- César Gaytán
- 29 marzo 2013
Para aquellos que no sepan qué son los cabuches, no está de más explicar que se trata de la flor de la biznaga.
Mientras sostiene algunos en sus manos, el comerciante explica gentil que los cabuches se pueden cocinar guisados, acompañar algún platillo, o incluso en tortas. “Todo depende de la imaginación que uno le ponga”.
A unos cuantos puestos de distancia, pasando por donde se preparan los elotes cuyas hojas yacen en el suelo, en el local 23, don Andrés Martínez recibe al cliente con una sonrisa y una invitación a revisar la mercancía. Aquí el kilo está en 35 pesos, pero no sólo porque sí. “Lo que pasa es que este es del Real de Catorce, está más grande que el de aquí. Mírelo, acérquese”.
“Está muy bueno. Mire, si lo prepara lampreado, es como mucha gente lo hace, como los orejones de calabaza. O puede nomás cocinarlo. También hay gente que se lo come solo, o ya depende del gusto”, dijo.
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