunidad.
En materia de seguridad, Peña Nieto cambió de discurso y lo relegó después de ser el casi único tema de la agenda presidencial de Calderón. El gabinete ya no habla de una lucha contra el narcotráfico, se han hecho modificaciones a la estructura de seguridad y se anunció la creación de una gendarmería.
Sin embargo, no se conoce de un cambio de estrategia en el combate al narcotráfico y el número de homicidios dolosos por mes ronda los mil 550, la misma cifra con que cerró el sexenio anterior, según datos recopilados por Alejandro Hope, analista en seguridad del proyecto Menos Crimen Menos Castigo del Instituto Mexicano de la Competitividad.
“Ha cambiado el discurso pero no la sustancia”, dijo Hope. Explicó que el gobierno habla menos del tema de seguridad, ha priorizado la reducción de la violencia sobre el combate a la delincuencia y ha hablado de prevención, pero sin un programa claro.
Cuarenta y cinco mil militares siguen en las calles, los cárteles no se han movido considerablemente, la violencia se ha mudado de lugares como Ciudad Juárez a la comarca lagunera y el estado de Guerrero y los índices de homicidio han venido a la baja desde finales del calderonismo.
“Si sigue la caída que vimos el año pasado, durante toda la administración de Peña Nieto se registrarán 90 mil homicidios dolosos, contra 102 mil (del sexenio de Calderón)… sigue siendo muy serio”, dice Hope.
Durante su campaña, en materia económica Peña Nieto prometió reformas energética y tributaria, esta última considerada primordial para financiar otros programas que formaban parte de su plataforma. Hasta ahora no hay rastros de cuándo podría presentarse tal reforma en un país de baja recaudación.
Dos importantes programas, una campaña contra el hambre y la disminución de 70 a 65 años para las pensiones de vejez, han sido anunciadas por el gabinete presidencial.
Esquivel considera que estos programas tienen un componente demagógico y de intereses políticos más que sociales, generan costos y presiones y no hay garantía de que sean eficaces.
“Pudo haber aprovechado para cambiar la política social, consolidado programas, había un espacio para hacer una reforma importante. La reducción de la edad va contra corriente de las tendencias en otros países por la expectativa de vida”, dijo el académico. “No hay nada que me haga pensar que haya un cambio en la perspectiva económica”.
En cambio, los indicadores económicos sobretodo de inversión extranjera siguen a la baja, como los dejó la administración anterior. “No se puede ocultar la realidad con discursos efectistas todos los días. Si no llegan inversiones extranjeras, como no han llegado los últimos meses, si no hay evidencias, veremos si es una burbuja”, dijo Esquivel.
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